jueves, diciembre 03, 2020

El asesinato del científico iraní y el futuro del plan nuclear


El reciente asesinato de Mohsen Fakhrizadeh, el máximo responsable del programa nuclear iraní, ha desatado todo tipo de especulaciones acerca del futuro de ese plan y de la región.
 Irán responsabiliza por el crimen a los servicios secretos israelíes, lo que aparece hasta el momento como la hipótesis más firme. El gobierno de Benjamin Netanyahu viene desarrollando un persistente sabotaje contra el plan nuclear de la nación persa. 
 Hay quienes creen que el propósito del atentado sería obligar a Irán a adoptar represalias, y de ese modo, abrir una espiral de confrontaciones que impida retomar los acuerdos de 2015, que establecieron el congelamiento del plan nuclear a cambio del levantamiento de las sanciones económicas contra Teherán. Ese pacto entró en crisis con la retirada unilateral del mismo por parte de Donald Trump, en 2018. 
 Tanto Trump como Netanyahu consideran que los acuerdos patrocinados por Obama y la Unión Europea fueron negativos, dado que el congelamiento estaba limitado en el tiempo y, sobre todo, no incluía el programa balístico iraní. Trump reimpuso las durísimas sanciones económicas contra el régimen de los ayatollahs, en tanto que éste retomó el plan, sobrepasando los límites de enriquecimiento de uranio establecidos en la ciudad suiza de Lausana.
 Además de las sanciones financieras, el gobierno norteamericano apeló a medios militares, como se vio en el asesinato del general Qasem Soleimani. Incluso evaluó en las últimas semanas un ataque a las instalaciones del programa atómico. Si esto fue abandonado, probablemente obedeció al temor de abrir una guerra de imprevisibles consecuencias. 

 Rewind 

 Aunque Irán se ha visto severamente golpeado por las represalias, Trump no pudo frustrar su programa. En base a esta experiencia, y considerando los riesgos de una salida militar, Joe Biden expresó su disposición a retomar los acuerdos de 2015. Es la misma política imperialista con otro ropaje. “Nos guste o no, el mundo sencillamente no se organiza solo”, ha dicho Antony J. Blinken, asesor estrella del nuevo mandatario norteamericano, al anticipar los lineamientos de la futura política exterior (New York Times, 13/11). La Unión Europea, cuyos integrantes perdieron jugosos contratos económicos como consecuencia del hundimiento del pacto, seguramente secunden cualquier tentativa de resucitarlo.
 La posibilidad de volver al statu quo anterior, sin embargo, enfrenta numerosos obstáculos. Por empezar, la propia crisis derivada del crimen de Fakhrizadeh, frente al cual Irán ha prometido respuestas. Tampoco pueden descartarse nuevas agresiones por parte de Trump y del sionismo.
 Al mismo tiempo, el planteo de retomar los acuerdos choca con la voluntad de los principales socios norteamericanos en la región, Israel y Arabia Saudita, y con sectores del Partido Republicano, que presumiblemente dominen el Senado que se terminará de configurar en enero. 
 En estas condiciones, no debería descartarse que Biden quiera imponer mayores condiciones a Irán que en el pasado. Un columnista del New York Times, Thomas Friedman, ha señalado que el programa balístico iraní es más alarmante para Israel que el propio plan nuclear, dado que entre poseer una bomba atómica y lanzarla hay un largo trecho. En cambio, los misiles iraníes ya han mostrado su efectividad en la región. Trump le viene reclamando a Teherán que emprenda su desmantelamiento.
 Pero un endurecimiento de las condiciones sería una afrenta para Irán, que exige el levantamiento de las penalidades como requisito para negociar, y en donde se han venido fortaleciendo, desde el naufragio de los acuerdos de 2015, los sectores más conservadores y más duros hacia Estados Unidos. En las últimas elecciones legislativas, este espacio se quedó con el 80% de las bancas en juego y es el favorito para las presidenciales de 2021. 
 A Biden le quedará siempre, de todos modos, la posibilidad de seguir por el camino actual del ahogo económico o la vía de un ataque militar, un asunto en el que no es un aprendiz (como presidente de la comisión de asuntos exteriores del Senado, apoyó la invasión de Irak). Pero los límites de estas variantes son precisamente los que han conducido a los debates actuales en Washington.

 Irán, por dentro 

 Irán viene de ser sacudido por una ola de huelgas sin precedentes en las últimas décadas, por el pago de sueldos atrasados, contra la precarización laboral y las privatizaciones. El régimen islámico responde de manera brutal contra los reclamos populares, como lo mostró el baño sangre del año pasado hacia las manifestaciones contra el aumento de los combustibles. Las masas son las víctimas principales del impacto de las sanciones económicas y de las políticas de ajuste del gobierno. Es clave la profundización de estas luchas y el desarrollo de una alternativa política de los trabajadores. 
 A la vez, es necesario reclamar el levantamiento incondicional de todas las sanciones económicas, el cese de las provocaciones del imperialismo y su expulsión del Medio Oriente.

 Gustavo Montenegro

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