El más importante de estos yacimientos, el Leviatán, es explotado por un consorcio israelí-norteamericano frente a las costas de la ciudad de Haifa. Las reservas gasíferas de la región se estiman en 605 mil millones de metros cúbicos de gas natural. Se puede advertir así qué es lo que está en juego.
Estas reservas han estado en el epicentro de conflictos y acuerdos en todo el Medio Oriente. Desde la guerra civil en Libia, hasta los conflictos entre Grecia y Turquía por el control de la plataforma marítima de Chipre. El Mediterráneo oriental también moja las costas de Líbano.
Con la mediación de Turquía, Israel alcanzó a mediados de 2022 un acuerdo de límites con Líbano para la explotación de dos yacimientos, ambos con participación de Turquía.
El gas de Leviatán se exporta casi en su totalidad a Egipto a través de un gasoducto que pasa frente a las costas de Gaza. Desde Egipto, por otros gasoductos, se exporta fundamentalmente a Jordania y a Italia.
Por iniciativa de Estados Unidos y la Unión Europea, en 2019, se creó el EastMed Gas Forum, una organización regional destinada a coordinar el desarrollo del gas natural con la participación de Chipre, Egipto, Grecia, Israel, la Autoridad Palestina y Jordania. Uno de los proyectos incluye un gasoducto terrestre entre Israel y Egipto.
Como parte de estos acuerdos, “en junio de 2023, Israel dio luz verde a la explotación de Gaza Marine, un pequeño yacimiento de gas en alta mar cercano a Gaza. A pesar de que Gaza Marine fue descubierto a finales de los años 90, el proyecto ha estado inactivo durante más de dos décadas. Legalmente, Gaza Marine se encuentra bajo la jurisdicción de la Autoridad Palestina. Sin embargo, cuando Hamás asumió el control de Gaza en 2007, con la preocupación de que los beneficios económicos de la explotación del campo fueran a parar a manos de la milicia, Israel optó por bloquear su desarrollo comercial. Bajo la presión de EEUU y Egipto durante las reuniones que tuvieron lugar en Aqaba y Sharm el Sheij durante la primavera de 2023, el gobierno de Netanyahu finalmente concedió el permiso para la explotación del campo, con la condición de que se impusieran restricciones y se supervisara el acceso de Hamás a los ingresos fiscales generados por esta actividad” (Ignacio Urbasos Arbeloa, Real Instituto Elcano, 17/10).
“La explotación de Gaza Marine -informa el mismo especialista- se ha presentado como un posible impulsor del desarrollo económico en Palestina con importantes implicaciones y beneficios medioambientales. Tanto la Franja de Gaza como Cisjordania dependen del suministro eléctrico de Israel, condicionado a la situación política y la capacidad de la Autoridad Palestina para hacer frente al pago de las importaciones. En Gaza, la situación es particularmente compleja al sufrir interrupciones en el suministro eléctrico un 40% de las horas del día [antes del 7 de octubre pasado, obvio], dificultando el normal funcionamiento de los servicios básicos (...). El empleo del gas natural de Gaza Marine para la producción de electricidad permitiría reducir la presión sobre las finanzas de la Autoridad Palestina gracias a los royalties derivados de la explotación del yacimiento (estimados en 700 millones de dólares anuales) y a una menor dependencia de las importaciones de electricidad desde Israel, mientras que la sustitución de los generadores diésel traería claros beneficios económicos y medioambientales para los ciudadanos” (ídem).
Norberto Malaj
11/11/2023
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