miércoles, junio 13, 2018

Muchas piedras, pocas nueces



Donald Trump en la Cumbre del G-7.

¿Le interesa realmente a Estados Unidos que Rusia se reincorpore al G-7 o teme que relaciones venturosas como la existente con la Organización de Cooperación de Shanghái (también sesionó por estos días) le robe opciones? Haber propuesto llamar de regreso a Moscú, cuando arribó a la cumbre en Canadá, puede haber sido uno de esos ardides destinados a sorprender a sus aliados. Un medio de distracción para obtener ventajas de sus contrincantes. Menos probable parece que en verdad tenga finalidades higiénicas.
Saber, en puridad, cómo habrían reaccionado los europeos, si el ofrecimiento hubiera estado dentro de monturas serias, bien sazonadas, sería muy interesante, pues trasciende que varios países desearían suspender las sanciones contra Moscú y los hay buscando vías alternativas para eliminar algo perjudicial en las dos direcciones. Pese a ello, como reacción más visceral que política hacia el dirigente norteamericano, el grupo reunido en la campiña canadiense, se opusieron de manera frontal.
Esa no fue la única incitación lanzada por Donald Trump en el encuentro. De pronto y sin mediar tanteo o base para algo de tantísima amplitud, dijo que deberían desaparecer todas las barreras arancelarias y también las subvenciones. Que lo plantee uno de los países que mayor uso hace de los alivios económicos a los sectores que desean auspiciar, aunque no cuente a la hora de ponerle altos aranceles a los demás, y quien por otra parte, ha revuelto el panorama mundial con sus medidas proteccionistas, es algo que provoca incertidumbre y parece una burla, mas no un ofrecimiento serio.
Emmanuel Macron, poco antes de iniciarse el cónclave en Quebec, expuso: “Al presidente estadounidense puede que no le importe estar aislado, pero a nosotros tampoco nos importa firmar un acuerdo con seis países si es necesario”. El presidente francés resultó clarividente. Así ocurrió. Fueron Alemania, Canadá, Italia, Japón, Francia y Reino Unido, quienes suscribieron el documento final del encuentro. Trump, ya en vuelo hacia Singapur, dio órdenes a sus representantes para que no lo hicieran. Ese fue el primer documento suscrito con un G-6.
¿Por qué el tiquismiquis? ¡Ah!, “Se han aprovechado de Estados Unidos durante décadas y décadas y esto no puede seguir sucediendo”. Ese es uno de los mantras empleados para acusar a todo el mundo de robar a los ¿desvalidos? Estados Unidos.
Al decir de Trump algunos países usan impuestos hasta por encima del 100% sobre las exportaciones estadounidenses. Datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), aseguran que el promedio arancelario para las facturaciones norteamericanas no sobrepasan el 3%.
Otro detalle muy molesto para sus interlocutores radica en que se coloca en plano de víctima poniendo de ejemplo a segmentos industriales deprimidos (sin tener en cuenta si es por reconversiones o como efecto de la crisis desatada en el 2008, algo que olvida siempre el mandatario). Se remite también a la agricultura, pero sucede que la mayor parte de cuanto vende EE.UU. pertenece al sector servicios. Tanto es así que las actividades terciarias constituyen el más importante segmento de la actividad económica total estadounidense y área donde se emplea al 68% de la población activa. Eso significa cerca de 160 millones de empleos.
Sin desmedrar la especialización en la alta tecnología y sectores punteros, que involucran el 20 % de la producción manufacturera mundial, es en la amplísima esfera financiera (banca, seguros) o en la del transporte (aéreo, terrestre) , los espectáculos o entretenimiento (desde las películas y seriales hasta los programas informáticos); el turismo, comercio, las telecomunicaciones, por citar algunos, donde obtiene EE.UU. sus mayores ingresos. No hay déficit en esa balanza.
EE.UU. es el segundo mayor exportador en el mundo después de China. Aparte de tener el primer sitio mundial en la venta de Soja, leche y otras producciones primarias, lo hecho en las industrias, no se queda solo dentro del país. Ellos venden autos, medicamentos, turbinas, entre diversas mercancías. Y quienes más les compran son Canadá (17%), México (13%), China (8.1%, Japón (5.6%), Alemania (4.7%) y Corea del Sur (3.7%). O sea, los mismos a quienes pretende perjudicar o ya afectó.
Trump, además, ha desistido o pone en peligro importantes acuerdos. En los hechos, está lanzando por tierra el orden mundial que ellos mismos ayudaron a construir desde la postguerra, y para nada les resulta insatisfactorio.
No sería malo, posiblemente, que se cambiaran unos cuantos dispositivos poco defendibles o de franco corte arbitrario o injusto entre los existentes, pero para tarea tan especial, se hace imprescindible el diálogo y el respeto. Debates sin pomposas rimbombancias, con visión multidisciplinaria y criterios equilibrados que no solo atiendan a pocos y menos, como es el caso, a los intereses de uno solo.
En el citado documento final del por ahora G-6 se establece, entre sus puntos importantes, luchar contra el proteccionismo, perfeccionar la OMC y garantizar la esencia del Pacto nuclear con Irán. Se lamentó, asimismo, que EE.UU. no se acoja a las necesidades para aliviar el deterioro medioambiental.
Unos más, otro un poquitín menos, los jefes de estado asistentes se fueron ofuscados y con una buena carga de preocupaciones a sus países. Mientras el pendenciero iba, nada menos que a un extraordinario trato con Corea del Norte el martes 12 de junio. Como dicen en mi barrio: ojalá no la riegue otra vez.

Elsa Claro

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