A dos meses del cierre de listas nacionales, el dato dominante son los choques políticos y la disgregación política creciente en las coaliciones tradicionales. El motivo es el agravamiento de la crisis económica y social. La izquierda tiene el desafío de enfrentar al gobierno canalizando la bronca popular, contra una derecha que se presenta como alternativa, pero viene a terminar de reventar salarios, derechos laborales y jubilaciones.
La CGT especula, al igual que el kirchnerismo, con una candidatura de Massa. Pero Massa está sentado sobre una crisis económica que no tiene salida con la política del gobierno. Después de pactar un nuevo ajuste con el FMI, en materia tarifaria y de planes sociales, acaba de anunciar una verdadera devaluación de la moneda: un “dólar agro” a 300 pesos para las exportaciones de alimentos, que implicará una emisión monetaria de un millón de millones de pesos para alimentar las ganancias de las patronales exportadoras del campo. La medida va a meter presión especialmente en el aumento de los alimentos, golpeando al sector más empobrecido del país. El recorte del déficit queda para los planes sociales: si se trata de subsidiar a la Sociedad Rural, el peronismo afloja montañas de dinero. Esta emisión monetaria también alimentará la inflación y luego a un mayor endeudamiento para sacar de circulación los pesos que se emitan, a un costo de quebranto sobre el Banco Central.
El objetivo de Massa con el “dólar agro” es recomponer las reservas. Pero está lejos de cumplirse, y la situación puede terminar en una hiper. Una mayor devaluación está planteada por las reservas en rojo del Banco Central, la fuga de capitales, los pagos netos de deuda que el Estado debe llevar adelante este año por unos 5.400 millones de dólares y la sequía. En este cuadro y con una pobreza en ascenso, proceder al no pago y la investigación de la deuda externa sería una medida elemental de defensa de los intereses populares frente al capital financiero. Sin embargo, Massa apunta justamente en sentido contrario: comprometer más aún al país en una política colonial de compromisos con Joe Biden y el Fondo Monetario, dependiendo de un rescate del imperialismo, que tiene fuertes límites por la crisis capitalista mundial y la guerra, y que en todo caso cobrará muy caro e iría a dilapidarse por la canilla de la deuda y la fuga de capitales.
La deserción forzada o voluntaria del tigrense dejaría al oficialismo en manos de una interna entre Scioli y Wado de Pedro o Capitanich, siempre y cuando Cristina no recurra a una presentación de último momento para salvar a su propia facción de la diáspora en un cuadro de catástrofe electoral del peronismo.
La fragmentación domina el escenario político
La otra novedad política de la semana fue el quiebre del PRO, por el anuncio de Horacio Rodríguez Larreta de que las elecciones de la Ciudad se llevarán adelante el mismo día que las nacionales, pero con sistemas de votación distintos. Macri y Bullrich pusieron el grito en el cielo porque la movida impide golpear a Lousteau, que se presentará sin estar atado a un candidato a presidente con arrastre en la Ciudad. Los representantes del “respeto a las instituciones”, se sacan los ojos por cómo manipular mejor el proceso electoral cada uno en función de sus intereses. Tras esta disputa hay de fondo un enorme botín de negociados capitalistas en la Ciudad, que Macri quiere conservar poniendo a su primo en la Jefatura de Gobierno.
Pero los choques en la coalición de derecha tienen un alcance nacional y ya llevaron a rupturas de Juntos por el Cambio en una decena de provincias. La interna que se viene amenaza con generar un quiebre sin retorno. Tras este quiebre no hay solamente una disputa abierta por el fracaso del gobierno de Macri y su posterior renuncia como candidato. La medida de Larreta fue detonada por la presión del radicalismo, que el intendente porteño busca como aliado para una disputa presidencial. El declive de Larreta en las encuestas no cuestiona el hecho de que para todo un sector de las patronales, una política de pactos con el PJ, los gobernadores y la CGT, como propugnan el intendente y todo un sector del radicalismo, es una vía más segura para llevar adelante los ataques antiobreros que pretenden antes que las topadoras con las que amenaza Bullrich.
Contra Larreta, Bullrich aparece fortaleciendo su posición de cara a todos los encuestadores. La torpeza de Kicillof para achacarle la bronca de los choferes contra Berni terminó dándole un nuevo empujón. Manteniendo a Berni y armando este tipo de operetas, Kicillof nos viene dando un verdadero master de funcionalidad a la derecha. De paso, Milei obtuvo su personería en la provincia de Buenos Aires de un ex funcionario de Kicillof, quien no esconde que un crecimiento de los liberfachos le conviene para “dividir la oposición” y tratar de retener la provincia de Buenos Aires.
La bronca popular no la puede canalizar el facho Milei
La bronca popular que se vio en la movilización de los choferes y el enfrentamiento con Berni, en el cuadro de una situación social marcada por el avance de la pobreza y la descomposición social es el otro dato central de la situación política, alimentada por el crecimiento de la pobreza que agiganta la crisis social en los barrios. Se está manifestando también en el terreno electoral, en una elevada tendencia a la abstención o a un voto bronca que canaliza fundamentalmente Milei.
Milei aparece golpeando a una “casta política”, escondiendo que pacta con ella, por ejemplo, usando sellos del oficialismo, pactando con clanes de las viejas oligarquías provinciales como los Bussi o los Menem, o cuando rescata políticamente a Macri o Cavallo. Levanta la dolarización prometiendo una estabilidad de ingresos, cuando es claro que la misma implica una enorme devaluación previa y, por lo tanto, un ataque a los salarios. Contra la inseguridad y en favor de la represión, dice que “los de gorro azul son los buenos”, cuando la policía aparece metida hasta los huesos en los negocios del narcotráfico, los desarmaderos, las zonas liberadas y la trata de personas. Ataca a la escuela pública como un espacio “de adoctrinamiento”, mientras rechaza la ESI, defiende la educación confesional y pretende avanzar a fondo en una mercantilización educativa.
Su crecimiento se apoya en el fracaso del peronismo que, con un planteo de “Estado presente” y prometiendo una redistribución de la riqueza, terminó golpeando aún más los ingresos populares y gobernando para el Fondo Monetario. Pero también explota el aislamiento de las luchas populares en una fase de intensa crisis social. El ataque a las luchas, que pavimenta que progrese una fuerza política basada en el elogio del “empredendedurismo” individual y el rechazo de toda salida colectiva, es patrimonio de todas las fuerzas políticas del régimen e incluso se destacó en esta línea Cristina Fernández, con su ataque al movimiento piquetero independiente.
Los desafíos del Frente de Izquierda
El Frente de Izquierda tiene enormes desafíos y oportunidades frente a esta situación. Para combatir a Milei y el ascenso de esta derecha fascistizante no alcanza con clarificar la naturaleza de su programa antiobrero, la otra condición central es aparecer como bloque político independiente, y nunca como una variante de izquierda o radicalizada del kirchnerismo. El balance de este gobierno parido por Cristina Kirchner y que agravó todos los padecimientos de la población trabajadora es el punto de partida para avanzar en el debate con un enorme sector de la población que está buscando una alternativa. Como ejemplo vale que el #FueraBerni vuelve a tener renovada vigencia inmediata.
Distintos analistas y encuestas empiezan a hablar de desplazamientos hacia la izquierda, pueden ser incipientes aún pero pueden llegar lejos, depende de nosotros en buena medida. En un cuadro de crisis y agudización de la miseria social es central promover la intervención de la clase trabajadora para defender los salarios, las jubilaciones y el acceso al trabajo en blanco y por convenio. El electoralismo por fuera de la organización de las luchas populares y las batallas simultáneas contra la burocracia sindical y piquetera, y contra la cooptación de todas las organizaciones populares conduce a la izquierda a la impotencia y es un factor de integración al régimen político. Venimos discutiendo estas divergencias al interior del Frente de Izquierda, donde el PTS tuvo una actitud de ausentar sus referentes de la lucha contra la prisión de compañeros y compañeras en Mendoza por parte del gobierno de Cornejo. La semana que viene el movimiento piquetero volverá a salir a la calle contra las bajas masivas que pergeñan el gobierno y el FMI. Es vital fortalecer esta lucha, como la de los nuevos paros de choferes; la del Sutna contra los despidos; las huelgas docentes que aparecen cuestionando el ajuste de los gobernadores, como en Río Negro, Santa Cruz o Córdoba; o los docentes universitarios, que enfrentan brutales descuentos por luchar por su salario. Y convocar a todos los sectores en lucha a deliberar políticamente para desarrollar una alternativa, por eso seguimos sosteniendo la necesidad de impulsar un congreso del Frente de Izquierda.
Con estos planteos, preparamos un gran acto en Plaza de Mayo el 1° de Mayo de lucha, para que se vayan los políticos capitalistas y por un gobierno de la izquierda y los trabajadores.
Juan García
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