De acuerdo a información oficial publicada en www.chubut.gov.ar, el incendio que comenzó el pasado sábado 4 de febrero en el Parque Nacional Los Alerces fue controlado el sábado 11 por la tarde, luego de una agitada semana que se caracterizó por condiciones extremas de baja humedad relativa, altas temperaturas y vientos.
Se estima que fueron consumidas alrededor de 1.390 hectáreas de bosque nativo. Una cifra nada despreciable si se comprende que este siniestro no es un hecho aislado, sino uno de decenas que vienen ocurriendo en la misma zona.
Y no sólo allí, sino también en Misiones, Entre Ríos, Corrientes y nuestro vecino Chile con cientos de miles de hectáreas afectadas, miles de familias sin hogar y más de 25 muertos.
Les brigadistas que trabajan en la contención del fuego necesitan un acompañamiento económico inmediato. La visita a Chubut del ministro Juan Cabandié y la del presidente de Parques Nacionales, o la mismísima visita de Alberto Fernández por el catastrófico incendio de marzo de 2021 en Lago Puelo y El Hoyo, no dejaron de ser simples paseos sin dar respuestas reales. Los incendios se vienen multiplicando exponencialmente en los últimos años, el impacto ecológico de origen antrópico crece año a año con el arribo sin aforo de turistas, y el gobierno sigue desoyendo la lucha de les brigadistas de todo el país, como así también a les guardaparques.
Las palabras de Brigadistas Nacionales en Lucha son más que claras cuando dicen que “hay compañeros que están con salarios de 80 mil pesos” y la Canasta Básica Total para una familia tipo según el Indec fue de $152.515 en enero. ¿Quién puede vivir con un sueldo que apenas roza la mitad de la CBT? Y ni hablar del contexto de alta inflación sistémica que mes a mes licua sus míseros salarios y continúa haciéndoles perder poder adquisitivo.
El trabajo sin igual que realizan habla de su gran compromiso, de la pasión y la garra que ponen, y de la consciencia sobre la importancia de preservar tan importantes ecosistemas. Pese a la situación de grave precarización laboral que viven pelean a dos frentes: contra los más grandes incendios de la historia reciente, y contra la negligencia y el ajuste del gobierno nacional y los gobiernos municipales y provinciales que no hacen nada para parar semejante desastre socioambiental.
Implicaciones socioambientales, económicas y en la salud
El Parque Nacional Los Alerces es una gran área protegida en la provincia de Chubut, declarada patrimonio mundial de la Unesco en 2017. Cuenta con 2.596 km2 de espejos de agua, cerros y bosques andino-patagónicos. Posee la porción de selva valdiviana más grande en Argentina, y un bosque milenario de alerces, ¡con un ejemplar de 2.600 años! Se trata de una bioregión única, biodiversa y con una evolución en el tiempo particular. Las especies arbóreas que componen la selva valdiviana son de muy lento crecimiento, como el alerce que apenas crece de 3 a 7 centímetros en altura por año. Por eso es muy difícil, sino imposible, regenerar un bosque nativo en pocos años.
Los bosques son más que madera. Son el hogar de decenas de especies y aportan gran cantidad de servicios ecosistémicos, como el oxígeno que producen, la captura de carbono, la evapotranspiración que generan y es parte componente del ciclo hídrico que genera lluvias y humedad, entre otros. Servicios que también hacen posible la vida de la especie humana en la Tierra.
Los incendios son devastadores en todo sentido. Ambientalmente, por el impacto sobre todo lo anteriormente dicho. Socialmente, porque afecta y/o cambia radicalmente la vida de les habitantes, anima migraciones-emigraciones, genera episodios de ansiedad y marcas psicológicas, etc. Económicamente, porque anula o dificulta la salida laboral de muches que dependen de la actividad turística, ocurren cambios en el uso del suelo y entran en juego el negocio inmobiliario y sectores extractivistas concentrados que desde siempre estuvieron al acecho (megamineras como la Meridian Gold, empresas forestales de monocultivo, terratenientes expropiadores como Benetton y Lewis, el negociado inmobiliario y los capitales que vienen por el agua y los hidrocarburos). A nivel sanitario, como decían las consignas en las manifestaciones de Rosario por los incendios en el Delta del Paraná, se respira humo de crematorio generando alergias, dificultades respiratorias, dolor en pecho y garganta, y más.
Más que nunca se deben prevenir los incendios, de origen natural o antrópico (estos últimos explican el 95%), empezando por exigir a les funcionaries la mejora del pésimo tendido eléctrico que además de generar cortes de luz recurrentemente en más de una oportunidad ha sido el causante de los incendios. Hay responsabilidades que no están siendo cumplidas y derechos que están siendo violados.
Por todo lo antes mencionado, no necesitamos visitas protocolares ni discursos con palabras vacías. Se necesitan respuestas concretas, empezando por los reclamos de les compañeres Brigadistas. Basta de precarización laboral, por una Ley de Régimen Previsional para Combatientes de Incendios Forestales que garantice una jubilación justa y adelantada, recomposición salarial real por salarios dignos, que se les reconozca como trabajadores de alto riesgo, aumento en el número de las brigadas, pase a planta permanente, y equipo y medios aéreos de combate acordes a las emergencias ígneas.
¡Arriba la lucha de les brigadistas! ¡Fuera les terratenientes capitalistas y las empresas extractivistas! Por la sanción de la Ley de Humedales, la real protección de los bosques nativos, y más presupuesto para el Servicio de Manejo del Fuego.
Ina Klkai
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