Se sentía aún el peso de la terrible derrota de la Segunda Revolución China, cuando en 1931, luego de arduas discusiones, los oposicionistas chinos se unificaron fundando la Liga Comunista de China, como vimos en otra entrega. En mayo de ese año, Japón invadió Manchuria, anticipando el conflicto de los años por venir. La joven organización trotskista enfrentó desde sus inicios numerosos enemigos: la policía de los protectorados extranjeros (de Francia e Inglaterra), la represión del Kuomintang y la persecución incesante del stalinismo. Sorteando numerosos obstáculos, se esforzaron por difundir las posiciones del marxismo revolucionario mediante distintas publicaciones, llegando incluso a traducir y editar trabajos de Marx, Lenin y Trotsky, aparte de sus propias elaboraciones. Sin embargo, la guerra entre China y Japón desataría una profunda crisis en las filas trotskistas1.
Bajo fuego
Ante la invasión japonesa a Manchuria, los trotskistas, en su periódico Chispa2, urgían a los partidos comunistas a forzar a la URSS y al movimiento comunista internacional a apoyar a China en su lucha contra Japón, mientras que en su política interna llamaban a la movilización de los obreros de las ciudades, a la ligazón de los soviets campesinos del Partido Comunista Chino (PCCH) con el movimiento obrero urbano y a la unidad de las filas comunistas. En octubre de 1932, la represión descargó un nuevo golpe sobre la Liga Comunista: sus principales dirigentes fueron encarcelados por las autoridades del gobierno nacionalista, entre ellos Peng Shu Tsé3 y Chen Tu Shiu4. Este último, en 1936, luego de los primeros juicios de Moscú, puso en duda la caracterización de la URSS como un estado obrero degenerado, haciendo hincapié en que allí la clase obrera había sido completamente desplazada del aparato del estado, y propuso una nueva definición: un “estado burocrático”5. Algunos meses más tarde, en un estudio dedicado al desarrollo de la democracia, Chen atacó la tradicional concepción de la democracia como una forma de dominación de la burguesía; la democracia como un indicador del carácter del estado (progresivo o reaccionario) no tenía un carácter de clase en sí mismo en su opinión. Se estaba gestando la crisis de la sección china.
El estallido de la guerra y la crisis
La guerra sino-japonesa estalló como tal en julio de 1937 con la invasión del norte y el este de China por parte de Japón. Este conflicto fue una anticipación de la Segunda Guerra Mundial y generó profundas discusiones entre los trotskistas chinos, determinadas por la caracterización de la guerra mundial, la próxima intervención de EE.UU. contra Japón y su relación con el carácter progresivo de la resistencia china. Nacieron así tres alas: una liderada por Peng Shu Tsé y Li Fu Jen, otra dirigida por Chen Tu Shiu y otra impulsada por Wang Fanxi.
La posición de Peng Shu Tsé y Li Fu Jen se basada en un artículo donde Trotsky afirmaba que “Si existe en el mundo una guerra justa, esa es la guerra del pueblo chino contra sus opresores. Todas las organizaciones obreras, todas las fuerzas progresistas de China, sin abandonar su programa ni su independencia política, deben cumplir hasta el final su deber en la guerra de liberación, independientemente de su actitud con respecto al gobierno de Chiang kai Shek”6. Li Fu Jen7 sostuvo ante la Conferencia de Fundación de la IV Internacional: “Japón, el eslabón más débil del imperialismo mundial, busca superar su estado de decadencia por medio de una guerra colonial. Los imperialistas japoneses, al invadir China, han provocado una campaña defensiva que, a pesar de su debilidad y de la insuficiencia que le da la dirección del Kuomintang, toma el carácter de una guerra de liberación nacional. Al mismo tiempo Japón, al continuar con su guerra de pillaje, ha acentuado los antagonismos interimperialistas que empujan a la humanidad hacia una nueva guerra mundial”8. La invasión nipona generó un movimiento antiimperialista que impuso al régimen del Kuomintang el abandono de su política de “no-resistencia” que hasta ese momento había tenido frente a las reiteradas incursiones militares japonesas. Ante este giro, los revolucionarios volvieron a diferenciarse de la política del stalinismo: “El imperioso deber del proletariado internacional, y especialmente, de la vanguardia revolucionaria, es el de apoyar la lucha de China contra Japón. El crimen de los stalinistas consiste, no en la ayuda y la participación en la lucha de China, incluso bajo la dirección del Kuomintang, sino en el abandono de la lucha de clases, en el abandono de los intereses de las masas explotadas, en la capitulación política frente al Kuomintang, en la abdicación del derecho de movilización independiente de las masas contra el invasor japonés, en la renuncia a la crítica revolucionaria de la dirección de la guerra por el Kuomintang, en reforzar la dictadura de Chiang Kai Shek, en apoyar y en difundir la ilusión de que el Kuomintang y la burguesía nacional pueden dirigir la guerra de una manera eficaz y hacia un final victorioso.”9 Para poder derrotar al Kuomintang era indispensable ganar influencia y prestigio en el proletariado y en el ejército, y ser los mejores combatientes en la lucha militar contra la invasión extranjera, y en la lucha política contra las debilidades, las deficiencias y las traiciones del gobierno burgués. En China el proletariado podría ganarse al conjunto de las masas populares demostrando que era la única clase capaz de llevar al triunfo en una guerra de liberación nacional.
Chen Tu Shiu partió de afirmar, al igual que Trotsky, el carácter progresivo de China contra Japón. Pero caracterizó la guerra mundial que se avecinaba como un choque entre las potencias democráticas y el Eje fascista. Sostenía que en los países democráticos como Inglaterra y Francia, la política de los revolucionarios debía focalizar la participación en un frente único con la burguesía contra el fascismo, renunciando a continuar con la lucha de clases al interior de los países “democráticos”. Esta posición lo llevó a absolutizar la política de frente único en China, dejando de lado la independencia política de la clase obrera y la necesaria oposición al gobierno de Chiang Kai Shek.
Wang Fanxi10 y sus seguidores, por el contrario, partían del carácter interimperialista de la guerra mundial para plantear un cambio en relación a la política del grupo en el conflicto sino-japonés. Sostenían que si el ejército de EE.UU. intervenía contra el ejército japonés y se transformaba en su principal oponente, la guerra cambiaría de carácter y se transformaría en una guerra entre EE.UU. y Japón con China como agente menor del bando norteamericano. En tal caso, había que adoptar una posición derrotista de ambos bandos, abandonando la lucha por la liberación nacional de China.
La lucha fraccional se precipitó en la II Convención nacional de la Liga Comunista en julio de 1941. La resolución aprobada allí, titulada “Nuevas actitudes y políticas hacia la guerra germano-soviética y la venidera guerra entre EE.UU. y Japón” reflejaba la posición mayoritaria del grupo de Peng. Sostenía que los destinos de la guerra antijaponesa de China y la guerra antialemana de la URSS estaban entrelazados. Ambas guerras eran justas, y los trabajadores chinos y soviéticos podrían triunfar por la vía de la victoria militar; por el contrario, en Japón y Alemania, los trabajadores deberían colaborar en el triunfo de China y de la URSS saboteando la maquinaria militar de su propio país. Nadie apoyó la visión de Chen y Wang fue respaldado por unos pocos militantes.
Bárbara Funes
1 Este artículo está basado en el Ensayo Introductorio de Gabriela Liszt al libro Guerra y Revolución. Ediciones CEIP “Leon Trotsky” 2004.
2 De acuerdo con Robert Alexander, se trataría de un periódico de circulación ilegal.
3 Peng Shu Tsé (1895-1983): dirigente trotskista chino. Ver Demian Paredes, LVO 289 “A 70 años...”.
4 Chen Tu Shiu (1879-1942): fundador del Partido Comunista, fue parte de la Oposición de Izquierda China. Sin embargo, rompió con el trotskismo pocos años antes de su fallecimiento. Ver Demian Paredes, op. cit.
5 Ver “Chen Tu Shiu y la IV Internacional, 1937-1942”, Pierre Broué.
6 Ouevres, 14, 30 de julio de 1937, p. 216.
7 Li Fu Jen (1901-1988): militante de origen británico, residió en China siendo un miembro activo de la Oposición de Izquierda. Luego vivió en EE.UU. donde fue dirigente del SWP.
8 Li Fu Jen, “Resolución sobre la lucha de clases y la guerra en Extremo Oriente”, en La fundación de la IV Internacional y el Programa de Transición.
9 Li Fu Jen, op. cit.
10 Wang Fanxi (1907-2002): miembro del PC chino, más tarde se unió a las filas de la Oposición de Izquierda. Estuvo preso entre 1931 y 1937. Se exilió en 1949, luego del triunfo de Mao.
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