Formado en la izquierda nacional, en 1968 estrena bajo la dictadura de Onganía el film La hora de los hornos, filmado en la clandestinidad y así exhibido y que marcó un quiebre en el cine argentino por su carácter político pero sobre todo por los dispositivos estéticos que usó para transmitirlos al público (que consignaba como “la juventud y el pueblo”). La película es un documental que brinda una mirada potente acerca de las penosas condiciones de vida de los sectores populares -que contrapone a la época peronista- y las contrasta con los designios del gobierno que garantiza el modo de vivir de la alta burguesía, a la vez que marca el camino de la “liberación nacional” como una necesidad que se conecta con experiencias armadas del tercer mundo. Entre las novedades estéticas que proponía la película se realizaba un momento de interrupción de la narración para que, con una imagen de Ernesto Che Guevara, la audiencia debatiera las conclusiones políticas del film.
La señalada “liberación” daba nombre al grupo de cineastas que actuarían bajo ese nombre -Cine de Liberación- y que bajo la admonición de usar “la cámara como un fusil” se acercaría, primero, a las organizaciones armadas peronistas y, luego, al mismo Perón, que los usaría para tener una cobertura de izquierda a su regreso al país para abortar la revolución. De hecho, el documental Perón: Actualización política y doctrinaria para la toma del poder es una larga entrevista al general realizado en Puerta de Hierro, su residencia en Madrid, poco antes de su retorno. El carácter del gobierno de Perón determinaría el fracaso del pronóstico político de Cine de Liberación y Solanas no volvería al documental hasta cuatro décadas después, cuando sucedieron los acontecimientos que terminaron con el gobierno de De la Rúa en 2001.
Entretanto, en 1975 bajo el gobierno de Isabel Perón vuelve a filmar en la clandestinidad la obra Los hijos de Fierro, una amalgama del destino de perseguido del protagonista del poema de José Hernández con la actualidad política de aquel tiempo, que produce una gran película muy poco exhibida por las condiciones de su estreno. A pesar de que el Fierro del título simbolice al Perón de esos tiempos y sus “hijos” la resistencia peronista y, luego, los miembros de las organizaciones armadas (una visión atravesada por la confusión política), las condiciones de su realización -varios de sus protagonistas no lograron ver el resultado del film asesinados por las Tres A- y los escenarios en que transcurre producen un objeto cinematográfico estético poco visto. Tal vez, más allá de los premios internacionales posteriores, ese film señale al mejor Solanas.
Esos premios les fueron otorgados a dos películas realizadas en la Francia de su exilio Tangos, el exilio de Gardel y Sur, a la que regresaba para filmar en los albores de la democracia, la narración atravesada por el musical que daría cuenta de los objetivos políticos perdidos. Se trata de un film que intenta insertarse en el análisis de la derrota y hacer así profesión de fe a la democracia alfonsinista. Sin embargo, la narración política que evadía el costumbrismo -cómo olvidar a Goyeneche cantando- hizo de estos films hechos estéticos reconocidos por la crítica internacional. Algo que no sucedería con su siguiente película, El viaje, donde intentaba criticar al menemismo con elementos ficcionales que no terminaban de cuajar. Si en la teoría del autor del cine la obra dependía de la claridad estética y política del realizador, la película de Pino mostraba en pleno su confusión.
El último Pino Solanas volvió a la cámara en mano y al documental político que retrataría el Argentinazo y luego trataría de dar cuenta del saqueo no sólo a través de las privatizaciones menemistas, sino en sus sucesores políticos. También apuntaría la cámara hacia la depredación forestal, minera y la contaminación con una gran sagacidad fílmica. Ya no proponía sus filmes como partes de un proyecto más general, como lo había hecho en los sesenta, sino que dejaba registro de una época. Con su muerte se pierde esa tarea en sus manos, que seguían sosteniendo la cámara. Con el examen que corresponda, quedan sus imágenes para el futuro.
Diego Rojas
07/11/2020
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