
En la base del accionar de las fuerzas militares está la Doctrina de Seguridad Nacional que le permite desarrollar una guerra constrainsurgente.
ANNCOL
Las fuerzas militares colombianas han sido el aparato represivo que ha tenido el Estado para adelantar su guerra contrainsurgente. Ello ha significado que los militares desde siempre ha asesinado a los colombianos -campesinos, obreros, sindicalistas, políticos de izquierda, estudiantes, mujeres, niños-, que ellos o los 'políticos' creen que son 'comunistas', 'socialistas', y por ende, 'guerrilleros' y más recientemente 'terroristas'.
Evidentemente que para esta política contrainsurgente cuenta con su Doctrina base, la Seguridad Nacional, y sus sucedáneos Doctrina de Baja Intensidad y Documentos Santa Fé. En artículos anteriores hemos dicho que la oligarquía y sus peones militares han sido unos alumnos aventajados de las Doctrinas Contrainsurgentes diseñadas por el imperio desde el año 1928 con la Masacre de las Bananeras.
Lo realmente novedoso de la aplicación de estas doctrinas es la utilización de sectores delicuenciales para desarrollar la guerra contra el mismo pueblo y ahí podemos enmarcar la utilización impúdica de las estructuras delincuenciales del narcotráfico -que conocemos como 'paramilitares' pero en realidad son narcoparamilitares-, las cuales les permitían 'lavarse la cara y las manos' en los delitos por ellos cometidos.
Esta estrategia le permitió a las fuerzas militares estar a 'salvo' de las condenas de la comunidad nacional e internacional por las violaciones de derechos humanos y endilgarle la culpa a los 'paramilitares', como si éstos fueran una rueda suelta en el accionar militar y no contaran con el apoyo total de las fuerzas militares, como ha sido probado en infinidad de ocasiones. Claro que a pesar de la estratagema utilizada la denuncia del pueblo colombiano, de las ONGs de derechos humanos y de la misma insurgencia armada, ha probado fehacientemente el 'cordón umbilical' entre narco-paramilitares y fuerzas militares, y consiguientemente entre 'clase política' y 'narco-paramilitares' en el proyecto de institucionalización y legalización del narco-paramilitarismo a las máximas instancias estatales.
Pero a pesar de tratar de 'esconder sus heces' -como también lo hace la 'clase política' y el mismísimo narcoparamilitar presidente Uribhitler-, todo se ha ido develando. Las fuerzas militares continúan violando los derechos humanos -así lo traten de esconder- y en el momento presente estas acciones han ido in crescendo. Siempre dijimos que si había en realidad una desmovilización de las estructuras narco-paramilitares, ésta significaría que las fuerzas militares irían aumentando su participación directa en las violaciones de derechos humanos, como en efecto ha ocurrido a pesar de que la desmovilización de los narco-paramilitares haya sido todo un embeleco.
Las denuncias del accionar de las fuerzas militares, de policía y el DAS en el asesinato de jóvenes en todo el territorio nacional evidencia que el aparato represivo del estado no ha renunciado a su concepción de seguridad nacional. Es más, la mal llamada 'Política de Seguridad Democrática' es 'más de lo mismo' que han prometido y dado todos los presidentes colombianos. O sea, 'seguridad' para las inversiones de los ricos y el imperio y 'plomo' para las reivindicaciones de los pobres.
Los paros de Asonal judicial y de los Corteros de Caña del Valle del Cauca, en ese orden de ideas, están siendo estigmatizados por el propio presidente narco-paramilitar Uribhitler, y no es descartable que en el momento o más tardecito se produzca una arremetida de 'plomo' contra los trabajadores en paro.
El estado, militares y 'políticos', pueden continuar adelantando su guerra contrainsurgente y seguir asesinando a civiles desarmados e inermes, pero su conducta criminal será parada realmente cuando el movimiento popular se fortalezca y, además, adelante sus acciones reivindicativas, políticas, sociales, gremiales, en tanto la insurgencia armada continúe con las suyas propias.
Por estas razones, nada más acertado para los trabajadores y el pueblo que en avanzar en la discusión de la Plataforma Bolivariana conjuntamente con sindicatos, partidos políticos de izquierda, y la insurgencia armada a fin de hallar o rehacer los vasos comunicantes entre los diversos sectores del movimiento popular.
Porque si a algo le teme la oligarquía y el imperio es a la unidad del pueblo colombiano.
ALP
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