“Al igual que cualquier otra persona que estuviera en Barcelona en aquellos momentos, sólo vi lo que ocurría en mi entorno inmediato, pero vi y oí lo suficiente como para poder contradecir muchas de las mentiras que han estado circulando”. [“Homenaje a Cataluña”, George Orwell]
George Orwell nació en la India el 25 de junio de 1903, que en ese entonces era una colonia británica, y ése fue el pseudónimo elegido por Eric Arthur Blair con el que pasó a ser conocido en la literatura política, tal como le gustaba llamar a sus obras.
En su adolescencia, siguiendo la tradición familiar, ingresó en la Policía Imperial y fue enviado a Birmania, colonia Británica, entre los años 1922 y 1927. Renunció a la fuerza real porque no soportaba la injusticia ni el colonialismo que imponía el Reino Unido a la población local. Volvió a Inglaterra y allí adoptó el nombre de George Orwell para no avergonzar a su familia, dando paso a las primeras armas del escritor.
Entre sus obras se encuentran Días en Birmania (1934), que es a la vez una obra autobiográfica y una crítica al imperialismo británico. Luego publicó La hija del Reverendo (1935), centrada en la historia de una mujer que encuentra su lugar en el mundo viviendo entre campesinos.
El autor, con un largo recorrido, peleó en la guerra civil española entre los años 1936 y 1937. Allí nació “Homenaje a Cataluña”(1938), en base a su experiencia en las Brigadas Internacionales de las que formaron parte miles de trabajadores que acudieron a luchar y dar su vida por la revolución de los trabajadores y campesinos pobres.
Por otra parte Orwell, fue el creador de dos de las más brillantes obras literarias del siglo XX: la fábula “Rebelión en la granja” (1945) y la distópica “1984” (1949), por lo indeseable de la sociedad autoritaria que describe.
La revolución obrera que inspiró al escritor intempestivo
Como decíamos más arriba, George Orwell se alistó en las Brigadas Internacionales, en las milicias que dirigía el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), peleando del bando republicano que enfrentó a las tropas fascistas a cargo de Francisco Franco en el frente de Aragón, entre 1936 y 1937. Tales milicias constituían la llamada “División Lenin”.
Vale aclarar que el bando “republicano” estaba dirigido por el gobierno del Frente Popular que promovía la colaboración de clases, generando expectativas entre el pueblo de que la burguesía liberal iba luchar en defensa de la “democracia” y la “república”. Tal estrategia, de subordinación de la clase obrera a la burguesía, fue impulsada por la burocracia encabezada por Stalin desde la URSS. La burocracia soviética hablaba en nombre de la Revolución de Octubre de 1917 pero distorsionando su esencia. Así, impuso al Partido Comunista español la orientación de colaborar con la burguesía liberal dando por resultado el desarme de las milicias obreras y la devolución de la tierra que los campesinos habían tomado de los grandes terratenientes. En su “Homenaje a Cataluña” estos elementos van apareciendo de a poco en su crónica. Dice que las novedades políticas llegaban muy tarde y de forma muy superficial al frente de combate. Sin embargo, en uno de los permisos que le otorgaron para ir a descansar a Barcelona, logró captar las intenciones del gobierno “republicano”. La burguesía había levantado cabeza en 1937, había fortificado los recursos de la policía que no hacía otra cosa que realizar detenciones ilegales, clausurar periódicos de izquierda y perseguir a los anarquistas que a través de la CNT-FAI (Central Nacional de Trabajadores - Federación Anarquista Ibérica) controlaban la central de telefónica. En ese aspecto, su sensibilidad política no dejó lugar a dudas: La situación era bastante clara: de un lado la CNT, del otro, la policía. No experimento ninguna simpatía particular por el ‘obrero’ idealizado, tal como está presente en la mente del comunista burgués, pero cuando veo a un obrero de carne y hueso en conflicto con su enemigo natural, el policía, no tengo necesidad de preguntarme de qué lado estoy.
Fue testigo y protagonista de las jornadas de mayo en Barcelona, cuando el facismo parecía levantar cabeza y fue derrotado por el proletariado. Luego volvió al frente de Aragón y cuando menos lo esperaba, recibió un tiro en la garganta que casi termina con su vida. En su “Homenaje a Cataluña”, previo a ese drama, describe que pasó largas semanas y meses sin entrar en combate y cuenta que “cinco cosas son importantes en la guerra de trincheras: leña, comida, tabaco, velas y el enemigo” ya que ambos ejércitos permanecían estáticos, combatiendo más el frío que luchando entre sí.
El día después de la guerra civil
De una u otra manera, lo vivido en plena guerra civil española aparece reflejado en las obras “Rebelión en la granja” y “1984”, su experiencia quedó muy marcada en ambas producciones. En la primera los cerdos tienen muchas similitudes con la burocracia estalinista mientras que en “1984” notamos que la “Policía del pensamiento” junto a personajes que se dedican a destruir el lenguaje para que la mente de las personas no pueda “fallar” es decir para que directamente no puedan pensar, pasando por una maquinaria inmensa de falsificaciones de noticias.
En “Homenaje a Cataluña”, por ejemplo, notamos cómo la traición del estalinismo se va desarrollando con el correr de las páginas en los capítulos finales. Mientras que en Barcelona y las grandes ciudades el POUM había sido ilegalizado y disuelto por la fuerza por un supuesto “complot facista”, sus líderes y militantes eran encarcelados bajo la acusación de “Trotskismo”. Por otra parte, el POUM seguía combatiendo en las trincheras contra el verdadero facismo. En simultáneo George Orwell aún no se recuperaba de su herida en la garganta y de manera urgente tuvo que hacer los preparativos para volver a Inglaterra, en parte porque estaba inválido y en parte porque la represión política no parecía tener buenos augurios. En su “Homenaje a Cataluña” describe con asco, el afiche publicado por el estalinismo, donde se ve que una máscara que tiene la leyenda “POUM” es arrancada para dejar ver el rostro fascista donde se ve la cruz esvástica que usaban los nazis. Ese fue el nivel de calumnias que agobiaba en la retaguardia de Barcelona.
Luego, con una pizca de suerte, tal como lo describe en su crónica, llegó a escapar junto a su esposa y otros militantes de las garras del estalinismo y del facismo. Sin embargo, muy a pesar de la traición estalinista a la revolución española, no opacó su deseo de luchar por una sociedad socialista.
Lo interesante, entre otras cuestiones del autor, es que tanto en “1984” como en “Rebelión en la granja” aparece el verdadero enemigo en común, tanto del imperialismo como del fascismo: León Trotsky. El imperialismo -sea en su versión “fascista” o “democrática”- y el estalinismo identificaban al compañero de Lenin en la insurrección bolchevique en algo así como “el gran Diablo”, el verdadero espectro de la revolución. ¿Por qué? Porque el programa de Trotsky implicaba desarrollar la revolución mundial como un medio para terminar con toda forma de opresión y explotación en el mundo. El estalinismo representaba lo opuesto; se erigía en una burocracia que solo defendía sus privilegios cuando estos se veían amenazados y para ello estaba dispuesta a negociar con los países imperialistas de rostro “democrático”, pero tal estrategia empujó a Europa al baño de sangre que implicó la Segunda Guerra Mundial.
Todo, o para ser claros, casi todo lo que podemos leer en “Homenaje a Cataluña” hace recordar al gran film “Tierra y libertad” de Ken Loach. La moral con la que se pelea, la camaradería, los viejos fusiles que andan tan mal al punto que el tiro sale por la culata hiriendo a quien lo porta, la participación de la Iglesia en forma activa del bando facista disparando contra los obreros, la acusación de “trotskismo” y “fascista” a todo aquel que no esté alineado a la burocracia estalinista y la mentira, una montaña de mentiras y calumnias que llevaron al autor a escribir sus últimas tres obras cumbres antes de morir: “Homenaje a Cataluña”, “Rebelión en la granja” y “1984”.
George Orwell murió el 21 de enero de 1950, de tuberculosis. Dejó este mundo sin ver lo influyente que resultaron sus obras en la literatura universal e incluso en el ámbito de la música ya que hace poco Roger Waters afirmó que el disco "Animals" de Pink Floyd es un homenaje a "Rebelión en la granja".
Más que una serie de escritos y novelas, George Orwell dejó un legado que desafía al escepticismo y la resignación de que nada se puede cambiar. Así, se mantuvo vigente una de las máximas de un escritor intempestivo:
En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario.
Daniel Lencina
@dani.lenci
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