En enero de 2023 Joe Biden, Andrés Manuel López Obrador y Justin Trudeau se reunieron en México en una suerte de cumbre del T-MEC (tratado de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá). Allí discutieron temas cruciales como la inmigración de centroamericanos a los Estados Unidos, la ayuda de Estados Unidos a México y las naciones centroamericanas y el tráfico de fentanilo. Esta droga ha ocasionado cien mil muertos durante el último año en Estados Unidos.
Ambos presidentes se endilgaron la responsabilidad recíproca del tránsito de ese poderoso opioide sintético a los Estados Unidos. Biden enfatizó que tal droga pasaba por México con destino a Estados Unidos, siendo el primero una escala obligada del fentanilo que viene desde China, mientras que el presidente mexicano destacó que la causa del consumo en Estados Unidos tenía sus causas sociales y económicas allí mismo. Con todo, ambos llegaron a un acuerdo sobre la interrupción del tráfico de químicos ilícitos precursores del fentanilo a través de la frontera entre ambos países. Más allá de la puesta en escena sobre las divergencias en cuanto al origen del flagelo que decían proponerse combatir, López Obrador le dio una cálida recepción, mintiendo sobre las cualidades de su socio mayor en el T-MEC: “Estoy seguro que usted es un gobernante humanista y visionario”. No intentó siquiera una delimitación del presidente de la nación imperialista que sojuzga históricamente a México.
Estados Unidos: cuna del fentanilo y su tráfico legal (también ilegal)
Durante la década del 80 (siglo XX) tuvo un enorme auge el fentanilo en Estados Unidos. Se suprimieron de los envases de los medicamentos que lo contenían la leyenda “Puede causar adicción”. La droga se usaba en tratamiento de enfermos terminales, cirugías, etc. Durante esa década se cambia la legislación en Estados Unidos respecto a la prescripción de las drogas sintéticas que dan piedra libre para la apertura de laboratorios de opiáceos. Revistas médicas especializadas del año 1986 sostienen en forma interesada que no hay riesgos en su administración. Se inicia una agresiva campaña tendiente a que los médicos receten opioides. Purdue Pharma, uno de los más destacados laboratorios de opioides es el que predomina en esa iniciativa. Había un contexto fértil para que esa presión propagandística tuviera éxito: los seguros médicos en Estados Unidos eran y son de una limitadísima cobertura, es decir que no permiten que los trabajadores hagan tratamientos con un alto costo en dinero. No están a su alcance tratamientos de alta complejidad, efectivos para curar. Por esto, los más vulnerables, con bajos salarios, debían apelar a algo barato. Eso era el fentanilo, que por añadidura formaba parte de una gran publicidad gráfica y televisiva que estimulaba su consumo.
Durante la década del 90, el consumo abusivo de fentanilo, que excedía el combate del dolor provocado por determinadas enfermedades, alertó al Estado norteamericano, que prohibió su libre venta y consumo, sancionó al laboratorio Purdue Pharma, que quebró, y comenzó a regularlo. Estaba tan extendida la venta y el consumo de la droga sintética, que continuó su mercantilización y consumo en forma clandestina. Los mecanismos para que esto ocurriera fueron diversos. Uno de ellos consistía en la venta de los sobrantes de fentanilo, que por ser tan barato había sido de fácil adquisición, y en la época de su legalidad habían logrado obtenerlo sobre la base de una prescripción médica. Luego comenzó a producirse y consumirse en forma ilegal. Quienes la vendían eran desocupados y trabajadores con salarios de hasta 1.400 dólares, ya que por hacerlo percibían alrededor de 500 dólares diarios. Cabe decir que el efecto del fentanilo es cien veces superior al de la morfina y cincuenta veces más que la heroína. En los últimos veinte años el fentanilo ha causado medio millón de muertes en Estados Unidos.
Las consecuencias sociales del fentanilo son enormes. La ausencia de vivienda en centros urbanos con muchos habitantes son la causa y la consecuencia del consumo del fentanilo. Su consumo tiene como resultado la falta de voluntad y un estado de desmoralización que impide la lucha por la vida y ha engrosado los campamentos de los homeless (sin techo) en Estados Unidos; a la vez, los habitantes de esos campamentos son los mayores consumidores, como resultado de su falta de perspectiva en una sociedad cuya descomposición les impide ver una salida, de acuerdo a un informe de Fox News. Según un informe del condado Orange County, en Los Angeles, el 36% de las muertes de personas sin hogar estaban directamente relacionadas con el fentanilo. En el condado de King, Washington, que incluye a Seattle, hubo 308 muertes entre las personas sin hogar como resultado del fentanilo en 2022.
La gran banca internacional y las altas finanzas, metidas a fondo
Una investigación periodística de los archivos financieros en la que han participado algunos diarios argentinos como La Nación, Perfil e Infobae, integrantes del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, ha dado cuenta de los archivos financieros BuzzFeed News que cuenta con 20.298 documentos lapidarios que comprometen a grandes capitanes de la industria y conocidos y poderosos bancos, tales como el Barclays, HSBC, Morgan Chase, Deutsche Bank (entre los más renombrados) que han recibido depósitos de dudoso origen, a sabiendas de lo que hacían, debido a las millonarias comisiones que obtenían, ya que las operaciones ascendían a dos billones de dólares.
Añadamos a esto que hay sitios de la web que trabajan en gran escala en la comercialización del fentanilo, como por ejemplo Hansa y Alpha Bay que atendían a más de doscientos mil usuarios, y contaba con 40.000 proveedores. Un detalle elocuente es que dichas transacciones se realizaban en criptomonedas como Monero, Ethereal y Bitcoin.
¿Cuál es la salida? ¿Cómo combatirlo?
La derecha republicana alineada con Trump ha reclamado la intervención directa del ejército norteamericano, planteando la sanción de una ley. Biden y los demócratas lo han rechazado de plano, del mismo modo que el gobierno de López Obrador. El planteo agresivo de Trump, para los demócratas, es completamente contraproducente en la medida en que esto podría tener como resultado una reacción del pueblo mexicano, cuya tradición antiimperialista conoce bien y podría desatar un nuevo frente de conflicto innecesario para el imperialismo yanqui, que tiene garantizados sus negocios con México en el T-MEC, sin necesidad de una acción desmedida. La postura de Trump y los suyos le ha permitido a López Obrador hacer demagogia nacionalista, frente a un hecho que sabe que en este contexto no va a ocurrir.
El gobierno mexicano, aunque ha negado la incidencia de la producción de fentanilo dentro de sus fronteras, ha venido allanando laboratorios de fentanilo y ha declarado que esto le ha permitido destruir varias decenas de millones de pastillas de esa droga.
Así las cosas, tanto la posición agresiva de los republicanos de Trump como la acción del ejército mexicano y la Guardia Nacional de ese país interviniendo en la lucha contra el fentanilo se han derrumbado por hechos elocuentes que los han desenmascarado. Paul Monafort, ex jefe de campaña de Trump ha sido condenado por fraude con el banco J P Morgan que movió el dinero de sus empresas fantasmas, que lavaban el dinero del tráfico del fentanilo, en el que además actuaba el Bank of America, su socio hasta 2017.
Anabel Hernández, periodista de Contracorriente, ha denunciado con pruebas que el ejército y la Guardia Nacional protegen al cartel de Sinaloa. Su gobernador, Rutilio Escandón, de Morena, y Francisco Oramba de Abadí (subsecretario de seguridad pública y seguridad ciudadana del Estado), Roberto Yahir Hernández Terán (director de la policía estatal fronteriza) y Jesús Méndez Rojas (de la policía ministerial de ese Estado) están metidos hasta los huesos, según esa denuncia.
En poco más de 10 años se computan más de cien mil personas denunciadas como desaparecidas. La militarización del “combate” al narcotráfico por parte de López Obrador no ha modificado el panorama: entre 2020 y 2022 hay más de mil cien denuncias. A pesar de la acción del ejército y de la Guardia Nacional creada en 2019. Con López Obrador, hasta el 1 de diciembre de 2022, sumaban 38,186 personas desaparecidas y no localizadas en comparación con las 36,064 de la administración de Enrique Peña Nieto y las 17,095 del sexenio de Felipe Calderón.
La publicación México Unido Contra la Delincuencia ha dado cuenta de la existencia de desapariciones forzosas, torturas, ejecuciones extrajudiciales y detenciones arbitrarias por parte de las fuerzas armadas mexicanas en ocasión de los operativos contra el narcotráfico, que como hemos visto tiene a altos representantes del Estado como responsables directos, incluidos jefes del ejército y de la Guardia Nacional. La Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los derechos humanos acusa a la policía, al ejército y a la marina mexicanas de haber sido principal actora de 192 casos sobre 301 de desapariciones entre 2006 y 2019.
Aunque Amlo negó la producción de fentanilo en territorio mexicano, se conoce que existe y ha recrudecido en el Mexicali, San Luis Rio Colorado, Tijuana, Juárez y Culiacán, facilitada por la presencia del ejército.
Algunas conclusiones necesarias
Como acabamos de ver el tráfico de fentanilo, su producción y comercialización no han sido el resultado del azar. Han coadyuvado factores diversos, siempre vinculados al funcionamiento de un régimen capitalista en descomposición. En primer lugar ha intervenido como uno de sus determinantes el gran negocio de los laboratorios medicinales norteamericanos junto a un sistema de salud basado en el lucro, que margina a las grandes masas de tratamientos de alta complejidad.
En segundo lugar, el rol activo de la gran banca internacional privada, beneficiada con comisiones super millonarias en dólares por ser parte de este negocio criminal. Al mismo tiempo, como hemos apreciado, y surge de las investigaciones que hemos mencionado, los más afectados por la masificación del fentanilo, en especial en Estados Unidos son los sectores más empobrecidos por la crisis capitalista.
Finalmente, y fundamental, el aparato represivo del Estado capitalista, ejército, policía, etc., lejos de combatir la difusión de las drogas letales, como el fentanilo, es un factor determinante central, del mismo modo que el aparato estatal burgués, como lo pinta de cuerpo entero México, aunque no exclusivamente, tal como lo pone de relieve el narco negocio en la provincia de Santa Fe, especialmente en la ciudad de Rosario.
Por lo tanto, hay que liquidar de raíz el flagelo de la droga y del fentanilo sobre la base de la estatización bajo gestión de los trabajadores del sistema de salud, de los laboratorios medicinales, y de los bancos que son un factor decisivo en el lavado del dinero de la droga, creando una banca única, estatal, bajo gestión de los trabajadores, junto a la disolución del aparato represivo, para que sea reemplazado por una fuerza ciudadana bajo dirección de las organizaciones obreras de lucha y de derechos humanos.
Roberto Gellert
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