El debate presidencial de este domingo ha dejado patas para arriba a las principales imposturas políticas que alimentaron a la campaña electoral. Desacreditó definitivamente a los que agitan la “amenaza fascista” detrás de la candidatura de Milei. El postulante de LLA fue todo lo contrario a un ‘führer’ – era el acosado, no el acosador. No supo, no quiso o no pudo defender ni una sola de sus presumibles ideas, ni, por sobre todo, atacar los innumerables fraudes económicos y financieros de su rival. Sergio Massa salió ileso de los gigantescos subsidios que sigue otorgando a los tenedores de deuda pública, financiados con emisión, y la quema de reservas internacionales. Ante la inminencia de una hiperinflación, que destruiría el peso en forma fulminante, reculó de la dolarización, y ante una emisión incontrolada de moneda, dejó la eliminación del Banco Central para cuando la economía “se recupere”. Por el contrario, se dedicó a reconocer que no estaba en condiciones de aplicarlas, desde la dolarización o la liberación de tarifas hasta la privatización educativa o el arancelamiento universitario, al que relegó como reforma de “tercera generación”. El hombre que había impuesto la agenda de la campaña electoral hizo saber que esa agenda constituía un fraude. El ‘motosierra’ de “las instituciones” descartó la intención de privatizar Vaca Muerta porque la jurisdicción de ese yacimiento es provincial. La intención que le adjudicó Massa llegó al colmo de la impostura, cuando se sabe que la cuenca es explotada enteramente por las petroleras nacionales e internacionales, y que YPF está tutelada por la Comisión de Valores de la Bolsa de Nueva York.
La defensa que hace Massa del Banco Central, como la de todo el medio pelo que pone al Banco entre las “defensa de las instituciones”, obedece a razones obscenas. Hoy el Central debe 25 billones de pesos a los bancos, entre Leliq y pases, unos 40 mil millones de dólares, y una cifra similar a las empresas que han financiado importaciones con divisas prestadas o propias. Liquidar el Banco Central es mandar a la quiebra al sistema bancario y a numerosas compañías de gran tamaño. El debate real en los círculos económicos y políticos no gira acerca de si debe haber una banca central sino sobre la deuda que el Tesoro deberá pagar por ella, a costa de una mayor miseria social. El planteo de Milei es que el Tesoro se haga cargo; el de Massa también, pero sólo en última instancia, cuando definitivamente el Central caiga en cesación de pagos. La “defensa de las instituciones” del progresismo vernáculo y de las ‘instituciones’ izquierdistas, constituye un apoyo franco, abierto y sin fisuras al grandísimo ajuste con el que se pagará, eventualmente, esta deuda pública colosal.
La conducta de ambos contendientes dejó la impresión de que el debate fue comprado, como la victoria de Argentina contra Perú, por 6 a 0, en la Copa del 78. Milei se comportó hacia Massa como un vasallo -El “sí o no” a Milei, Massa lo plagió de Política Obrera en ocasión del debate Rossi-Villarruel.- Todo el comportamiento de Milei da crédito a quienes aseguran que la candidatura del libertario fue una idea del propio Massa para crear dificultades en la coalición macrista de Juntos por el Cambio. Un ex mileísta, Carlos Maslatón, ahora militante rentado de Massa, entrevistado después del debate, señaló que Milei se encontraba “psicológicamente condicionado” por los múltiples favores que le debía a Massa, incluso en el armado de las listas electorales. El subtexto o las entrelíneas de la violencia de la interpelación de Massa al “hombre que dialoga con los perros”, dejó, sin embargo, la impresión de que UxP estaría descontando una victoria de LLA el próximo domingo; después del debate no cree que la haya superado. Esto mide la envergadura del desquicio social y financiero que ha dejado la gestión kirchnerista. En cualquier interpretación del desmoronamiento polémico del ultraderechista en la discusión, lo que queda claro es que Argentina no atraviesa un período político de ofensiva reaccionaria – al revés, se caracteriza por el temor de la burguesía a que el estallido de la crisis inflacionaria desate una irrupción de masas de los trabajadores. Lejos de siquiera intentar contener un avance del ‘fascismo’, Massa recuperó una agenda que tenía soterrada, la del ladero de Trump, Rudolph Giulani, para combatir la ‘inseguridad’ en las urbes. Fue el único momento en la noche en que la agenda fascista se puso al frente del debate – no por Milei, sino por el ‘defensor de las instituciones’, Massa. La monumental hipocresía del ministro de Economía en funciones fue cuando se puso como ejemplo de ”movilidad social ascendente” en Argentina, en medio de un desplome social que recuerda, agravados, los primeros años de la década del 30 del siglo pasado, enseguida de la gran depresión mundial. Como ocurre en el deporte con la compra de partidos o el dóping, la Justicia Electoral debería investigar si no fue comprado por un conjunto de interesados adversos, encabezado por Massa – lo cual pondría en jaque el mismo proceso electoral.
Milei fue ridiculizado, en el debate, por su propósito de romper relaciones con los dos socios comerciales más importantes de Argentina, Brasil y China. El blanco para una crítica a este planteo era muy apetitoso como para dejarlo pasar. El planteo del libertario apunta a quebrar la incorporación de Argentina al plan de la Ruta de la Seda y la integración al bloque de los BRICS, o sea al conjunto de la penetración internacional de China. También a quebrar el Mercosur, que ya no tiene tampoco el apoyo de Uruguay. Este planteo llevó a la ruptura de Eduardo Eurnekián, su ex patrón, con grandes negocios con China, con Milei. Massa dio un tiro por elevación, en el debate, cuando mencionó, como quien no quiere, que Estados Unidos no deja entrar el acero de Argentina. Hubiera podido agregar que lo mismo ocurre con el litio, si Argentina no firma un tratado de libre comercio con Estados Unidos. Pero (¿Massa no lo sabe?) Techint es anti-chino, por la competencia ruinosa del acero de China en el mercado internacional. Milei, por otro lado, tiene una desventaja adicional, y es que Macri es un adicto a las relaciones con Pekín. Mientras tanto, los yuanes de China se usan para pagar deuda con el FMI y las corporaciones norteamericanas.
Así como Massa, el desnivelador social hacia abajo, defendió sin pudor “la movilidad social ascendente”, lo mismo hizo con la salud y la educación, sin prestar la menor atención a la acelerada destrucción de la una y de la otra. El embuste de Massa no solamente pasó desapercibido, fue festejado como la defensa de “un Estado presente”. El embustero se animó incluso a prometer un gasto en educación del 8% del PBI, sin precisar el tipo de gasto ni cuánto valúa el PBI. Mientras la tendencia a la privatización luce imparable, Massa se luce con una defensa “del estado del bienestar”, que ha venido desmantelando a conciencia, ante un libertario sospechado de jugar a perder las elecciones. Massa defendió una universidad de “carreras cortas”, o sea arancelada, mientras hizo gala de la gratuidad. Tanta estafa debería recibir por lo menos una amonestación o incluso la amarilla. es decir la degradación formativa para acompañar a la degradación laboral. En la salud, planteó un sistema único – privado, obras sociales y hospitales que “compatibilice las capacidades de cada uno”. Es la sujeción del hospital público a la industria de la salud, promovido por los lobbys de la medicina privada.
Lo que el debate eludió a conciencia es el default del Estado, la hiperinflación, el crecimiento de la pobreza y la desvalorización de la fuerza de trabajo. En definitiva, la devaluación, la cesación de pagos, los tarifazos y el desarrollo de una crisis pre-revolucionaria. Dejó de lado el rechazo a la política del ajuste por parte la mayoría de los votantes de todas las coaliciones. El cambalache izquierdista se ha inventado una lucha contra el fascismo para no encarar la lucha en acto que plantea el derrumbe económico. La división de la burguesía es la mayor en décadas: Jorge Brito, del Macro, vota por Massa, como la mayoría de los banqueros y grandes industriales; Belocopitt le dijo al Financial Times que tiene la intención de votar por Milei, en tanto Nicolás Pino, el presidente de la Rural, piensa hacerlo en blanco, aunque está dentro del porcentaje que se decidirá en el cuarto oscuro.
La burocracia de los sindicatos, incluida la izquierda, como Pianelli, de los metrodelegados, impulsa el voto a Massa, aunque asegura que no le da “un cheque en blanco”, que sin embargo viene dándolo desde la llegada de los K al gobierno en versión punto cero. Las situaciones pre revolucionarias en incubación ponen al desnudo la política real de todas las clases sociales, hasta ahora disimulada en palabreríos. La necesidad de claridad política es mayor que nunca.
Jorge Altamira y Marcelo Ramal
13/11/2023
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