Mientras solo se ha vacunado a 14.688 personas con ambas dosis, de un total 400.000 planificadas, los contagios no bajan de los 100 diarios, y las camas de terapia intensiva se encuentran a tope. La apertura de escuelas, cines y teatros, del comercio y el turismo, a pedido de las patronales, ha llevado a esta crisis. La “irresponsabilidad” de la población, el argumento encubridor del oficialismo, ya ha dejado de ser efectiva como excusa.
El escándalo de las vacunaciones VIP ha abierto un nuevo flanco de crisis, esta vez en el gabinete. Sáenz se vio obligado a publicar un listado de 22 funcionarios “esenciales”, entre los cuales se encuentran ministros y funcionarios, entre ellos el de Salud, Outes, quien preside la comisión de acción política del PJ local; el ex urtubeysista Juan Pablo Rodríguez; hasta el Hucena, un viejo caudillo del PJ de Orán. A esto se suma el presidente de la Cámara de Diputados, que ni lerdo ni perezoso se vacunó “antes que Alberto Fernández”; y hasta el propio vice gobernador.
Cada episodio, lleva a mayores choques y crisis hacia el interior de régimen. El ministro de Gobierno, Villada, salió a desmentir que el ministro de Salud haya tenido la venia del Sáenz para la vacunación de funcionarios, y repite, a quien quiera escucharlo, que su jefe “no se vacunó ni su familia tampoco”. El ministro de Salud ha sugerido que “si el gobernador quiere, él da un paso al costado”.
Esenciales para quién
Los dichos del Gobernador - “si se vacunó gente que no correspondía, deberán asumir las responsabilidades”- dejan al desnudo que los “esenciales” son los funcionarios y no la población de riesgo ni el personal de salud y educación.
La camarilla gobernante considera esencial a todas las “funciones de gestión necesaria y relevante para el adecuado funcionamiento del Poder Ejecutivo”. Esta es la definición exacta del compadraje. Se describen a sí mismos como los representantes del Estado frente al pueblo, invalidando, ellos mismos, su condición de representantes de la ciudadanía. Es precisamente en la crisis en que se revela la naturaleza real del Estado, su contenido de clase.
La pandemia ha expuesto, de otro lado a la plana mayor de personeros del Estado como unos verdaderos parásitos. Desviaron los enormes recursos de la sociedad hacia el subsidio al capital, la reapertura de negocios y escuelas y el incremento usurario de la deuda pública, pero no en testeos, seguimientos, provisión de recursos la población de menor ingreso, mejoramiento de hábitat y vivienda. Ahora se declaran primeros para protegerse contra el virus.
En contraposición a esto, la clase obrera salteña se abre paso desde el norte con puebladas, en la salud contra el vaciamiento de los hospitales y por el pase a planta, en la docencia autoconvocada combativa y su asamblea, el principio que rige es el control de las bases sobre las medidas, eligiendo y revocando a sus delegados. Es allí donde encontramos las fuerzas sociales y políticas para derrotar de fondo a este régimen de compadres e imponer un plan de vacunación masiva de toda la población, bajo control de los trabajadores de la salud, priorizando al personal esencial y la población de riesgo, costeado por el Estado y las patronales.
Que el Estado provincial garantice las dosis necesarias de manera inmediata, el fin del régimen de gerenciamiento y autogestión del sistema de salud y la puesta en pie de una administración pública gratuita bajo control obrero.
Gabriela Jorge
17/03/2021
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