La cita del título de esta nota corresponde a las recientes palabras de Isabel Díaz Ayuso, del Partido Popular (PP), presidenta de la Comunidad de Madrid y candidata a renovar dicho cargo en las elecciones del 4 de mayo que ella misma convocó como producto de la crisis política que se desenvuelve en el Estado Español.
“Santa Isabel”, como se la conoce en la derecha española, no está sola en esta nueva cruzada anticomunista. El municipio de la capital encabezado por el vocero nacional del PP, José Luis Martínez-Almeida, aprobó hace unos meses, a propuesta de Vox (formación franquista) y con el apoyo del PP y Ciudadanos (Cs), eliminar las calles, estatuas y placas en honor al expresidente del Consejo de Ministros de la II República Francisco Largo Caballero y del exministro y expresidente del PSOE Indalecio Prieto. La movida se da en el cuadro de las elecciones madrileñas que, por los debates, intentan recrear el clima del 36 para ocultar la crisis que corroe al régimen de conjunto. Díaz Ayuso, por ello, redobla su apuesta y pone su campaña bajo la consigna de “comunismo o libertad”.
En simultáneo, el Partido Popular presentó una iniciativa en el parlamento para condenar los “totalitarismos nazifacista y comunista”. A los herederos de Francisco Franco les importa poco la «memoria histórica», toda su intervención para igualar los “extremos” sirve a los fines de evitar (seguir evitando) la condena a la dictadura franquista y ocultar su propia historia partidaria originada con el asesino Manuel Fraga, fundador del PP, ministro de Franco y “padre” de la Constitución del 78. La propuesta “popular” naufragó. Pero recoge un debate más extendido, algo que -en otra medida pero también en relación con la “memoria histórica»- sucede en nuestro país. El lunes previo al 24 de marzo fue tendencia “no son 30.000”, con tuits que reivindicaban a Videla, reclamaban el relato de una historia “completa” o retomaban esa fábula alfonsinista de la teoría de los dos demonios, que pretendía disolver la masacre para transformarla en un “enfrentamiento” entre dos bandos.
En este cuadro toma la mayor importancia la respuesta de los partidos atacados y que son parte del Frente Popular y del régimen del 78. Enrique Santiago, secretario general del Partido Comunista de España, respondió estos ataques para defender la trayectoria histórica del partido que dirige. Arremetió contra Díaz Ayuso y subrayó que el PCE no solo “luchó por la democracia y la libertad” durante el franquismo, sino que en los años sesenta promovió la estrategia que se llamó de “reconciliación nacional” y, tras la muerte de Franco, “impulsó el pacto para esta Constitución que a ustedes [los populares] tanto les costó aceptar”. “A ustedes les hemos perdonado [por el franquismo], pero no tienen ninguna autoridad moral”, afirmó.
El cierre de filas fue total también con el PSOE, cuyo diputado Rafael Simancas reconoció el papel en la Transición de comunistas como Santiago Carrillo o los abogados de Atocha. “¡Socialismo es libertad!”, concluyó Simancas.
La respuesta de los referentes del Frente Popular en el gobierno del Estado español, bien mirado, aborda el punto central del debate. No hay contradicciones entre el PCE, el PSOE y el régimen del 78: son fundadores y parte del mismo. No ponen en cuestión la monarquía, la UE imperialista, la permanencia en la OTAN y se oponen al derecho a la autodeterminación de los pueblos, aplican las leyes represivas y las reformas laborales y fundamentalmente han perdonado a los fascistas. ¿Un perdón en nombre de quiénes: las víctimas, los fusilados, los exiliados?
Para que haya Memoria, Verdad y Justicia. Para terminar con los desaparecidos en las cunetas y los niños traficados. Para que haya castigo a los torturadores y asesinos de la dictadura y la democracia. Para que se repare el daño a las víctimas. Para que se libere a los presos políticos y retornen los exiliados. Para terminar con el lado fascista de la historia y alcanzar la libertad. Para todo ello necesitamos de la movilización independiente y unida de los trabajadores, la juventud y los pueblos para obtenerlo.
Antonio Rosselló
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