“Por el ajuste de la deuda en pesos atada a la inflación (…), en marzo el stock de deuda pública bruta aumentó en el equivalente de 16.507 millones de dólares”.
La información que brinda hoy el diario Clarín es notable por varios motivos. En primer lugar, porque no incluye a la deuda del Banco Central con los bancos ni la deuda pública provincial. O sea que el aumento de la deuda pública de un mes a otro ha sido incluso mayor, en lo que hace a su equivalente en dólares. Esta deuda ha hecho metástasis en el sistema bancario. De acuerdo a La Nación, “Los bancos ya tienen más bonos del Estado en moneda local (por 54.5 billones de pesos) que depósitos en pesos”. Los títulos del Banco Central en poder de los bancos alcanzan los 32.1 billones de pesos, o sea el equivalente a 32 mil millones de dólares. Esta cifra demuestra que “la limpieza de la hoja del Banco Central”, que se adjudica el gobierno, es un caso flagrante de ‘fake news’. Este pasivo, sumado a la deuda con China por los llamados ‘swaps’, por 18 mil millones de dólares, es mayor al aumento que registraron las reservas en dólares por alrededor de 8 mil millones de dólares, en los últimos meses. El Central ha contraído, además, una deuda con importadores (Bopreal), que alcanza una módica suma de 4 mil millones de dólares. El gobierno ha fracasado en obtener un mayor monto de suscripciones de esta deuda, destinada a dilatar la entrega de dólares físicos en concepto de compras extranjeras. Por otro lado, el Central tiene en su activo un pagadiós de 100 mil millones de dólares constituido por “letras intransferibles”, que han servido para hacer adelantos irrecuperables al Tesoro, tanto en dólares como en pesos. Estas letras no tienen cotización de mercado.
El aumento de la deuda del Tesoro nacional desmiente la pretensión del Gobierno, como de una mayoría de economistas, de que el déficit fiscal se esté efectivamente reduciendo. Hay una sustitución de pagos por deuda, o sea una “inflación reprimida”. Una deuda más elevada del Tesoro incrementa el gasto financiero del Estado, incluso si la tasa de interés de esta deuda nueva es en algunos casos negativa. Como el peso se ha venido apreciando con relación al dólar, ofrece un rendimiento excepcional. Los intereses de la deuda del Banco Central producen una emisión (que el diario llama “maquinita”) de 2 billones de pesos por mes. Los tenedores de deuda del Tesoro gozan de un seguro que obliga al Central a adquirir esa deuda con independencia de la fecha de su vencimiento.
El otro punto relevante es que la deuda del Tesoro en pesos ha alcanzado al equivalente de 402 mil millones de dólares. Pero ella es solamente el 65% de la deuda total, la que en su conjunto se acerca a los 700 mil millones de dólares –sin contar, de nuevo, la deuda del Central y las provincias. Ese 35% restante, unos 280 mil millones de dólares, incluye diversas clases de deuda, por sentencias jubilatorias, deuda flotante, etc. pero el grueso corresponde a la deuda externa en dólares, legislación Nueva York. Milei y su cortejo liberticida pretenden que la población se haga cargo del pago de esta deuda monstruosa, incluido un inevitable refinanciamiento.
“Los números muestran, dice La Nación, que la suerte del sistema bancario local ha quedado atada al sector público”, o sea a un Estado quebrado. Para evitar una quiebra bancaria, dice el diario, el Gobierno procura alcanzar el superávit fiscal. El rescate de los bancos ha quedado a cargo de los jubilados, de los empleados del Estado y del corte completo de la obra pública. El gobierno pretende también consolidar (o sea no pagar) la deuda del Tesoro con el propio sector público –lo que llama deuda interestatal. Pero esto significa el vaciamiento de empresas del Estado y de los tan mentados fideicomisos oficiales. Asimismo, pretende apropiarse de los recursos del Fondo de Sustentabilidad del Anses. En las últimas licitaciones de deuda del Tesoro ha alargado el plazo de pago de esa deuda interestatal para privilegiar a la que está en poder de bancos y fondos de inversión. El Estado enfrenta vencimientos de 5 billones de pesos en octubre próximo y en febrero de 2025. Pero todas las triquiñuelas para evitar el default confrontan con la recesión, que ha provocado una caída de la recaudación impositiva en moneda constante. El impuestazo de mayor peso, después del IVA -el Impuesto País- vence a finde de año. En este contexto, la agroindustria ha advertido que no exportará si no obtiene una devaluación del peso. Una devaluación aumentaría considerablemente la deuda del Tesoro en moneda nacional, el déficit fiscal y la emisión monetaria. En el radar se dibuja una desestabilización de Milei, por parte de los mayores grupos capitalistas.
Es altamente probable que en los próximos días se revierta la compra de títulos públicos en pesos para lucrar con su valorización en dólares. Terminaría una ‘bicicleta empobrecedora’, para inaugurar otra de características diferentes. Sería el detonante de una supercrisis cambiaria.
Jorge Altamira
16/04/2024
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