Con el pretexto de detener una represalia que pondría al Medio Oriente en una guerra generalizada, Biden pidió a China y Turquía para que disuadan de ese propósito al régimen de los ayatollas. El objetivo, en realidad, es hacer responsables a los gobiernos de esos países por cualquier acción militar de Irán –en especial a China, declarada enemigo “estratégico” por parte del Pentágono. China y Turquía fueron instrumentales en el acercamiento entre Irán y Arabia Saudita, que abrieron sedes diplomáticas en las capitales respectivas. El operativo hizo naufragar el propósito de EEUU e Israel de alcanzar reconocimiento diplomático entre Arabia Saudita y el estado sionista; esto bastante antes del ataque de Hamas a los poblados del sur de Israel. El efecto de este ‘estado de alerta’ de parte de Washington y Tel Aviv busca distraer de la masacre del sionismo en Gaza y de la oposición creciente a Biden, en Estados Unidos, por su complicidad con ese genocidio. Busca también justificar la extensión de la guerra a Cisjordania y el Líbano, y eventualmente a otras naciones envueltas en la guerra como ocurre con Yemen. Una escalada de represalias entre Irán e Israel es asimismo funcional a Netanyahu y su gabinete de guerra, cuyos objetivos en la masacre contra Gaza se encuentran cuestionados tanto al interior de Israel como por parte de varios estados de la Unión Europea y la Corte Penal internacional.
Entre los escasos comunicados que dio a conocer Teherán se destaca la intención de aplicar una represalia “calibrada”. El régimen clerical no quiere comprometer, en una escalada bélica descontrolada, los acuerdos políticos alcanzados con Arabia Saudita. Busca, por el contrario, deshacer aquellos que se han firmado entre algunos países árabes e Israel. El régimen iraní se encuentra acosado por un descontento popular que se ha manifestado en la forma de huelgas y levantamientos, y advierte que una derrota militar precipitaría su derrocamiento. Mientras los principales estados árabes han secundado a Israel en el genocidio contra Gaza, como es el caso de Egipto y Jordania, la movilización de las masas árabes contra el estado sionista y los suyos propios no han hecho más que acentuarse.
El propósito de escalar la guerra en Medio Oriente se produce en momentos en que la OTAN discute una escalada de la guerra contra Rusia, en el contexto de una disolución del ejército de Ucrania y una creciente rebeldía de la población contra el enrolamiento de nuevos contingentes a la guerra. El imperialismo mundial teme, cada vez más, que la guerra mundial que no cesa de agravarse dé paso a una gran rebelión popular.
Jorge Altamira
13/04/2024
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