domingo, agosto 09, 2015

Hiroshima, la lluvia negra de la barbarie



Cada año se publican aquí y allá algunas informaciones sobre lo que pasó en Hiroshima y Nagasaki, trabajos que normalmente pasan desapercibidos. El motivo es muy simple: son cotas de barbarie realizadas por los vencedores. A esta cota máxima de barbarie se le podrían añadir otras, Manu Leguineche en Sobre el volcán (reeditado en ediciones de Bronce, 1999), nos hablaba con toda justicia de los Auschwitz norteamericanos: Chile, Argentina, Nicaragua, El Salvador…Pero, señores letratenientes como Vargas Llosa, lo máximo que se puede decir es que ”los estados Unidos tienen defectos” Dado que el cine ha sido ante todo y sobre todo, Hollywood, no .es de extrañar que existan tan pocas películas sobre los GULAG del país del dólar y, concretamente, tan poca filmografía sobre Hiroshima y Nagasaki.
En otro articulo 1/, ya nos hemos referido nos hemos referido a las contadas excepciones –que las hubo-, en las que Hollywood abordó la cuestión con el objetivo de neutralizar cualquier acusación o cualquier sentimiento de culpa.
Una de estas excepciones fue The Falcon and the Showman (El juego del halcón, EUA, 1985), filme de John Schlesinger con guión del reputado Steven Zaillian que adapta un libro de Robert Lindsey, en el que se reconstruía la historia real de dos jóvenes de buena familia que se convirtieron en espías al servicio de la URSS. Narrada en un tono desapasionado y casi documental, sus evidentes atractivos se van diluyendo; pero en la que se ofrece un momento en el que el protagonista encarnado por Timotty Hutton, justificaba serenamente la “traición” de su país, entre otras cosas porque este sigue siendo el único país del mundo que utilizó la bomba atómica contra otro. Un acto que, tal como se como se ha presentado por la derecha made in USA, más bien parece que se le tenía que agradecer 2/.
Durante el tiempo que siguió hasta el presente, algunos cineastas japoneses no olvidaron. Lo demostraron películas como El canto eterno de Nagasaki o Hiroshima, películas ignotas que nunca nos llegaron, una filmografía olvidable por lo general con la excepción de Lluvia negra 3/… Esta lluvia fue la que acompañó a la bomba y que cayó sobre las victimas que tuvieron la desdicha de sobrevivir. Imamura no dice nada sobre los responsables, no lo necesita. Le basta con recrear la “suerte” de algunos de estos apestados que, después de todo lo que han sufrido y sufren, se ven rechazados por su entorno incluso aunque ya estén sanos. Así la escena más impactante de la película es cuando un novio abandona a la chica con la que se iba a casar porque sus familiares padecieron Hiroshima, y no le importa que ella le haga conocer los certificados médicos que confirman su buena salud.
No hay vistas desde las alturas, todo es presentado a ras de tierra. La cámara retrata las personas concretas que un rato antes hacía su vida normal en Hiroshima. Describe la ciudad llena de zombies, como si se tratara de muñecos de plástico que se van deshaciendo según caminan, e inserta un plano en el que una mujer lleva a un niño en brazos, más parecido a un tronco carbonizado que a un ser humano. Son detalles de las filmaciones japonesas, de los testimonios del horror sin límites, sobre una historia sobre la que conozco ni un mal libro.
Imamura no subraya nada, no ofrece nada que no sea cierto, y sin embargo, la realidad es tan tremenda que la película puede parecer una versión de la “los muertos vivientes”. Su tratamiento es del cine de la época en un oscuro blanco y negro que te hace sentir como si estuvieras delante de un documental sobre la tragedia identificando la cámara con tu propia mirada. Me pregunto, ¿si aquí todo eso queda tan extraño cuando sabemos lo que fue Guernica bajo el franquismo, que no será en los Estados Unidos donde parece que la “democracia” lo justifica todo?
Shohei Imamura. La preocupación por el ataque americano parecía no existir. El terrible día del 6 de agosto, Hiroshima se despertaba con tranquilidad, la gente salía a hacer su trabajo diario, las ceremonias rituales seguían su curso. Había escasez por la coyuntura bélica, pero nada de lo que se muestra en el terrorífico inicio del film parecía indicar que se acercaba uno de los días más dolorosos para la historia de Japón. Nadie se preocupaba por las políticas de promoción racial que su país hacía más allá de sus fronteras. El relámpago acabó con su frágil sensación de bienestar. El pánico que siguió a la caída de la bomba se muestra como si de una película de fantasmas japoneses se tratara. Brazos desmembrados, cuerpos calcinados, gritos de horror… La caracterización está más cerca de la alucinación genérica que del sustrato realista del resto de la película. La caída de la bomba supone una discontinuidad en la secuencia histórica japonesa. Recordemos que será en la posguerra cuando aparezca el fenómeno Godzilla y cuando los cuentos de terror tendrán mayor aceptación. Imamura mide el horro de forma cercana, sin pirotecnias: sorprende la normalidad con que la cámara se acerca a las victimas apresadas por el alquitrán. No hay más filtros que el de la fotografía en blanco y negro.
No se trata de narrar una historia, sino de representar de la forma más fiel posible el horror. Kuroi Ame es todo lo contrario a la diversión. Diversión es lo último que debería buscarse en un film de estas características. Una guerra no es divertida (Spielberg, etc…) La muerte de personas inocentes no es nada divertido. Las enfermedades provocadas por la irradiación nuclear no son divertidas. Por eso Kuroi Ame no es divertida. Entretenerse, sentir placer, mientras asistimos a esta tragedia es lo más detestable que un ser humano puede hacer. Kuroi Ame es un film comatoso, nada atractivo visualmente, porque es la única forma posible de mirar a los ojos al espectro de la muerte. Hacer lo contrario sería frivolizar la mortecina sombra que un día de agosto del 45 cayó sobre la ciudad japonesa. Kuroi Ame es lo que debe ser: un terrible, incómodo y asfixiante viaje cuyo destino final es, inexorablemente, la muerte. Y durante todo ese viaje, ese destino fatal se intenta maquillar, obviar, bajo la fachada de lo cotidiano, de lo aburrido, incluso de lo trivial. Ante esto, al espectador le puede ser difícil mantener la atención, pero es su obligación hacerlo, porque está en juego la vida de miles de personas que murieron aquel día y de todos los que padecieron la caída de la bomba en los años sucesivos. Hay que prestar atención, nos guste o no, hasta ese final en el que nos espera la muerte, una muerte prematura injusta, provocada por un relámpago que se escapa al campo de visión de la cámara, como también se escapaba a la conciencia de los japoneses.
El film acaba de forma repentina, cuando el espectador espera recibir más información. Pero el fantasma de la muerte ya ha aparecido y los afectados por la bomba ya están condenados.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

1/. Cf. Hiroshima, Hollywood y un teniente coronel cinéfilo español, aparecido en Kaos, 18 julio, 2015. En él llamo la atención sobre el nulo interés sobre esta tragedia mostrado en la obra Diccionario de Películas. El cine Bélico (editado por el Ministerio de Defensa en colaboración con la editorial T&B, 2009). Este es el título escogido por el teniente coronel José Manuel Fernández, todo un especialista militar en este cine.
2/ Lamento no contar con la documentación en la mano, pero recuerdo muy vivamente que el corresponsal de La Vanguardia de Barcelona desde el Vietnam de los años sesentas, gustaba de insistir en que no entendía como era que los norteamericanos no utilizan su armamento nuclear en el conflicto; en fechas recientes, con ocasión de un debate en TV3, otro corresponsal del mismo diario insistía que en el Vietnam había muerto 50.000 soldados, hasta que alguien le precisó que se olvidaba de los cinco millones de vietnamitas. Igualmente recuerdo un lejano el artículo dominical de Vargas Llosa en El País, como este comentaba de manera favorable los argumentos que justificaba su utilización por el presidente Truman, al que Dios tendrá obviamente en su gloria.
3/ Lluvia negra (Kurio Ame, 1989, Japón, 122 min., B/N). Director : Shohei Imamura Guión : Toshiro Ishido y Shohei Imamura, basado en la novela “Kuroi Ame” de Masuji Ibuse Fotografía : Takashi Kawamata Música : Toru Takemitsu Montaje : Hajime Okayasu Producción : Hisa Lino Productoras : Imamura Production y Hayashibara Group .Intérpretes: Yoshiko Tanaka (Yasuko Takamaru, la sobrina), Kazuo Kitamura (Shigematsu Shizuma, el tío), Etsuko Ichichara (La tía), Shoichi Ozawa (Shokichi), Tomie Ume (Tane, su esposa), Norihei Miki (Kotaro), Hisako Hara (La abuela), Shoji Kobayashi (Katayama), Keisuke Ishida (Yuichi).

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