La convocatoria de Cristina a un 24 de marzo “contra las mafias” tenía la intención de mostrar un apoyo popular en el medio del proceso judicial que en una primera instancia la condenó a 6 años de prisión por corrupción. La arremetida del kirchnerismo contra el Poder Judicial, que complementa el planteo de juicio político a la Corte (que como todos saben naufragará en el Congreso por la falta de votos), claramente está dominada por la situación procesal de la vicepresidenta.
El kirchnerismo, y CFK en especial, buscaron ligar la convocatoria del 24 a un rechazo a la condena del Tribunal que establece una inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos, lo cual fue pretendidamente agitado como una proscripción para que Cristina se presente en las próximas elecciones, esto no es así ya que la sentencia no está firme y tiene aún un largo camino de apelaciones que permitirán que CFK se presente si es esa es su voluntad.
Cristina, al conocer la sentencia, renunció públicamente a cualquier candidatura. Pero la no presentación deja al peronismo sin una candidatura central lo que termina afectando las posibilidades de los intendentes y gobernadores que no adelantaron las elecciones provinciales. A su vez de no presentarse, el kirchnerismo quedará a merced de los punteros históricos del PJ y por lo tanto con la disgregación en puerta. Seguramente la expresidenta evalúa que una, casi segura, derrota electoral allane el camino para que su condena se haga efectiva en las próximas instancias. Como se ve el “operativo clamor” está dominado por el derrumbe del Frente de Todos.
Lo que mata es la inflación… y la burocracia del 60%
Colocando en el centro de la escena las mafias, el kirchnerismo buscó desviar su responsabilidad en el fortalecimiento del poder de estas, desde la judicial a la de los “establishment” pasando por los servicios de inteligencia: eligió a la mayor parte de los jueces, gobernó con ellos (¡Rosatti ministro de Justicia y Derechos Humanos con Néstor), estableció una alianza con los Stiuso y ni qué decir de su asociación con banqueros, multinacionales de la minería, el petróleo, el agro, etc.
Pero también, y no es menor, el kirchnerismo busca sacar del centro de la escena su apoyo incondicional a la política de ajuste que está comandando Sergio Massa, por cuenta y orden del FMI y de la burguesía nacional que pretende no cargar con los costos de la crisis.
Con una inflación que amenaza en llegar al 100% en el año, tirando a la basura la pretensión de un 3% mensual, no solo se aleja una candidatura de Massa a la que CFK apostaba, también coloca como eje la situación económica y fundamentalmente cómo la viven los trabajadores. El gobierno se apresta a conseguir un “waiver” (perdón) del FMI por el incumplimiento de las metas acordadas, ya que las reservas han caído entre otros por la fallida operación de rescate de bonos con el propósito de facilitar un nuevo endeudamiento. El otro aspecto es la suba del déficit fiscal a pesar del manifiesto recorte que han sufrido las partidas que conciernen a los trabajadores, como son las asignaciones, el Potenciar Trabajo, las jubilaciones y pensiones, los salarios de los estatales, etc. El déficit está ocasionado en parte por la caída de los ingresos sobre todo por derechos de exportación, como resultado de la sequía fundamentalmente, pero también por los fuertes subsidios a los grupos capitalistas (¡energía!).
Frente a esta situación el kirchnerismo y la vicepresidenta en particular no emiten palabra. Pero actúan. El sindicalismo kirchnerista ha firmado acuerdos salariales con la pauta del 60% que pretende el gobierno, el caso más destacado es Ctera con Yasky y Baradel a la cabeza. En el mismo camino está ATE Capital que sigue al Sutecba (trabajadores del gobierno de CABA) de Genta que firmó en las mismas condiciones con Larreta. El ultrak Palazzo de La Bancaria largó un paro colocando el acento en el impuesto a las ganancias al salario sin fijar un monto al reclamo salarial.
Notoria la diferencia con los sindicatos combativos como el Sutna que logró un acuerdo con cláusula gatillo, o con la Unidad Piquetera que prepara un plenario piquetero nacional para el 3 de marzo con más de 5.000 delegados, en su lucha para quebrar el recorte de los fondos para los trabajadores desocupados, reclamando trabajo, alimentos y la ampliación del los planes a todos los desocupados.
La asociación del kirchnerismo con Massa sepultó todo el discurso k contra el ajuste, a favor de los que menos tienen y el rechazo al acuerdo con el FMI. La pretensión de aparecer opositores de su propio gobierno no resistió las “apretadas” de los mercados. Es una hipoteca difícil de levantar para pretender crear una “épica” que entusiasme a su propia base electoral.
Cuando se revisa la historia de los 40 años de democracia en la Argentina, la recurrencia de los problemas (endeudamiento extremo, fuga de capitales, entrega, subsidios a los capitalistas, etc., con el FMI siempre presente) es la constante, solo que más agravados y con un deterioro enorme de las condiciones de vida, de las perspectivas, de la inmensa mayoría de los habitantes de este país, fundamentalmente los trabajadores, como lo demuestra el crecimiento de la pobreza. Sobre esta base expresiones de derecha como Milei o Bullrich buscan explotar el descontento popular, no para terminar con el sometimiento al capital financiero, ni con la política capitalista y sus representantes, sino para ir a fondo con ella. Todos son responsables del rumbo en estos 40 años, y desde antes también.
El 24 es contra el ajuste, la represión y la criminalización de la protesta
El rechazo de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, a que el 24 tenga como eje a CFK y su situación judicial provocó un cimbronazo y por boca del secretario de Derechos Humanos, Pietragalla, decidieron recalcular (convocarían a un acto particular el 11 de marzo). Si bien es cierto que lo de Carlotto sonó a una jugada del albertismo (incluso invocó a Aníbal Fernández para decir que Cristina no está proscripta) y que ella misma no descartó citar el caso en el documento, es una expresión de una disgregación que golpea al sector de izquierda del oficialismo. La renuncia de cuatro senadores al bloque oficialista en el Senado esmerila el poder de Cristina en lo que es su “territorio” y es parte de la misma crisis.
Es evidente que el carácter de lucha contra el ajuste, la represión y la criminalización de la protesta no es una consigna más. Es el eje para el conjunto de los trabajadores agraviados por la política del gobierno y las pretensiones de la derecha. El propósito de CFK para el 24 es reaccionario porque, detrás del rechazo a la mafia judicial, venía el apoyo al ajuste de la mafia del FMI, a su ejecutor (Massa), a la burocracia sindical que entrega el salario y las conquistas y a la política represiva y judicial contra miles de luchadores que luchan por sus reivindicaciones. Delimitarse, denunciar y rechazar esta maniobra es fundamental para abrir una intervención de los trabajadores en la crisis independiente del PJ, de Juntos por el Cambio, de Milei y de todos los políticos capitalistas. Y esta tarea corresponde fundamentalmente a la izquierda y al Frente de Izquierda en particular.
Que el acto no tenga las características que CFK y el kirchnerismo pretendían no significa que tenga un objetivo de lucha si está en manos de los socios del ajuste. Como sostuvimos en un reciente comunicado de prensa “el 24 es una jornada de lucha, y vamos a defender una movilización contra el ajuste, la represión y la impunidad de ayer y de hoy. Vamos contra el ajuste pactado por el gobierno y el Fondo Monetario que condena a casi la mitad de la población a no llegar a la canasta de pobreza. Vamos a enfrentar la criminalización de la protesta social en un país donde hay cientos de compañeros y compañeras enjuiciados por participar de medidas de fuerza, e incluso condenados, como César Arakaki y Daniel Ruiz, por enfrentar la reforma jubilatoria votada por el Congreso bajo el gobierno de Macri. La agenda del 24 tiene que ser la defensa de estas causas populares que nos colocan en la vereda de enfrente del gobierno nacional y de Cristina Kirchner”. Esa es la tarea.
Eduardo Salas
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