Sí nos podemos quejar del limitado conocimiento que nos ha llegado sobre nuestra propia historia social –sobre todo entre las últimas generaciones-, qué no cabría decir de otras experiencias como resulta evidente en el caso de la griega. Una historia que aquí ha llegado muy fragmentariamente, y normalmente como telón de fondo de personajes como Nikos Kazantzakis, Mikis Theodorakis, Theo Angepoulus o Cornelius Castoriadis, y unos pocos más, y normalmente, en círculos muy reducidos.
Con todo sabemos que existió una revolución (social) griega por diversas referencias, pero muy pocas de ellas resultan asequibles por estos andurriales. Hay que hablar de la página que le dedica Fernando Claudín en La crisis del movimiento comunista. Desde el komintern al Kominforn, obra que desdichadamente no puedo consultar por un abuso de confianza, hay ecos en la obra de Kazantzakis, editada aquí al completo, y ya nos hemos referido a la adaptación que efectuó Jules Dassin de Cristo de nuevo crucificado con el título de El que debe morir, que por la mula se encuentra en francés…Hay cosas sueltas en relación a Mikis Theodorakis, un músico célebre (suya es sin ir más lejos, la música de la película Zorba el griego) y radical ligado a la tradición comunista sobre el que existe una cierta bibliografía comenzando por una biografía, Mikis Theodorakis, de George Giannaris (Dopesa, Barcelona, 1976, tr. Horacio Vázquez Rial), el Itinerario personal, también, subtitulado Las conversaciones con Denis Bourgeois, un notable editor galo (Galba Edicions, Barcelona, 1976), y también su Diario de la Resistencia (Granica Editor, Buenos aires, 1973)…Angelopoulus toma la guerra y la revolución como telón de fondo de algunas de sus películas, al que la revista de cine donostiarra Nosferatu le dedicó uno de sus brillantes monográficos…En todos ellos –insisto-, se pueden encontrar datos sueltos, pero en ningún caso una historia aunque sean cuatro páginas. Tampoco recuerdo ninguna película precisa que diga algo sobre la cuestión.
Sí las encontramos en algunos de los trabajos dedicados a Cornelius Castoriadis, pero en general se trata de referencias muy sumarias. Así, en el monográfico nº 198 que la revista Anthropos dedicó a Castoriadis con el título La pluralidad de los imaginarios sociales de la modernidad, nos encontramos con unos Apuntes para una biografía intelectual, por Celso Sánchez Capdequí, en los que se pueden leer las siguientes líneas: “A la edad de 15 años (1937) se incorpora a las Juventudes Comunistas, dentro de las cuales encabeza un grupo de oposición Su inconformismo con la postura conservadora y contrarreformita del Partido Comunista Griego provoca su desplazamiento hacia las posiciones de la fracción más radical del trotskismo (1942). Este episodio le supuso amenazas de muerte procedentes del entorno fascista y del propiamente comunista…En Grecia en 1944 se precipitan los acontecimientos. Tiene lugar un intento de golpe de estado por parte del Partido Comunista Griego, que es abortado por el ejército inglés. Sectores afines al trotskismo secundaron este golpe de estado al ver en él el principio de las reformas anunciadas por el Partido Comunista Castoriadis, lejos de caer en el optimismo, como fue el caso de un trotskismo demasiado ceñido a las pautas antirreformistas del estalinismo hegemónico en la órbita comunista, vaticinó que lo que le esperaba a una Grecia reda por el Partido Comunista era un sistema político y social similar al de la Unión Soviética en el que una cúpula dirigente formada por burócratas, técnicos, especialistas y cuadros del partido bolchevique impedía la materialización del ideal socialista basado en la autogestión del proletariado. En este escenario de guerra civil que vive su país Castoriadis se traslada a Francia, gracias a una beca de estudios con la que pretende acabar su tesis en filosofía. Así da inicio a la primera etapa de su pensamiento marcada por el afán renovador de un proyecto marxista en peligro de anquilosamiento Salió del puerto de El Pireo en diciembre de 1945 en el Mataroa barco mercante neozelandés, que también trasladó a Francia a otros intelectuales griegos como Kostas Axelos y Kostas Papaioannou” (p. 19).
En otra antológica sobre Castoriadis, la de Archipiélago (nº 54), titulada Cornelius Castoriadis. Imaginación creadora, autonomía, revolución, nos encontramos con unas líneas todavía más sumarias que aparecen en el trabajo de Philippe Balnchard, La idea de la revolución en Castoriadis: “ En primer lugar, la ruptura con el estalinismo, las Juventudes Comunistas ilegales en las que ingresa a los quince años —y más tarde, por poco tiempo en el Partido Comunista griego. Sobre el estalinismo, contribuyen a esclarecerle tanto su propia experiencia como el testimonio de los militantes que, tras haber participado en la revolución, fueron víctimas del terror bolchevique Souvarine, Ciliga, Barmine, Serge… Ruptura con el trotskismo, a continuación: `La crítica del trotskismo como mi propia concepción cobraron forma definitiva durante el primer intento de golpe de estado estaliniano en Atenas en diciembre de 1944. En efecto, se ponía de manifiesto que el Partido Comunista no era un ‘partido reformista aliado con la burguesía…sino que pretendía hacerse con el poder para instaurar un régimen del mismo tipo que el que existía en Rusia (Les carrefours du labyrinthe IV, p. 83).
Tampoco ofrece mayores precisiones Juan Manuel Vera en su Castoriadis (1922-1997), Ed. del Orto, Madrid, 2000), donde escribe: “El núcleo de la herejía de Castoriadis, que hará posible todo su pensamiento futuro sobre la autonomía, reside precisamente en esta aventura primera, en esta praxis política que le hizo orillar la muerte en varias Ocasiones, ya que, desde el comienzo, no podía aceptar que la obediencia a la estrategia imperial de Stalin fuera considerada como el índice de las categorías del pensamiento marxista… De ahí el camino que ha seguido su pensamiento, que alumbrará el trabajo de Socialismo o Barbarie y el de una generación de intelectuales militantes”…
Y aquí acaba todo. Los autores no dan un paso más allá. Parece como sí el canon Castoriadis sobre una historia tan dramática y compleja fuese más que suficiente, lo mismo que lo es para glosar sus rupturas en bases a criterios que igualmente se justifican por las propias razones del personaje, personaje indudablemente apasionante pero que no se agota en sí mismo. Baste señalar en relación al hilo de la URSS, sobre la que Castoriadis hacía una cruz de finiquito y a la que negaba cualquier doble carácter… no parece que acertara mucho. Lo mismo en relación a los partidos comunistas, el griego con toda su historia todavía sigue ahí, representa un historial de masas y de tensiones que no se peden catalogar sumariamente. Castoriadis ofreció todo un mundo de ideas, pero no dio un paso en el movimiento. Detalles que por lo menos cuestionan la alegría con que los biógrafos abordan estos capítulos.
Pero a lo que íbamos, poco o nada se dice sobre el telón de fondo sobre el que al menos podemos contar cuatros cosas como las siguientes…
Detalles trágicos
Cuando estalla la II Guerra Mundial, el movimiento de resistencia iniciado en 1940 contra la invasión italiana fue de carácter casi espontáneo. En 1941 los grupos llamados «kapetanoi», presentes en las zonas montañosas, no sólo habían logrado expulsar a las tropas italianas a Albania sino también extender el movimiento de resistencia de tal manera que éste se reorganizó bajo el nombre de Ejército de Liberación Popular (ELAS), formalmente vinculado al brazo armado del EKK (EAM), pero de hecho siguió una línea propia e incluso contraria a la orientación estalinista de EKK (EAM). Por lo demás, el fracaso de la invasión italiana supuso la entrada masiva de tropas alemanas procedentes de Yugoslavia el 6 de abril de 1941 con el fin de asegurar el apoyo logístico a la campaña de África. Trescientos mil soldados de las potencias del Eje transformaron a Atenas y Salónica en campos de concentración al tiempo que ocuparon todas las zonas no montañosas. Se calcula que 700.000 griegos de una población de II millones murieron durante la ocupación.
Había sucedido que, desde la invasión italiana, el monarca Jorge II y su gobierno reaccionario se habían exilado en El Cairo y, en Atenas, los alemanes instalaron un gobierno títere. Grecia se encontraba así en manos de los alemanes y de la Resistencia. En 1943 ELAS se había convertido con sus 45.000 partisanos en la indiscutida fuerza política del país liberado: si bien ELAS creó comités de liberación en las regiones montañosas del norte y noroeste, otras organizaciones de resistencia de signo pro-británico (EDES) y promonárquico (bandas arma- das urbanas del coronel Grivas) disputaban, alentadas por Churchill, la supremacía de ELAS en el noreste y centro de Grecia. Tras la capitulación de Italia en septiembre de 1943, los enfrentamientos entre estos movimientos de resistencia aumentaron de tal manera que una guerra civil parecía inminente. El Alto Mando Militar británico, que había coordinado los movimientos de resistencia y planeaba una invasión aijada en los Balcanes, intervino directamente en el conflicto. El acuerdo alcanzado, vigente hasta la evacuación de tropas alemanas en octubre de 1944, confería a los británicos la dirección de las operaciones militares en coordinación con una representación proporcional a la fuerza numérica de cada uno de los movimientos de resistencia. Los británicos arrebataron así a ELAS, con la complacencia de EKK (EAM) y seguir el ejemplo de Yugoslavia: a finales de 1944 era prácticamente dueña del país y una revolución popular estaba en marcha y, en abril de 1944 constituyó el Comité Político de Liberación Nacional (PEEA) ante la inminente liberación de Grecia.
Como debía de ser sabido, en las Conferencias de Teherán y Moscú, celebradas a finales de 1943 y en octubre de 1944 respectivamente, se procedió a fijar las «cuotas de influencia» que corresponderían a británicos y rusos en los Balcanes: Grecia 90% británica y 10% rusa, Hungría y Yugoslavia 50% para cada uno, Rumania 90% rusa y 10% británica, Bulgaria 75% rusa y 25% británica. A instancias de Gran Bretaña se convocó a delegados de las diversas fuerzas políticas griegas en Beirut donde se acordó la formación de un Gobierno de Unión Nacional de amplio espectro en el cual EKK dispondría de 5 de las 15 carteras ministeriales. También se convino que las tropas británicas liberarían Atenas y Salónica, la entrega de armas por parte de todas las fuerzas de la resistencia y la celebración de elecciones libres bajo los auspicios de Gran Bretaña y EE.UU.
En el momento en que el Ejército Rojo se encontraba a unos kilómetros de la frontera griega, ELAS se preparaba para la liberación de Grecia. Entonces desconocían el contenido de los acuerdos alcanzados entre Stalin y Churchill, pero el curso de los acontecimientos iba desvelando su alcance: primero la aceptación del Gobierno de Unión Nacional, después la orden desautorizando a ELAS la entrada en Atenas… El país fue liberado, pero la desunión que condujo a la guerra civil estalló cuando EKK (EAM) se opuso a su disolución y cuando los ministros comunistas dimitieron del gobierno de Unión Nacional. En diciembre estallaron violentas manifestaciones callejeras en Atenas que desembocarían en lucha armada entre ELAS y el ejército leal al gobierno de Unión Nacional. Una visita relámpago de Churchill a Atenas consiguió, después de convocar a todos los partidos políticos, una tregua el 13 de enero de 1945.
El 12 de febrero, los comunistas oficiales se firmaron bajo presión anglo-soviética los acuerdos de Várkira que desmovilizaron a todas las unidades de la resistencia. El pueblo en armas y a las puertas de la toma del poder quedó doblegado a los acuerdos de Stalin y Churchill. En 1946 cuando un plebiscito restauró la monarquía, una guerra civil de tres años azotó a Grecia coincidiendo con el inicio de la Guerra Fría. Fue la primera concreción de la «Doctrina Truman»…
Esta historia siguió con tiempos de libertad y tiempos de dictaduras. Sobre esto sí que ya existe mayor documentación, pero de ello hablaremos en otra ocasión y con más detenimiento sí cabe.
Pepe Gutiérrez-Álvarez
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