Con un promedio de 2.000 contagios diarios, el sistema de salud palestino, de por sí endeble, ha colapsado. Las tasas de ocupación habrían alcanzado 110% la semana pasada en promedio, con picos en Ramallah, al-Bireh, Jericó y los suburbios de Jerusalén (Middle East Eye, 18 /3). Esto ha impulsado al gobierno palestino a declarar un confinamiento de cinco días para hacer frente a la alta tasa de contagios.
Una enfermera palestina en Belén menciona que “estamos rechazando a la gente, muy enferma, porque no tenemos dónde ponerlos. En este punto, es como si estuviéramos esperando que la gente muriera solo para que alguien más pueda tomar su cama o su respirador”.
Con más del 21% de las pruebas dando positivo en Cisjordania y el 29% en Gaza, según el Banco Mundial, la pandemia está fuera de control. El fin de semana pasado, hubo 20.733 casos activos en Cisjordania y Jerusalén Este, mientras que el número de pacientes gravemente enfermos en Cisjordania había aumentado a 170, de los cuales 48 estaban con respirador. Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la pandemia, a principios de marzo, señaló un aumento del 38% en las infecciones y del 61% en las muertes en Cisjordania, atribuyendo gran parte del aumento al aumento de nuevas variantes del coronavirus en el territorio.
Apartheid de vacunas
Israel se ha posicionado como líder mundial en los esfuerzos de vacunación contra el coronavirus. Más del 55% de la población ha recibido al menos una inyección de la vacuna y más del 46%, las dos dosis completas. Fue el primer país del mundo en asegurar un acuerdo único en su tipo con la compañía farmacéutica Pfizer a fines de 2020, por el cual recibe envíos semanales de decenas de miles de dosis de la vacuna a cambio de proporcionar datos médicos. Según el Instituto de Democracia de Israel (IDI), ha comprado 24 millones de vacunas, — las cuales alcanzan para vacunar a toda la población (incluida los territorios ocupados) y aún todavía sobrarían. Han surgido informes de que las autoridades israelíes tienen un exceso de vacunas, lo que resulta en el desperdicio de miles de dosis de vacunas cada semana, las mismas que se negaban en los territorios palestinos. Haaretz, informó que se tiraban cientos de dosis todos los días debido a que los israelíes cancelaban o no se presentaban a sus citas, lo que alimentaba la ira palestina contra Israel. Al mismo tiempo, Netanyahu buscó utilizar este excedente para donar a 19 países, incluidos Guatemala, Honduras y la República Checa, que habían aumentado su presencia diplomática en Jerusalén.
Netanyahu, sólo después de una intensa presión internacional, acordó enviar una cantidad mezquina de 5.000 dosis (menos del 1% de la población) para los trabajadores de la salud palestinos como un “gesto humanitario" y comenzó a vacunar a los palestinos que trabajan en los asentamientos judíos y en Israel, con el fin de detener la propagación del virus dentro del propio país.
El sionismo lleva adelante el apartheid de vacunas.
Mauri Colón
21/03/2021
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