En los últimos días trascendió una carta por parte de un grupo de médicos Israelíes en la que directamente llaman y urgen al ejército de Israel a bombardear hospitales. Al día de hoy cuenta con las firmas de casi cien médicos que se han sumado a la propaganda sionista que plantea que los hospitales son nidos de la organización terrorista, y que por albergarlos la población gazatí merece su aniquilación.
Que este documento haya surgido de la comunidad médica de Israel muestra a las claras lo que ha logrado 75 años de ocupación y propaganda sionista: la deshumanización del enemigo al que no sólo se lo puede bloquear por 17 años, privar de necesidades básicas como el agua y la luz, sino al que ya lisa y llanamente hay que aniquilarlo cuando se encuentra en su momento más vulnerable, mientras acude a recibir asistencia médica. Esto sucede en el medio de un repudio que se levantó en la comunidad internacional, que clamaba por que los hospitales fueran zonas neutrales, cómo supieron ser a lo largo de la historia durante los conflictos bélicos.
Así mismo, son numerosas las denuncias de condiciones totalmente indignas en las que se están realizando cirugías y procedimientos médicos: la falta de agua y electricidad impide condiciones de asepsia y esterilización de instrumental; las cirugías se hacen a la luz de los celulares y la falta de medicamentos y la saturación de los hospitales ponen en peligro la vida de quienes aún pueden ser salvados en estas condiciones por el riesgo de proliferación de enfermedades, como ya denunciara la ONG Médicos sin Fronteras. Ya en otras ocupaciones la comunidad científica se había pronunciado contra la masacre que viene llevando adelante el sionismo, caracterizándolo correctamente de genocidio, como muestra una carta abierta publicada en en el 2014 en la prestigiosa revista The Lancet. La misma sostenía que quienes tenían más de seis años a esa fecha ya habían vivido tres oleadas de invasión y ocupación israelí, con las consecuencias anatomo-fisiológicas que esto conlleva (amputaciones, discapacidad, estrés crónico, alteraciones en el crecimiento, etc.) como también psicológicas: el terror como principal herramienta de control. Mo basta con matar o diezmar, quienes sobreviven viven con el terror de la violencia que está por venir. Ya en ese momento los autores informaban que el bloqueo había llevado a una situación verdaderamente desesperante para la población gazatí, donde el hambre, la falta de combustibles, y la falta de servicios de higiene y sanitarios eran moneda corriente, situación que solo se extremó a partir del siete de octubre del corriente.
Sumado a la situación de los hospitales, muchos procedimientos se están realizando al intemperie. Debido al bombardeo constante, palestines de todas las edades deben ser amputados y arrastrados de debajo de los escombros, con los riesgos de hemorragias, infecciones e incluso con el riesgo de que el equipo asistencial no llegue al hospital por los bombardeos en curso.
La propaganda sionista pone en peligro la labor médica
La carta arranca caracterizando a la población gazatí como cómplice y encubridora de terroristas que, en el momento en el que anidaron como sede central del terrorismo, apelando a una moralidad occidental en la figura neutral de los hospitales, se buscaron el destino que les toca: ser aniquilados.
El lenguaje utilizado es verdaderamente tenebroso, donde se llama a la obligación del ejército Israelí a destruir “ese nido de avispas”, demostrando un grado de deshumanización realmente peligroso. No solo eso, sino que se miente abiertamente cuando plantea que las ambulancias para trasladar heridos están a disposición, luego de un sinfín de denuncias que revelan que se ha tenido que recurrir a caballos para los traslados debido a la falta de combustible y a que las ambulancias han sufrido ataques aéreos. Una organización de tipo neutral como es Médicos sin Fronteras, que viene denunciando la falta de estos recursos, e incluso el comunicado de la ONU, desmienten esa intención, ya que cuesta pensar a dónde podrían trasladarse los heridos a una zona segura: se bombardean casas, escuelas, hospitales, ambulancias y, desde el comunicado de Netanyahu, quienes quisieron retirarse tampoco han podido irse, muchos pereciendo bajo el ataque aéreo constante.
Evidentemente, con este documento el sionismo pretende justificar una invasión por tierra más que próxima, para la que ha puesto su brazo científico a elaborar teóricamente en pos de construir un sentido común, tanto hacia su comunidad internacional como para con la población israelí, que también se resiste a estas vejaciones.
Con la construcción de este enemigo animal, salvaje, que se esconde detrás del terrorista, será posible para el quinto ejército más grande y mejor armado del mundo atacar hospitales, escuelas, niñeces, ancianos y heridos a una escala aún mayor que la que ya lo está haciendo, buscando acelerar y terminar con la ocupación y colonización de Palestina.
La comunidad médica y científica tiene que abrazar la causa Palestina
Este documento demuestra finalmente que la ciencia no es neutral, evidentemente dentro del capitalismo la ciencia responde a los intereses del gran capital que en general la financia y, en tiempos de crisis y guerras, son capaces de ponerla al servicio de la violencia y el genocidio, como ya sucedió en otros momentos históricos. El capital suele utilizar su influencia directa o indirecta sobre las universidades (ya sea en los sistemas educativos privatizados o públicos respectivamente) para formar a las nuevas generaciones de graduados que reproduzcan los conocimientos científicos y que le sirvan a su necesidad de aumentar la tasa de ganancia y explotación, tanto de los bienes comunes como del hombre por el hombre.
Es fundamental que la comunidad científica a nivel global se pronuncie y se movilice en contra de este movimiento. Esa carta atenta contra los tratados de Nuremberg y Helsinki ¿De qué sirve cuidar que se respeten los derechos humanos a la hora de desarrollar nuevas técnicas o medicamentos, si hay quienes pueden utilizar a la medicina como brazo científico para justificar crímenes de guerra?
El juramento hipocrático que toman les médiques en el mundo no distingue por etnias o lugar de origen, tenemos la obligación primera de no hacer daño, siempre. Así lo explicaba un grupo de médicos palestinos que son los que vienen resistiendo la catástrofe sanitaria y los ataques a los hospitales: “Nosotros, como médicos, somos embajadores de la paz. Salvamos vidas. Los médicos israelíes que firmaron una carta promoviendo el bombardeo de hospitales con pacientes dentro han cometido una traición a su noble profesión y son responsables de estos crímenes”.
Hoy más que nunca médiques y científiques debemos pronunciarnos en defensa del pueblo Palestino, en defensa de la apertura para permitir el ingreso de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, por el fin del bloqueo y por el cese de los bombardeos, en defensa del derecho al Retorno del Pueblo Palestino. Masivas movilizaciones en Argentina y en el mundo vienen reclamando el cese de los bombardeos, como trabajadores de la salud (y como seres humanos) debemos sumarnos a este justo reclamo ¡Que no ensucien nuestra profesión para justificar crímenes de guerra! ¡Ante la propaganda sionista decimos primun non nocere!
Ginny Casal
Médica UBA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario