Jorge Martín
El lunes 5 de noviembre la campaña del referéndum constitucional en Venezuela se intensificó con el llamamiento al NO del general retirado Baduel. Este general fue un estrecho colaborador de Chávez y se mantuvo leal a él durante el golpe militar de abril de 2002 que lo despojó del poder durante un período breve de tiempo. En julio de este año dimitió de su cargo de Ministro de Defensa y se retiró del servicio militar activo. Sus ataques a la reforma constitucional son parte de una campaña concertada por la clase dominante para impedir que se apruebe la constitución en el referéndum que se celebrará el próximo 2 de diciembre.
Las enmiendas a la Constitución venezolana de 1999 fueron anunciadas por Chávez después de su victoria electoral en diciembre de 2006, con el objetivo declarado de que la Constitución esté en la línea del "socialismo del siglo XXI". Éstas fueron propuestas formalmente por Chávez en julio, discutidas por todo el país y aprobadas con toda una serie de modificaciones y añadidos en la Asamblea Nacional el 2 de noviembre.
Entre las enmiendas más significativas están las que tratan la nueva estructura de poder. Se da status legal a los Poderes Comunales en un intento de acabar con las actuales estructuras del Estado capitalista. En el terreno de la propiedad de los medios de producción, hay toda una serie de artículos reprobados por la oposición porque suponen un ataque a los derechos de propiedad privada, al mismo tiempo que engloban nuevas formas de propiedad social y colectiva.
Incluso aunque las enmiendas propuestas tienen un carácter limitado, en el contexto de lucha de clases que existe en Venezuela, se han convertido en un llamamiento para un nuevo enfrentamiento entre las clases; por un lado, la oligarquía y el imperialismo, por el otro lado la aplastante mayoría de los trabajadores y campesinos.
La clase dominante es consciente de que el nuevo texto de la reforma constitucional (y sin duda alguna es una propuesta avanzada y muy progresista que incluye la jornada laboral de 6 horas diarias y semanal de 36 horas), es visto por las masas como un paso adelante hacia el socialismo. Por esa razón, una vez más, han intentado movilizar todas sus fuerzas para detenerlo. En las últimas dos semanas ha habido una serie de pequeñas manifestaciones de estudiantes opositores en Caracas y otras ciudades que a menudo han terminado en enfrentamientos violentos con la policía. Es evidente la presencia de elementos fascistas organizados en estas manifestaciones con la intención de provocar incidentes que puedan ser utilizados después como una excusa para presentar al gobierno de Chávez como dictatorial y represivo.
Este hecho ha ido acompañado por llamamientos a paralizar el transporte público, una declaración incendiaria de la Conferencia Episcopal oponiéndose a la reforma constitucional, artículos en los medios de comunicación pidiendo una intervención militar para evitar que se celebre el referéndum, etc. Estos acontecimientos, por cierto, confirman lo que dijimos después de las elecciones presidenciales de diciembre de 2006. En aquel momento, algunos dijeron que ahora teníamos una "oposición democrática" en Venezuela, porque Rosales y sus seguidores habían aceptado la derrota. Nosotros respondimos que sólo era una cuestión de oportunidad. En aquella época no tenían las fuerzas necesarias ni puntos de apoyo dentro del ejército para lanzar un golpe, y tuvieron que aceptar los resultados debido a la acción de las masas en las calles.
Ahora están de nuevo en el orden del día los rumores de golpe e intervención del ejército. En una columna aparecida en El Nacional, el 2 de noviembre, Pablo Media, uno de los principales líderes de la oposición y participante en el golpe de 2002, hizo un llamamiento abierto: "Caballeros de las fuerzas armadas nacionales, derroquemos la reforma".
En un movimiento que recuerda al golpe de abril de 2002 y al paro patronal de diciembre de ese mismo año, los líderes de las organizaciones empresariales, Fedecamaras y Consecomercio, aparecieron en televisión haciendo un llamamiento a la población para que se oponga al referéndum y a la reforma.
Al mismo tiempo, la oposición no está en una situación de fuerza. Las manifestaciones de estudiantes de estos últimos días han sido violentas pero pequeñas. La correlación de fuerzas sigue siendo enormemente favorable a la revolución, como se pudo ver de una manera gráfica en las dos manifestaciones del pasado fin de semana. La primera, el sábado, convocada por la oposición, reunió a unos pocos miles de personas. La segunda, el domingo, convocada por Chávez, reunió a cientos de miles, marchando a través de Caracas y llenando, una vez más, toda la Avenida Bolívar y las calles adyacentes.
En esta manifestación, Chávez pronunció un discurso muy combativo en el que apeló a que la campaña del referéndum fuera organizada desde la base y a través de los Batallones Socialistas, las unidades básicas del nuevo Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Cuando contactamos a grupos de activistas de los distritos "23 de enero" y Vargas, éstos nos dijeron, e insistieron bastante en ello, que la movilización del domingo fue realizada por los activistas de base más que por los aparatos de los partidos bolivarianos.
La radicalización de la revolución bolivariana después de las elecciones presidenciales del 3 de diciembre, también ha empujado a sectores del ala más derechista de la dirección bolivariana al campo de la oposición. "Podemos", el partido socialdemócrata que hasta hace poco formaba parte de la coalición de gobierno, oficialmente se ha unido a la oposición. Esta situación es bienvenida porque ayuda a clarificar de qué lado están realmente.
Las declaraciones de Baduel tienen que ser vistas en este contexto. Como hemos explicado antes y en varias ocasiones, la situación dentro del ejército está lejos de estar bajo control. Sigue siendo un ejército capitalista y si no se aplasta y sustituye por el pueblo en armas, finalmente será utilizado contra las masas revolucionarios. Así es como describíamos esta situación hace unos meses:
"Está claro que la mayoría de los oficiales militares reaccionarios se purgaron ellos solos del ejército con la participación en el golpe de abril de 2002 y el intento de golpe de diciembre (cuando se declararon "en rebeldía" en la Plaza Altamira). De los que permanecieron, la mayoría probablemente son leales a Chávez de una u otra manera, pero las razones de la lealtad a Chávez son variadas. Algunos de ellos son leales simplemente porque Chávez representa el gobierno oficial actual, otros reflejan la naturaleza corrupta del estado burgués y juran lealtad simplemente porque están haciendo mucho dinero a través de empresas legales e ilegales, a las que tienen acceso simplemente por estar en el ejército, y muchos de ellos probablemente no se siente cómodos con todos estos discursos sobre el socialismo. Está claro que si la situación alcanza el punto de inflexión decisivo de tomar los medios de producción y destruir el estado capitalista, la mayoría de ellos se pondrían al lado de la reacción". (Ver: Los desafíos de la revolución venezolana).
En el discurso de despedida de Baduel cuando dimitió de Ministro de Defensa en julio, ya estaba claro que no estaba muy cómodo con la dirección que estaba tomando el movimiento. Todo eso del socialismo lo ponía muy nervioso. Si lo que eso significa era socialdemocracia, entonces estaba todo bien, pero cuando se habla de nacionalizar los medios de producción, entonces no lo puede aceptar. "La abolición general de la propiedad privada y la socialización brutal de los medios de producción siempre tienen un efecto negativo en la producción de productos y servicios, y provocan el descontento general entre la población", estas fueron sus palabras.
Estas son las ideas de los reformistas en Venezuela dentro del movimiento bolivariano. "Socialismo del siglo XXI" sí, mientras eso no signifique verdadero socialismo, sino socialdemocracia. Es significativo mencionar que Baduel escribió una introducción al libro del intelectual reformista Heinz Dieterich, El socialismo del siglo XXI y fue la principal figura que participó en la presentación del libro en Venezuela. Evidentemente, las ideas de Dieterich (en lo básico defender el "socialismo" sin cambios en la propiedad privada de los medios de producción) han proporcionado una cobertura "teórica" a los reformistas de Venezuela, quienes, conforme la revolución se radicaliza más, revelan su verdadera naturaleza como agentes de la contrarrevolución.
Las declaraciones que hizo ayer Baduel, pronunciadas en una conferencia de prensa en la que sólo se invitó a medios de comunicación opositores, eran el siguiente paso lógico. Utilizando los mismos términos que Pablo Medina y otros líderes opositores, describió la propuesta de reforma constitucional como un "golpe de estado", entre otras razones porque "con la excusa de distribuir la riqueza entre la población, el Ejecutivo acaba con la propiedad privada". Dijo que lo que se estaba discutiendo no eran reformas menores sino una "transformación del Estado en un modelo totalmente diferente de país".
Y en lo que sonó como un llamamiento a un levantamiento contra la revolución bolivariana, añadió que la reforma constitucional debería ser acordada mediante "un pacto social de amplio consenso", de otra manera ¡"una amplia mayoría no lo aceptaría, siempre intentaría cambiarlo incluso aunque tenga que recurrir para ello a medios violentos"!
Acabó con un llamamiento a no "subestimar la capacidad de analizar y pensar de los hombres del ejército venezolano", esta era una declaración dirigida claramente a las fuerzas armadas para que salieran en contra de la reforma y del referéndum. Como en ocasiones anteriores, la clase dominante y el imperialismo están intentando calibrar las fuerzas con las que pueden contar. Primero intentarán desacreditar e impedir que se celebre el referéndum, aunque al final podrían verse obligados a participar en él.
En cualquier caso, la reacción de la revolución bolivariana ante estas declaraciones y provocaciones contrarrevolucionarias sólo puede ser pasar a la ofensiva. Como se ha demostrado una y otra vez, la correlación de fuerzas es enormemente favorable a la revolución, pero esta fuerza debe ser puesta en movimiento de una manera organizada. La movilización para el referéndum constitucional del 2 de diciembre no debería ser vista simplemente como una cuestión electoral. Hay que extender la movilización revolucionaria, no sólo para ganar el referéndum, sino también para implantar las medidas que contiene la reforma propuesta.
Cualquier empresa que participe en el sabotaje de la economía, particularmente en el transporte y en la cadena de distribución de alimentos, debería ser ocupada de manera inmediata por sus trabajadores y expropiada por el gobierno, utilizando las leyes que ya existen. Se debería iniciar una campaña seria de agitación política dentro del ejército, con la creación de Batallones Socialistas del nuevo PSUV formados por soldados y oficiales revolucionarios de confianza. Esta medida debería ir acompañada de la creación de unidades de la Guardia Territorial en todas las fábricas y barrios obreros, para que reciban formación y equipamiento militar.
Estas medidas deberían ser vistas como los primeros pasos para sacar las manos de los capitalistas de las palancas del poder económico, que aún tienen y utilizan contra la voluntad democrática de la mayoría. Debería ser puesta bajo el control y gestión democrática de los trabajadores para el beneficio de la mayoría. Por otro lado, las estructuras del viejo Estado capitalista deben ser aplastadas y, de una vez por todas, sustituidas por una red de consejos de fábrica y comunitarios con voceros elegidos y revocables en cualquier momento que abarquen todo el territorio del país.
¡Por un masivo voto "SI" en el referéndum, y avanzar decisivamente hacia el socialismo!
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