jueves, abril 11, 2024

El asalto de la embajada de México en Ecuador


El asalto ordenado por el presidente Daniel Noboa a la sede de la Embajada mexicana en Quito en la noche del viernes 5 de abril desató un escándalo internacional. El objetivo del ataque fue la captura del ex vicepresidente ecuatoriano Jorge Glas quien estaba asilado en la sede diplomática de México. Previamente, Noboa había declarado persona no grata a la embajadora mexicana, Raquel Serur. 
 La violación flagrante de la Convención de Caracas sobre asilo diplomático de 1954 y de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas de 1961, llevó a que la totalidad de las cancillerías se pronunciasen, con mayor o menor énfasis, contra el accionar del gobierno de Noboa. Pocas veces en la historia reciente de América Latina hubo una posición política de repudio tan unánime frente a un conflicto internacional. Y es que, quién más, quién menos, todos los presidentes avizoran, como posibilidad, un futuro en el que pueden necesitar asilo. La casi totalidad de los mandatarios de la región –incluso Milei–, pero también la ONU, la OEA, la Unión Europea y hasta el Departamento de Estado, salieron públicamente en apoyo de la parte agredida y clamaron por el respeto al derecho internacional.
 Del conflicto, quien tiene más para perder es Ecuador, ya que en principio le costó no sólo la ruptura de relaciones con México, sino que otros países como Bolivia o Nicaragua están evaluando proceder de la misma manera. Además, miembros del Parlasur de Argentina y Uruguay solicitarán la exclusión de Ecuador del Mercosur, bloque del que la nación andina participa como Estado asociado desde hace 20 años. 
 La inviolabilidad de las embajadas y las garantías del personal diplomático eran de los pocos principios del derecho internacional que se mantuvieron indemnes incluso durante las dictaduras del Plan Cóndor, cuando muchos disidentes políticos se refugiaron en las embajadas. 
 México, tiene una larga trayectoria en brindar asilo político. Refugió a los republicanos españoles, a los perseguidos por las dictaduras latinoamericanas y a León Trotsky, perseguido por el estalinismo. Pero su posicionamiento frente al hecho toma relevancia interna porque está en medio de elecciones presidenciales y la candidata oficial, Claudia Sheinbaum, lleva 20 puntos de ventaja con respecto al segundo candidato. 

 El secuestrado 

Jorge Glas fue vicepresidente, primero de Rafael Correa y después de Lenin Moreno, quien tuvo un giro en la orientación de su gobierno tomando deuda con el FMI. Glas renunció a la vicepresidencia en medio de denuncias por corrupción en la causa de la brasileña Odebrecht hacia él, y acusaciones suyas realizadas por el rumbo económico emprendido por Moreno.
 Cuando Noboa, en enero de este año, declaró el "Conflicto armado interno", Rafael Correa, desde su asilo en Bélgica, le envió todo su apoyo. Avaló así la militarización y la represión que el aspirante a dictador pretende imponer en todo el país y del que ahora es víctima uno de los suyos, Jorge Glas, cuyo encierro, en condiciones deplorables y con riesgo de vida, es utilizado como escarmiento para cualquier tipo de disidencia.

 Las razones de Noboa 

Daniel Noboa es hijo del mayor exportador mundial de bananas y ganó las elecciones a consecuencia del vuelco que se produjo en la intención de voto cuando fue asesinado su compañero de fórmula y candidato a presidente, Fernando Villavicencio. 
 De extrema derecha, a Noboa solo le queda un año de presidencia porque el objetivo de las elecciones de 2023 consistía en cubrir el mandato de su antecesor, Guillermo Lasso. Este disolvió la Asamblea Nacional para evitar el juicio político y renunció tras dejar un tendal de muertos, heridos y detenidos tras las protestas sociales del 2022. 
 Por lo tanto, a Noboa lo apremian los tiempos y, como a Milei, lo urge emprender toda clase de reformas reaccionarias. Para esto propuso una consulta popular a efectuarse el 21 de abril en la que pretende refrendar la incorporación de las Fuerzas Armadas a la seguridad interior, el endurecimiento y pleno cumplimiento de las penas, el reconocimiento del arbitraje internacional en materia de contratos comerciales y de inversión, y una reforma laboral. 
 Las encuestas no le vienen dando bien, y esto se suma al clima de violencia que se vive en el país (22 candidatos asesinados) y que se puso en evidencia en enero pasado, cuando Noboa declaró el estado de “conflicto armado interno” para imponer el estado de sitio e introducir a las Fuerzas Armadas en la seguridad interior como reacción ante los motines en las cárceles, el accionar de los grupos narcos armados en las calles y hasta la toma de un canal de televisión. El detonante para la acción de las bandas había sido la militarización de los penales y la acusación de que Noboa perseguía profusamente a unos narcos, los Lobos, para proteger a otros, los Choneros. Pero esto se dio como cororario de una avalancha de fake news sobre violencia narco que alimentó los clamores por mano dura. Todo esto fue, en alguna medida, parte de un montaje para lograr la militarización y el estado de excepción permanente. 

 El papel de EE.UU.

 Noboa visitó Washington en uno de sus primeros actos como mandatario apenas asumió. Un mes después, una delegación presidida por la canciller ecuatoriana se reunió, de nuevo en Estados Unidos, con el secretario de Estado Antony Blinken. El 22 de enero la jefa del Comando Sur, la generala Laura Richardson, visitó Quito y sostuvo reuniones con Noboa, con las Fuerzas Armadas locales y también con la fiscal Diana Salazar, quien encabeza las investigaciones contra los Correistas y es responsable de las penas a prisión a Jorge Glas. 
 El asalto a la Embajada hay que enmarcarlo en los ataques verbales de Javier Milei a los presidentes de México y Colombia, el cierre de los programas nucleares argentinos, la compra de aviones norteamericanos obsoletos y sin armas, el patrullaje de los marines por el Paraná, las bases "humanitarias" en Chaco y en Neuquén, las operaciones mediáticas contra la base espacial china, así como la entrega a los Estados Unidos del avión venezolano de Emtrasur. No es casualidad que tanto Ecuador como Argentina, intensificaran en los últimos meses las relaciones carnales con EE.UU.
 Además, Noboa impulsa una interpretación capciosa de los acuerdos de Ginebra, invocados para declarar a más de 22 cárteles de la droga y bandas armadas como “actores no estatales beligerantes”. Este encuadre permite al gobierno presentar la lucha contra el crimen organizado como un “conflicto armado interno” y militarizar el país, tanto por parte de las Fuerzas Armadas locales como a través de los acuerdos suscritos con el Comando Sur, el Pentágono y el Departamento de Estado. (Nodal)
 Al respecto, Richardson afirmó que Estados Unidos prevé desarrollar en Ecuador un plan de seguridad quinquenal, a lo que se suman tres acuerdos de cooperación militar ya suscritos, que incluyen, además de la formación y el envío de equipos, la presencia “temporal” de militares norteamericanos para «visitas de buques, entrenamiento, ejercicios, actividades humanitarias», así como para “actividades de cooperación frente a retos de seguridad compartidos”. Retos como China aterrizando en la región (Nodal). 
 En este sentido, el Grupo de Trabajo Bilateral de Defensa entre ambos países, a mediados del 2023, propuso invertir más de 3.100 millones de dólares. 
 Con estos acuerdos, pretenden eludir el artículo de la Constitución del 2008 que prohíbe expresamente la instalación de bases militares extranjeras y que fue redactado justamente para expulsar a la base de Manta del territorio ecuatoriano. La cual fue lo suficientemente impopular como para evitar poner en la consulta cualquier tema referido a tropas extranjeras. 
 Todo este flirteo con Laura Richarson obnubiló a Noboa, quien creyó tener carta blanca para ignorar la Convención de Viena. Como antecedente, él podría argumentar el reciente bombardeo a la embajada Iraní en Siria por parte de Israel, violador serial del derecho internacional. Paradójicamente, Ecuador condenó días atrás, este ataque. Pero, para los parámetros norteamericanos, Israel es el mayor enclave militar amigo, en Medio Oriente, y Noboa no es más que un exportador bananero. Cualquier argentino podría haberle explicado que lo iban a dejar pagando como le pasó al dictador Galtieri hace 42 años.

 Luciana Diaz 
 11/04/2024

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