viernes, junio 01, 2018

La lucha de los camioneros conmociona a Brasil



La lucha camionera ha hecho detonar una crisis general, que pone en jaque el conjunto de la política ajustadora del gobierno Temer

El último aumento de combustibles en Brasil generó el estallido de un paro de medio millón de camioneros que se fue extendiendo rápidamente por todo el país, en el que intervienen medio millón de choferes, con cortes de ruta y movilizaciones y un amplio apoyo popular desde hace diez días, sumiendo en la parálisis y el caos a prácticamente toda la economía.
Al igual que en la Argentina, los precios de los combustibles para el transporte automotor suben en Brasil en forma sistemática: porque están indexados en dólares al precio internacional del petróleo y el dólar acompaña la devaluación creciente de la moneda brasilera, el real. En el último año aumentó el 50%, muy lejos de la evolución salarial.

Características del movimiento

Se trata de un movimiento heterogéneo, que va desde las grandes empresas transportistas hasta una masa de decenas de miles de camioneros independientes (muchos de ellos choferes asalariados que se han visto obligados a ‘aceptar’ su camión de empresas monopólicas y pagarlo en larguísimas e infinitas cuotas.
Los empresarios del transporte tienen un peso relevante en la dirección de la lucha en curso. Esto se evidencia en el programa que levanta este masivo movimiento. En el mismo no figuran reivindicaciones propias de los choferes trabajadores, que son de los que tienen peores condiciones laborales en el movimiento obrero: se autoexplotan trabajando doce y más horas por día (porque suelen cobrar a destajo por kilómetro recorrido), carecen de protección social y soportan un elevado número de accidentes. Nada de esto figura en los reclamos de la lucha camionera.
Pero, con independencia de ello, la lucha ha hecho detonar una crisis general, ya que la política ajustadora del gobierno Temer tiene en el tarifazo uno de sus pilares. Dicha política es un reflejo directo de la crisis mundial capitalista que obliga a estos ajustes a los gobiernos semicoloniales para continuar pagando la deuda externa alimentada en forma usurera por la banca imperialista. Estas recetas de ‘ajuste’ fondomonetaristas están provocando revueltas y sublevaciones (Nicaragua, ahora Brasil, Argentina, etc.).

El gobierno

El gobierno ha debido retroceder en varias oportunidades -pasó de reducir el precio del combustible, primero de un 10% a un 13%, congeló las tarifas de 30 a 60 días, disminuyó el costo del peaje-, pero no ha logrado aún levantar la protesta activa: el paro camionero continúa.
La lucha pone más que nunca al descubierto la parálisis en que se encuentran las centrales obreras y las direcciones sindicales que llaman a postergar la resistencia y lucha de los trabajadores al brutal ajuste en marcha, a la espera de un ‘cambio’ por vía electoral en octubre próximo. Es la estrategia que viene enarbolando no sólo al PT de Lula, sino también el PSOL y los grupos satélites que giran en torno de ellos. Este electoralismo los ha llevado a contener y desviar las tendencias de lucha en el seno de las masas trabajadoras (boicot a paros generales, etc.) y a formar frentes de conciliación de clases con partidos burgueses, incluyendo a los que participaron del golpe que destituyó al gobierno del PT.
La acción directa contra los ataques del gobierno, como lo revela la lucha camionera, es el arma más efectiva no sólo para defender al pueblo trabajador y frenar la política de entrega (privatización de Petrobras, pago usurario de la deuda externa, etc.) sino para enfrentar también las maniobras políticas represivas, reaccionarias y proscriptivas, como la militarización y la prisión de Lula, etc.).

Huelga general

La izquierda revolucionaria debe intervenir frente a esta irrupción, producto de la crisis del régimen capitalista brasilero, lanzando -y trabajando enérgicamente- la consigna de huelga general, dirigida a la CUT y todas las centrales y sindicatos obreros. Por los reclamos de las masas trabajadoras que buscan unirse para frenar los ataques de Temer y compañía: derogación de la reforma laboral, retiro del proyecto reaccionario de reforma previsional, anulación de los tarifazos, aumento de emergencia de salarios y jubilaciones e indexación mensual de los mismos, reincorporación de todos los despedidos.
Esta tendencia está planteada: ahora, el sindicato de los petroleros (FUP) ha convocado a un paro general de 72 horas “de advertencia”. Reclama la reducción del precio en el combustible y la oposición a la privatización de Petrobras (ya hay pliegos licitatorios para ir entregando de a partes este gigante petrolero). Ha declarado que si el gobierno no responde, lanzará posteriormente la huelga general por tiempo indeterminado. Asambleas en todos los sindicatos para extender y organizar la huelga general.
La derecha de Bolsonaro salió a apoyar a los camioneros con declaraciones y videos. Es -no cabe duda- una posición electoralista. Este intento de canalizar en términos político-electorales la lucha camionera, puede ser neutralizado por una intervención masiva del movimiento obrero.
Se debe aprovechar la crisis abierta con la irrupción de los camioneros para intervenir con todo el peso social de millones y millones de trabajadores de la ciudad y el campo y, en ese marco, organizar a la masa de choferes asalariados (incluso a los ‘patrones’ cuentapropistas autónomos) en forma independiente. Las patronales del asfalto quieren ampliar el programa de lucha incorporando exenciones impositivas (entre ellos, a la previsión social) y otros subsidios. Pero defender estos reclamos no es defender la fuente de trabajo del obrero, como pretenden hacer creer las patronales, sino sus ganancias. Las grandes patronales van a levantar el paro si éste avanza en su radicalización y extensión a nuevos sectores del pueblo trabajador y/o apenas consigan sus reclamos. El movimiento obrero camionero debe organizarse en forma independiente y bregar junto al resto de la clase obrera brasilera por una huelga general. Un dirigente de los camioneros de la refinería de Canoas (Porto Alegre) señaló: “Nuestra reivindicación no es sólo por el diésel, sino por la nafta que el padre de familia usa, por el gas de la cocina que impacta mucho en el presupuesto del ama de casa… Es por todos los brasileros”.

Rafael Santos

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