Con la última decisión de seis sindicatos de SNCF (ferrocarriles franceses) de iniciar un movimiento huelguístico renovable cada 23 horas a partir del 13 de noviembre, la convocatoria de una acción huelguística el 14 de noviembre en el sector energético y la movilización del sector público el 20 de noviembre, la perspectiva de un enfrentamiento importante entre los trabajadores de estos sectores y el gobierno de Sarkozy-Fillon parece algo inminente.
Para el gobierno y los trabajadores, para todos los trabajadores, sean conscientes o no, la lucha que empieza tiene una importancia clave. Una derrota de las huelgas y el desmantelamiento del "sistema especial de jubilación", abriría la puerta a una intensificación de la ofensiva general contra los derechos y condiciones de vida de todos los trabajadores, sin excepción.
Sarkozy claramente intenta provocar este conflicto, seguramente piensa, no sin razón, que posponer el conflicto con el sector más organizado y los batallones más poderosos del movimiento sindical, reduciría sus oportunidades de derrotarlos. Su razonamiento es similar al de Margaret Thatcher, quien deliberadamente provocó la huelga de los mineros británicos en 1984-1985. Como Sarkozy, Thatcher no carecía de audacia, sabía que si conseguía derrotar a los mineros, podría cumplir con más facilidad sus objetivos con relación a otros sectores de los trabajadores. Esta estrategia demostró ser correcta, la derrota de los mineros creó, temporalmente, un cierto ambiente de desmoralización dentro del movimiento sindical británico. Los trabajadores dirían: "Si los mineros no pudieron detener a Thatcher, ¿qué oportunidad tenemos nosotros de éxito?"
Por las mismas razones, Sarkozy aumenta sus provocaciones contra los trabajadores ferroviarios. Si ellos son derrotados, el gobierno inmediatamente pasará a una ofensiva para desmantelar todo el sistema de pensiones, en beneficio de las aseguradoras privadas, e intensificará la ferocidad de estos ataques en otros frentes.
Frente a este ataque, la tarea de cada sindicalista, comunista y militante socialista, a pesar de la cobardía de los dirigentes del PSF que están a favor de la abolición del sistema especial de jubilación, es organizar un movimiento activo de solidaridad con la huelga. A través de un gran esfuerzo colectivo demostraremos a este gobierno reaccionario las enormes reservas de energía y la combatividad de nuestras organizaciones y de nuestra clase. Estas batallas no dejan margen de maniobra para el lenguaje pusilánime que escuchamos con tanta frecuencia de las bocas de nuestros dirigentes sindicales. El enemigo está ante nosotros, es implacable y brutal, debemos responder con la misma energía y determinación.
Según una reciente encuesta de TNS-Sofres, la "popularidad" de Sarkozy continúa cayendo a pesar de los esfuerzos de los medios de comunicación. Sólo un 54 por ciento está a favor. El 140 por ciento de aumento salarial de este campeón de la "moderación salarial" no ha resuelto nada, como tampoco lo han hecho las prácticas corruptas de estos "amigos" y "hermanos" del MEDEF. Su popularidad en las próximas semanas caerá por debajo del 50 por ciento. Según la misma encuesta, Fillon (el actual primer ministro) ya está en el 44 por ciento, el viento comienza a variar.
La economía francesa está estancada, aunque Sarkozy prometió primero un 4 por ciento, después un 3 por ciento y ahora un crecimiento del PIB de "por lo menos un 2,5 por ciento" para el año 2007, pero ni siquiera subirá del 2 por ciento. El balance del comercio exterior ha colapsado, el declive social se agravado en todos los terrenos. El poder adquisitivo de la población se erosiona constantemente.
En la esfera de la política internacional, la diplomacia de Sarkozy va de un fiasco a otro, ya sea en la cuestión de la amenaza de "guerra" con Irán, que inmediatamente abandonó, o el secuestro de los niños del Chad, una operación "clandestina e ilegal" apoyada por la logística militar francesa.
La huelga del 18 de octubre y el paro masivo en Air France revelan la creciente combatividad de la clase obrera. Los estudiantes han iniciado acciones contra la reforma universitaria, incluso los magistrados y otros profesionales de la judicatura se movilizan contra el gobierno.
Sarkozy quería pintar una imagen de sí mismo como un "hombre fuerte" de la derecha, pero es un gigante (muy pequeño) con los pies de barro. Es posible derrotarle, los trabajadores ferroviarios y todos los del sector público tienen un enorme poder. En 1995, Chirac y Juppé mostraron una inagotable determinación para derrotar a los ferroviarios. Pero tuvieron que capitular frente al tamaño de la movilización y el impacto económico de la huelga.
La Riposte nunca ha aceptado el análisis superficial, promovido por numerosos dirigentes del PSF y del PCF, según el cual, la clase obrera ha "girado a la derecha", lo que significa que estamos condenados a un prolongado período de reacción. El día después de la derrota electoral nosotros escribimos:
"La campaña de Sarkozy fue el sumun de la deshonestidad y la hipocresía. Dijo que se ocupará de los pobres, los desposeídos, los oprimidos, los desempleados y los trabajadores. Aquellos que realmente creyeron este torrente de promesas rápidamente se desilusionarán. Las acciones de Sarkozy responden exclusivamente a las necesidades de la clase capitalista. La derecha no tiene otro objetivo que el de someter toda la economía y la sociedad a la ley del beneficio. La derecha llevará a cabo una ofensiva sistemática e implacable contra las conquistas sociales, derechos, salarios, condiciones laborales, pensiones y seguridad social. Fomentarán el racismo además del acoso administrativo y policial contra los ‘extranjeros'. [...] Las estadísticas electorales ocultan más que revelan, el sufragio universal da el mismo peso a los que están inertes, estancados y desmoralizados que a las fuerzas sociales más conscientes y militantes de la sociedad. Las elecciones son como una fotografía, nos dan una imagen fija de la sociedad en movimiento, en el contexto de una inestabilidad creciente. La conciencia social y el ambiente de las diferentes clases sociales son muy volátiles y fluido. [...] Lejos de ser un período de ‘unidad nacional', los años de Sarkozy estarán marcados por las luchas de masas, en su trascurso se recuperarán las tradiciones militantes y revolucionarias de nuestra clase".
¡Y ya estamos ahí! Los cambios del ambiente y de la conciencia de los trabajadores, por supuesto, se producen de una manera desigual y vacilante, son una realidad palpable, que incluso las encuestas deben admitir. Por ejemplo, el 85 por ciento de los encuestados "no creen en la capacidad del gobierno para solucionar el alto coste de la vida".
Si hay que decir la verdad, el principal activo de Sarkozy, y la principal fuente de su "confianza", reside en la debilidad y ambigüedad de la dirección de los sindicatos. Según publicaba AFP el 1 de noviembre:
"En el Eliseo, una observa que Xavier Bertran, Ministro de Asuntos Sociales, está en la ‘primera línea de las discusiones con los sindicatos'. Para suavizar el impacto de las huelgas, ha iniciado un diálogo con varios sindicatos, como la CFDT y el SNCF, el sindicato autónomo de maquinistas".
François Chérèque, que "dirige" la DFCT de una capitulación a otra, es perfectamente capaz de traicionar el movimiento de la misma manera cínica que hizo en 2003, durante la lucha contra la reforma de la jubilación. En las horas que siguieron a la movilización del 13 de mayo de 2003, una de las más grandes desde 1968, Chérèque firmó la "reforma Fillon" sin ni siquiera consultar con las federaciones sindicales. Los dirigentes de Force Ouvrière, como es habitual, encubrieron su negativa a convocar una acción decisiva con un lenguaje muy radical. La CGT, con su tamaño y capacidad de movilizar, es una fuerza decisiva en este conflicto. Sin embargo, la actitud equívoca y conciliadora de Thibault con relación a la reforma de la jubilación y la política del gobierno en general, "ninguna oposición sistemática, juzgaremos cada uno de los casos, etc.,", no favorece la situación.
Cuando Thibault (secretario general de la CGT) anunció que un "marco" diferente para la reforma evitaría un conflicto, ¿qué se supone que pensaron los trabajadores? Cuando dice que para él la reforma es necesaria, pero que los "términos" deben ser negociados, lo que anuncia es la derrota antes de que haya comenzado la lucha. Esto explica la reticencia y el escepticismo que existe entre una capa significativa de trabajadores. "Después de todo, ellos dicen, ¿merece la pena una acción huelguística indefinida para obtener algunos cambios menores?" Los dirigentes sindicales insisten en crear un nuevo "marco" con el gobierno, eso permitirá a Sarkozy dividir a los trabajadores y debilitar su resistencia. En lugar de trabajar para unir a todos los trabajadores del sector privado y público con un plan de reivindicaciones común, los dirigentes de las confederaciones sindicales separan los "casos" diferentes, de este modo ayudan a la estrategia del gobierno.
Sarkozy ha dijo varias veces que no tiene intención de ceder en ninguno de los puntos principales de esta contrarreforma. Por lo tanto, ¿qué se puede negociar aparte de la forma en que los trabajadores perderán sus derechos de pensiones? La negativa de un trabajador ferroviario de la CGT a dar la mano a Sarkozy frente a las cámaras de televisión honró al movimiento sindical, como los comentarios que hizo el sindicalista afirmando que este conflicto se decidiría en las calles. El movimiento sindical y toda la clase obrera necesita dirigentes cuyo lenguaje fortalezca su pensamiento, eleve su combatividad, les una en la lucha común y recupere las tradiciones militantes del movimiento obrero.
¡Movilización de todos los trabajadores para conseguir la retirada de la reforma!
¡Mantenimiento del sistema especial de jubilación!
¡No más de 37,5 años de contribución a las pensiones para todos!
¡No a la retirada del SMIC (salario mínimo)!
Estamos en vísperas de una confrontación importante entre las clases, donde las cuestión va más allá del sistema especial de jubilación. Como decía Raymond Soubie, asesor social de Sarkozy, "es la reforma más difícil porque concierte a aquellos que tiene el mayor poder para bloquearla [...] Si lo consiguen, el resto seguirá". (Les Echos. 1/11/2007). El "resto" hace referencia a la destrucción de las conquistas sociales, mayor inseguridad en el empleo, continuación del desmantelamiento de los servicios públicos, reducción del poder adquisitivo y todas las demás medidas destinadas a reforzar los intereses de los multimillonarios capitalista que tienen todo el poder en este país.
Apoyaremos esta lucha con todas nuestras fuerzas. Intentaremos que sea lo más larga y general posible sin perder de vista la necesidad de rearmar al movimiento sindical y al Partido Comunista con las ideas, programa y principios del socialismo. En Francia, como en todas partes, los capitalistas no ofrecen ningún futuro a los millones de trabajadores, jóvenes y pensionistas. Mientras los capitalistas posean la industria, el comercio, los bancos, el crédito y las aseguradoras, ellos mantendrán el poder sobre nuestra vida, ahogarán nuestras aspiraciones, fortalecerán la desigualdad y harán retroceder la sociedad.
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