domingo, marzo 21, 2021

Ser internacionalista significa defender la igualdad entre las naciones


Al decir de Jean Jaurés, el primer muerto de los internacionalistas que se opusieron a la “Gran Guerra”, uno era tanto más internacionalista mientras más apreciaba sus propia identidad nacional porque quería una unión entre naciones iguales, y por mismo era tanto más nacional mientras solidario fuese con las naciones oprimidas. En una línea no muy diferente se expresó Bakunin cuando se confesó “nacionalista de las naciones oprimidas”. 
 Semejante articulación la aprendió parte de mi generación poniéndose del lado de la causa irlandesa (en mi caso porque me “enamoré” de Bernardette Devlin), y poniéndose al lado de los nativos norteamericanos frente al infame Sétimo de Caballería tal como expresa muy bien Joan Manuel Serrat e una de sus canciones más personales. 
 Desde este punto de mira como cualquier hijo de vecina que trata de ser consecuente con sus ideas de izquierdas, trato de tener clara mi identidad. Aprendí como militante que el capitalismo es antidemocrático y que implica la normalización de la barbarie, por lo tanto, también aprendí a considerar que lo primero y más importante es ser internacionalista: mis hermanos y hermanas son los oprimidos del planeta. Nací en Andalucía, y me siento parte integral de una historia familiar, local y si quieren nacional; volví a nacer en no poca medida en Catalunya, pero no pensé que existiera contradicción por más que hubiese problemas de “ajustes”, sobre todo según con quien hablaba. 
 No creo que equivocarme que mis primeras “diadas” fueron en 1967-1968, corriendo delante de los “grises” tan vitoreados ahora por la derecha autoritaria.
 Es verdad es que los temas sociales como todos los humanos, son complicados: “Lo terrible de este mundo es que todo el mundo tiene sus razones” (Jean Renoir, Le regle du jeu), y desde luego los peores –los que solamente piensan en su propio beneficio- también son humanos. 
 Otra cosa es que al mismo tiempo se subrayen que ellos no actúan normalmente así, que eso no le exonera de devolver lo robado. El hecho de que esté en la cárcel demuestra que, con todas las limitaciones del mundo, muchas cosas han cambiado. De existir como existió durante la República y como comenzó a existir en los años setenta un pueblo militante, consciente de sus derechos y deberes otro gallo cantaría. Es por eso que estimo que lo más importante en toda esta historia es contribuir a que ese pueblo crezca más allá de líderes que se arrogan criterios y representatividades dudosas. 
 Me considero pues hispano-catalán aunque milito en la última internacional al menos desde 1967, pero no por ello dejó de tomar partido por los derechos nacionales de Cataluña, y de simpatizar desde mis matices con la formación que al tiempo, me parece socialmente más coherente: la CUP.
Mis enemigos son los opresores hablen el idioma que hablen. Mis amigos son los que viven de su trabajo y tratan de mantener su honradez en medio de las dificultades. En los años ochenta, mis camaradas soberanistas y temían mis críticas desde el federalismo que se asentaba en la idea de que la independía era un planteamiento minoritario. Pero el tiempo ha pasado, y actualmente una mayoría de catalanes de todas procedencias está por el derecho a decidir. Una mayoría relativa opta por la soberanía, algo a lo que tienen derecho y que no tenía que representar un problema en democracia. Matices múltiples. El españolismo obligatorio es cualquier cosa menos democrático. Estamos en una crisis abierta del sistema y la de Catalunya es una de las puertas que se abren; otras son la de las mujeres (feministas en crecimiento), la de los jóvenes que no se conforman con el planeta que el Gran dinero les van a dejar…
 Tanto la Primera como la Segunda República representaron serias tentativas de parta lograr una constitucionalidad federada. En el seno de la Primera, los internacionalistas fueron federalistas; durante la segunda el movimiento obrero más unitario y avanzado, la Alianza Obrera, lucharon por la República catalana en un desafío al fascismo que partió en Octubre de 1934 con toda la línea del UHP. En plena defensa de Madrid, Rafael Alberti escribió unos versos en los que ligaba el destino de la República con la independencia de Cataluña.
 Aquí pues hay una historia que se repite y que reaparece en los tiempos que preludian la Tercera República. Esta lógica nos lleva al viejo sueño de la una República mundial que trabaje por el planeta empezando por la propia casa, las propias raíces.

 Pepe Gutiérrez-Álvarez 
19 Mar, 2021

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