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martes, julio 11, 2017
La ejecución de Julio López, uno de los primeros socialistas mexicanos
El 9 de julio de 1868 fue ejecutado en el patio de la Escuela Moderna, localizada en Chalco, Estado de México, Julio López, uno de los primeros mexicanos que abrazó las ideas anarquistas y del socialismo utópico francés, por rebelarse contra los planes liberales llevados adelante por el gobierno de Benito Juárez.
El proyecto político que defendían los liberales trataba de construir un Estado nacional que contribuyera al desarrollo capitalista en México, actuando como gendarmes tanto de la vieja casta de hacendados como de los nuevos empresarios industriales.
Julio López era originario de San Francisco Acuatla y desde joven se hizo parte del grupo de Plotino Rhodakanaty. Éste simpatizaba tanto con el anarquista Bakunin como con el socialista utópico Fourier, y vino a México a proponer las ideas de éstos. Encaminó entre peones y trabajadores sus esfuerzos para oponerse a los planes capitalistas que la naciente burguesía mexicana instituía, despojando de sus tierras a los campesinos y negándole los derechos laborales a los obreros.
Después de varios intentos de crear agrupaciones y una huelga doblegada con represión en 1865, Rhodakanaty funda el Club Socialista de Chalco, una asociación que organizaba campesinos, algunos trabajadores y estudiantes. En ella el aprendiz Julio López asimiló los ideales del anarquismo y el socialismo utopista que se desarrollaban incipientemente en México en forma de mutualismo durante la segunda mitad del siglo XIX.
Estos primeros grupos de organizadores de trabajadores del campo y la ciudad fueron perseguidos tanto por los gobiernos conservadores (durante el imperio de Maximiliano) como por los liberales (de Juárez en adelante con la República restaurada), ya que pregonaban un proyecto distinto tanto en la producción y distribución de la riqueza, como en la posesión parcial de los medios de producción como era la cuestión de la tierra.
También abogaban por la organización de los artesanos y de los obreros en los pequeños talleres y en las primeras fábricas, ya que no existían los códigos laborales, por lo que los abusos de los patrones eran el pan de cada día y estos los llevaban a cabo sin regulación alguna, justo como les pasó a los obreros europeos varias décadas antes.
Es en este ambiente en que Julio López desarrolla sus ideas y termina rompiendo con Rhodakanaty, al tener una divergencia sobre el uso de las armas para llevar adelante el ideal libertario, López estaba a favor de organizar batallones de campesinos y obreros para defender sus derechos.
Y así fue, él y sus seguidores se rebelaron contra Juárez y las Leyes de Reforma, asaltando haciendas en Chalco y Texcoco, ya que los hacendados, para aumentar la producción, despojaban a los indígenas de las tierras y los convertían en peones, formando así los grandes latifundios que serían uno de los pilares del posterior gobierno de Porfirio Díaz.
El 16 de enero de 1868, López da a conocer un manifiesto llamado “República y Patria Mexicana”, dirigido a Juárez, con la exigencia de reformar la posesión agraria para que se respetara la propiedad comunal indígena, en él también denunciaba los despojos que los hacendados perpetraban contra los pueblos originarios.
Por supuesto que el gobierno del [Benemérito de las Américas no estaba en lo más mínimo dispuesto a ceder ante dichas demandas, lo que llevó a Julio López a cumplir una de las amenazas contenidas en su manifiesto. Aglutinó a pobladores e invadió los pueblos de San Francisco Acuautla, Coatepec y San Vicente Chicoloapan, de Chalco y lugares aledaños, contra las haciendas.
El 23 de marzo de 1868 fue capturado y procesado por un juez, junto con seguidores suyos: María Trinidad Juárez, Simón Arriaga, Mariano Vargas, Serapio Ortiz y Modesto Estrada, sin embargo, ante el peligro de una revuelta y con la huella de la Guerra de Reforma aún fresca, las autoridades juaristas lo indultaron.
En abril de ese mismo año lanzaría un segundo manifiesto titulado “A todos los oprimidos y pobres de México y del Universo”, en este exponía de forma más clara el carácter clasista y político de su movimiento, aunque se mantenía en los límites del agrarismo: la restitución de tierras) al identificar a los indígenas con los trabajadores, los peones y los proletarios en contraposición a los terratenientes. Después saqueó la Hacienda de Buena Vista repartiendo los bienes entre la población, luego extendió sus actividades al sur de Morelos, al este en San Martín Texmelucan, Puebla, y al oeste hasta Tlalpan.
El intento por acabar con su causa movilizó a las tropas juaristas que atacaron a los rebeldes en Río Frío, sin lograr detener a López, de esa manera se intensificó la represión y los abusos de las fuerzas del Estado para detenerlos, comenzaron a allanar casas, imponer multas, a robar los títulos de propiedad de las tierras de los pueblos originarios, a golpear, a amenazar y encarcelar civiles para que no se unieran a Julio López.
Finalmente, la persecución dio con él en Atocpan, (Milpa Alta) Antonio Flores, Jefe Distrital de Texcoco, derrotó a sus fuerzas y lo capturó nuevamente para ejecutarlo, como un escarmiento para todo aquel que cuestionara el proyecto liberal.
Luego de su asesinato a manos del gobierno, la burguesía terrateniente demostró su preocupación hacia la lucha de los de abajo, temerosos por la aparición de otro movimiento comenzaron a cerrar filas con el discurso de que los ideales de López eran una locura y eran irrealizables. De manera que trataron de ponerlo frente a la opinión pública como un bandolero y un asesino con delirios, para intentar eliminar toda tentativa por emular su ejemplo.
Las últimas palabras de Julio López antes de ser ejecutado fueron “Viva el socialismo”, y ahora son más indispensables que nunca al rescatar sus lecciones, ya que él fue el primero en encabezar un movimiento que luchara por la reorganización de la sociedad en México, donde las tierras fueran devueltas a los campesinos y donde los trabajadores tuvieran derechos dentro del naciente estado burgués. Éste es uno de los grandes antecedentes revolucionarios que marcaron a la clase obrera mexicana, y su legado debe ser conocido por todos, para que así las futuras generaciones sepan que los derechos se conquistan luchando.
La omisión de personajes como éste en la historia oficial demuestra un carácter de clase en la enseñanza pública y privada, la construcción del Estado nacional a favor de la burguesía trata de ocultar la dominación que existe en torno a las relaciones capitalistas de producción las cuales generan las grandes desigualdades. Nos muestran una historia de bronce hecha a base de personajes sobresalientes sin considerar los intereses a los que servían, uno de los más importantes ejemplos es Benito Juárez, que fue antagónico de los pueblos indígenas y de la clase obrera, al grado que instituyó la pena de muerte a quien organizara una huelga.
El liberalismo que encabezaba Juárez representaba un proyecto ligado a la modernidad y el impulso al desarrollo de las fuerzas productivas, pero sin servir a los intereses de todos, pues se trataba de consolidar el estado liberal burgués, capitalista.
Rafael AR Escalante
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