Es en este cuadro que surge la iniciativa del presidente galo, Emmanuel Macron, respecto del envío de tropas francesas a Ucrania. El plan, según medios de ese país, es que los galos envíen un contingente de 2 mil tropas de fuerzas especiales, sea para cubrir la frontera de Ucrania y Bielorrusia y liberar así a reservas ucranianas para luchar en el este, o bien para apostarse en la margen occidental del Dnieper.
Macron, además, declaró que sus líneas rojas eran Odessa y Kiev. Resulta entendible pero llamativo, porque si bien es cierto que Rusia se está imponiendo en la línea del frente, también lo es que las tropas de Putin están muy lejos aún de esas ciudades.
Pero el presidente francés también prometió el envío de tropas francesas a Moldavia. Ya hemos referido en la revista En Defensa del Marxismo, en un artículo de balance de dos años de guerra, sobre la penetración de la Otan en Moldavia y cómo se viene procesando una política de cerco sobre la región prorrusa de Transnistria y la autonomía, también prorrusa, de Gagauzia. La cuestión es que Rusia no necesita invadir Moldavia, pues conquistando Odessa directamente tendría frontera inmediata con Transnistria, lo cual a su vez le daría acceso al arsenal de munición de artillería más grande de la época soviética.
Detrás de Macron y la posibilidad del envío de tropas, se apuntan Inglaterra, Polonia, República Checa y los Estados bálticos. Sin embargo, “su controvertido comentario sobre las tropas en el terreno obtuvo una recriminación instantánea y muy pública del canciller alemán Olaf Scholz y enfureció a los funcionarios estadounidenses que en privado dicen que tal medida podría incluso correr el riesgo de fomentar un enfrentamiento con Moscú, según un alto funcionario familiarizado con las discusiones entre los aliados” (Bloomberg, 27/3).
Incluso, recientemente, el Bundestag se pronunció por amplia mayoría respecto a que el envío de tropas francesas a Ucrania sería un acto individual de Francia, que no daría razones para la invocación de la defensa colectiva del artículo 5 del tratado de la Otan. Esto no quiere decir que Alemania no se prepara la guerra; por el contrario, ha resuelto una reforma integral de su ejército y evalúa la reinstauración del servicio militar obligatorio.
Rusia ha respondido por distintos medios que la introducción de tropas de la Otan en Ucrania implica un causus belis para Rusia, por lo que dichas unidades francesas serían un objetivo militar legítimo.
Es claro que la Otan ya tiene tropas en Ucrania. La conversación de generales de la fuerza aérea de Alemania, obtenida por los servicios secretos de Putin, no solo da cuenta de la implicación directa de la alianza atlántica en las operaciones, principalmente para el manejo de sistemas de armas complejos, sino también que allí se dijo explícitamente que Francia e Inglaterra tienen personal para garantizar el funcionamiento de los misiles Storm Shadow/Scarlp (mismo misil, que cambia de nombre según se produzca en Inglaterra o Francia).
En ese orden, es claro que Ucrania no podría realizar un céntimo de sus operaciones sin la designación de objetivos obtenidos por los satélites de la Otan. Las operaciones contra la flota del Mar Negro, o los ataques a las refinerías del oeste ruso, serían imposibles sin la logística y la inteligencia de Estados Unidos.
La defensa antiaérea ucraniana, hoy muy menguada por los bombardeos rusos y la falta de provisión de munición, no podría actuar sin los operadores de los países de la Otan que envían los sistemas y sin los aviones de reconocimiento temprano que operan desde Rumania buscando a la aviación y los misiles rusos en el espacio aéreo ucraniano.
Sin embargo, el envío de tropas regulares, adjuntas al ejército ucraniano, significaría una escalada cualitativamente superior. Porque si bien un contingente de 2.000 tropas no tiene perspectiva ni capacidad de combate en el frente ucraniano, lo cierto es que su eventual eliminación también podría ser tomado por la Otan como un causus belis para escalar las hostilidades.
La perspectiva de la guerra mundial, y por lo tanto su escalada en un conflicto nuclear, es lo que genera contradicciones al interior del campo de la Otan y las presiones de algunos Estados hacia Ucrania para que capitule o abra una negociación con Moscú.
La falta de una dirección clara para la Otan claramente se traslada a las elecciones que se realizarán este año para el Parlamento Europeo, así como, claro está, en relación a las elecciones presidenciales de Estados Unidos de noviembre. Es claro, también, que la disputa electoral está delimitada en parte por las posiciones que hay en torno a la guerra.
Habrá que ver, además, si finalmente el partido republicano afloja algo del paquete de ayuda a Ucrania ya votado en el Senado de mayoría Demócrata. Hay indicios de que ello podría ocurrir en el marco de las sesiones de la Cámara de Representantes. En ese caso, dependiendo del tiempo que tome el suministro, Ucrania podría aguantar un tiempo más.
Es necesario que la clase obrera intervenga en rechazo de esta guerra imperialista reaccionaria. El enemigo está en el propio país. Guerra a la guerra. Por gobiernos de trabajadores y la confraternización de los pueblos.
Facundo Miño
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