Anwar Shaikh, autor de Capitalismo. Competencia, conflicto y crisis, recorre en esta entrevista los núcleos centrales de su propuesta teórica, basada en el concepto de competencia real, y ofrece un panorama sobre las perspectivas del sistema.
En 2016 Anwar Shaikh publicó su monumental libro Capitalismo. Competencia, conflicto y crisis, que en unos meses será publicado en español. La obra condensa décadas de trabajo y ofrece una “teoría general” del modo de producción capitalista alternativa a la corriente neoclásica y también a las “heterodoxias” poskeynesiana o neorricardiana.
Shaikh se ubica dentro de lo que define como economía política clásica, que para él incluye tanto a Adam Smith y David Ricardo como a Karl Marx, y llega a incluir contribuciones de Keynes, Kalecki, o Sraffa, en el caso de estos últimos sin dejar de criticar muchos de sus postulados. Se trata de un posicionamiento que daría para un extenso debate: Marx guardaba respeto por la economía política clásica por sus aportes para explicar científicamente la sociedad burguesa, pero señalaba que al mismo tiempo la naturalizaban. Por eso, consideraba que su obra representaba una crítica de la misma, no su continuación.
No obstante esta importante polémica sobre cómo se inserta el marxismo en la tradición de la economía política, el trabajo de Shaikh permite partir de las categorías más simples o básicas que constituyen la base del capitalismo (valor y precio, fuerza de trabajo y salario, plusvalor y ganancia) para a partir de allí analizar los factores que determinan la dinámica del sistema, así como las posibilidades y límites para la política estatal en los marcos del sistema.
En un artículo anterior de Ideas de Izquierda hemos realizado una reseña de su trabajo y criticado algunas de las tesis de Capitalismo. Competencia, conflicto y crisis. En esta entrevista conversamos sobre algunos de los aspectos más importantes de su libro, y sobre el panorama del capitalismo hoy, a 10 años de la crisis iniciada con la quiebra de Lehman.
Inscribís tu trabajo dentro de lo que definís como una tradición clásica de economía política. ¿Qué la distingue?
La teoría de la competencia real es una elaboración de los argumentos de la tradición clásica, y lo que estos sostienen se deriva de la observación. Si leemos lo que sostienen Adam Smith, David Ricardo y especialmente Karl Marx, ellos ven la competencia como un terreno en el que los capitalistas son arrojados como a una guerra. En una guerra hay ganadores y perdedores, hay tácticas, y una de ellas es la fijación de precios. Pero fijan precios de forma tal que puedan salirse con la suya. Si los precios que fijan permiten una buena ganancia, entonces va a haber más firmas que se dirigirán a ese negocio y el precio va a caer, si el nivel de ganancia es bajo las firmas van a redirigir sus inversiones a otros rubros. Esto configura una tendencia a la igualación de la tasa de ganancia. Pero esta debe ser entendida como un proceso turbulento, no implica que la tasa de ganancia es siempre igual, de hecho nunca lo es. En algunos sectores es más alta, en otros más baja; Marx sobre todo enfatiza que esta tendencia ocurre de manera cíclica. Una industria puede ser de arranque muy rentable, pero ingresa más capital y la tasa de ganancia cae no solo al promedio sino incluso por debajo de él, entonces algunas empresas se retiran y los precios y la ganancia suben nuevamente; es un proceso cíclico. Al mismo tiempo las firmas no solamente fijan precios, tratan de liquidarse unas a otras. Ese es el sentido de la guerra después de todo. Crean para esto nuevas armas, que en este caso son nueva tecnología. Las firmas desarrollan tecnología mejor en el sentido que interesa a las firmas, que significa que permite producir con menor costo. Esto a menudo desplaza fuerza de trabajo, lo que es una consecuencia secundaria del hecho de que los capitales necesitan reducir costos. El trabajo es uno de los costos y por tanto buscan reducir la cantidad de trabajo necesario por unidad producida.
Desde este enfoque se pueden explicar los patrones que observamos, que es lo que hago en el libro. Este tipo de explicaciones las encontramos en la literatura sobre negocios y el comportamiento de las empresas. Pero en la teoría ortodoxa no encontramos esto, porque su punto de partida no son los hechos observados, sino la idealización. Esta consiste en imaginar al capitalismo como un sistema perfecto en el que las firmas son sirvientes de los consumidores. Esto significa que lo que llaman competencia perfecta es una ficción. Y como es una ficción, diseñada para mostrar la perfección del capitalismo, cuando pasamos de la teoría al mundo real, no funciona como este enfoque sostiene. Ante esto la heterodoxia propone que como no se verifica esta teoría de la competencia proponen las teorías de “competencia imperfecta”. Mi opinión es que esto es una trampa. Al confrontar la realidad y comprobar que no se condice con esta imagen idealizada, afirman que es necesario introducir las imperfecciones. Pero la verdadera imperfección es empezar con este enfoque religioso.
Hay que empezar desde otro abordaje. No hace falta inventarlo, ha estado ahí por cientos de años y encaja muy bien en los patrones observados como muestro en el libro. Pero fue borrado de nuestra memoria por la ortodoxia. Y como ha sido borrado, necesitamos recuperarlo, no necesitamos reinventarlo en casi nada.
¿Y por qué no crítica de la economía política?
Bueno, la crítica no significa desechar las contribuciones genuinas. La crítica se refiere a cómo la economía política clásica entiende (o malentiende) que este es un orden natural. El argumento de Marx es que es un orden capitalista. Estamos hablando de la ley del valor, hay que entender lo que es el valor, cómo opera, pero sin mistificarlo diciendo que el sistema debería adecuarse a la ley del valor. Sus observaciones señalan que esta es la forma en que se expresa la ley del valor. Hay una importante implicación de esto, y es que a medida que avanzamos en el desarrollo teórico hay que ser más concreto.
Muchas veces apelo a la analogía con Newton. Este descubrió la ley de gravedad, que dice que si arrojo una pelota y una pluma en el vacío, van a caer a la misma velocidad. Esta es la expresión pura de la ley. Pero después si introducimos aire, la pluma va a caer mucho más despacio. Y si miro al cielo, voy a ver que la luna no cae hacia la tierra. Newton ante esto no dice “entonces la ley de gravedad no se sostiene”, sino que muestra que cuando introducís aire en la ecuación estás metiendo una condición más concreta que hace que la pluma caiga más despacio. Y lo mismo cuando introducís las órbitas y sus leyes.
Esta cuestión de la concretización es importante porque aborda diferentes fenómenos desde el mismo punto de vista, sin introducir una “imperfección” llamada “aire” u “órbitas”. Por el contrario, Newton pasa mucho tiempo tratando de pasar de lo abstracto a lo concreto, y este es un un punto muy importante en Marx, pasar sistemáticamente de lo abstracto a lo concreto.
La posición de la crítica, desde la que habla Marx, no significa una denuncia, significa decir “estos argumentos no son válidos, porque yo tengo otra explicación”, al mismo tiempo que señalar la representación mística del capitalismo, el valor, y la ganancia, que son algunas de las principales contribuciones de Marx. Pero sabemos que hay un problema en Marx, que es que no terminó su trabajo. Empieza con sus abstracciones, como Newton, pero luego se muere sin terminar su trabajo de concretización. Creo que estas concretizaciones son una parte necesaria de su argumento que solo desarrolló parcialmente en lo que está publicado.
Cuando considerás las macro dinámicas turbulentas, sintetizás el desarrollo histórico de las políticas macroeconómicas y las escuelas desde el keynesianismo en adelante, y construís a partir del contrapunto tu propio enfoque. Analizás por qué en distintos momentos funcionaron o no las políticas de demanda, y cómo cada corriente da sus explicaciones sobre estos distintos resultados. ¿Qué conclusiones se pueden sacar al respecto desde un enfoque clásico como el que proponés?
En la teoría clásica de la competencia real, la ganancia es el regulador. Las firmas viven y mueren de acuerdo a su capacidad para generar ganancias, se mueven hacia donde es posible obtener mayores ganancias, y al hacerlo las empujan hacia abajo.
Después Marx afirma que la diferencia entre la tasa de ganancia y la tasa de interés es lo que hace que suba o baje el nivel de inversión, es decir que es la causa de la acumulación como totalidad. Esta es una tasa de ganancia esperada. Se trata de proyecciones. Pero Marx insiste en que estas expectativas están reguladas por los resultados reales, porque aquellos que aciertan, sobreviven. Sostiene que la tasa de acumulación de capital está determinada por lo que llama la tasa de ganancia de la empresa, que es la tasa de ganancia esperada menos la tasa de interés.
Acá hay un vínculo con Keynes, porque este sostenía que la inversión está determinada por la diferencia entre la tasa esperada de ganancia (que él llamaba eficiencia marginal del capital) menos la tasa de interés. Es exactamente el mismo planteo. Marx también señala que cuando tenés una inyección de poder de compra esto expande el sistema. Marx afirma esto en un comentario sobre Thomas Tooke [1]. Esto Marx lo dice al pasar, en un comentario, y nunca regresa a eso. Pero en mi opinión después del Tomo III o ahí mismo habría introducido los mecanismos del crédito, exportaciones e importaciones y una teoría de la demanda efectiva en ese sentido. Que no es el sentido keynesiano, Keynes está más concentrado en el corto plazo, pero la idea es exactamente la misma.
Mi idea es que estos dos lados se sintetizan, el énfasis en la rentabilidad (tasa de ganancia menos tasa de interés) ya está en Marx, pero el desarrollo de la demanda agregada y sus leyes no lo está. Por otro lado Keynes también afirmaba que la inversión depende de la tasa de ganancia menos la tasa de interés, pero esa es una tasa de ganancia esperada que él nunca vincula con la tasa de ganancia efectiva. Nunca completa ese circuito. Así que Marx nunca extiende su argumento, y Keynes nunca cierra el suyo. Pero en mi comprensión estamos ante el mismo planteo. Y eso tiene implicaciones para Keynes y para Marx: una vez que introducís el aspecto estatal, que es la contribución de Keynes, y cuando tenés dinero fiducidario y por tanto podés imprimir más dinero, entonces aparece la inflación.
La pregunta es en qué punto el estímulo se convierte en inflacionario, y por qué. Encontramos dos instancias en la que esto no ocurrió. En la Alemania nazi, Hitler estuvo en condiciones de eliminar el desempleo, que era masivo, en un año. ¡Un año! ¿Cómo lo logró? Mediante la expansión del crédito, impresión de nuevo dinero, y utilizándolo para construir la milicia, obras, etc. Y no hubo nada de inflación, ni ralentización del crecimiento. ¿Por qué? Hitler afirmaba que no se podían aumentar los precios porque eso sería contra el Estado, tampoco puede haber aumentos de salarios porque eso atenta contra el Estado, y la tasa de interés debe mantenerse baja porque eso permite que el Estado se endeude. Hicieron las tres cosas y lograron expandir tremendamente la economía sin que esto derivara en un efecto negativo sobre la rentabilidad.
En la II Guerra Mundial, todos los grandes países capitalistas hicieron lo mismo. Imprimieron dinero, incurrieron en déficit fiscales, la economía creció, no hubo inflación. ¿Por qué? Roosevelt sostuvo que los aumentos de salarios serían antipatrióticos, va contra el Estado, si los capitalistas aumentan los precios, lo mismo, y que los bancos centrales mantengan bajas las tasas de interés para que el Estado se endeude barato. Exactamente los mismos principios. Y fueron muy exitosos. El déficit durante la Segunda Guerra Mundial en los EE. UU. fue enorme. No hubo inflación, en cambio sí hubo un crecimiento económico extraordinario.
En los ‘60 todos los países capitalistas pensaron que tenían la solución para mantener la actividad económica y el empleo. Apelaron nuevamente al déficit fiscal y los estímulos para reducir el desempleo, y lo lograron, pero después volvió a aumentar. Entonces aplicaron más estímulo, y el desempleo se redujo de vuelta. Pero cada vez volvía a aparecer. Y cada vez el estímulo se traducía en más inflación, y entramos en lo que se llamó “estanflación”, estancamiento con inflación. Pero no había teoría al respecto.
Milton Friedman fue quien apareció con una teoría que decía que el capitalismo no tiene ningún desempleo, que los que aparecen como desempleados tienen pagos de bienestar social, apoyo del Estado, y no lo están. Desde el enfoque de Friedman esto era un estímulo con pleno empleo, y eso explicaría la inflación. Pero no era cierto, había desempleo. Entonces tenemos que explicar cómo es posible tener una política de estímulo que funcionó para los tiempos de guerra pero no para los tiempos de paz. Y yo sostengo que en tiempos de paz no se le puede decir a los trabajadores que no va a haber aumentos de salarios si el desempleo es bajo, tampoco se puede impedir que los capitalistas aumenten los precios si hay un gran estímulo, y entonces eso es lo que ocurre.
Hasta entrados los años ’80 en muchos países desarrollados los trabajadores tenían fuerza, pero sin embargo teníamos desempleo en aumento e inflación. Hay que explicar cómo estas dos cosas pueden ocurrir al mismo tiempo, y eso es algo contrario a la teoría de keynesiana y poskeynesiana.
Las políticas de estímulo aumentan el empleo, suben los salarios; si estos últimos aumentan más que la productividad, la participación de los salarios aumenta, y en consecuencia cae la tasa de plusvalor, y disminuye la tasa de ganancia. Esto produce una disminución del crecimiento, y entonces necesitás más estímulo para eliminar el desempleo creciente, y entrás de vuelta en ese ciclo.
Esto no significa como afirman los neoliberales que no se debería estimular, pero hay que prestar atención al bote en el que estás. El bote capitalista no permite cualquier velocidad o rumbo, hay que tener conciencia de los límites que impone. Si apuntás a ir a un bote no capitalista eso ya es una historia diferente. Pero para lo que ocurre dentro del capitalismo creo que esto explica por qué llegado un punto el efecto alcista del gasto se vuelve cada vez menos efectivo.
Después de la crisis de 2008, los Estados llevaron a cabo políticas de estabilización, salvataje a los bancos, inyección monetaria masiva. Esto permitió una recuperación y en los últimos años algún crecimiento aunque moderado, pero con muy débil recuperación de empleo. ¿Esto tiene que ver específicamente con las políticas que se implementaron ante la crisis?
Durante la era neoliberal que comienza en los años ‘80 con Thatcher, Reagan, etc., siguieron podríamos decir el planteo de Marx (y de Keynes) de que la acumulación depende de la diferencia entre la tasa de ganancia y la tasa de interés. Ahora, la tasa de ganancia se puede elevar reduciendo la participación de los salarios en el ingreso, y eso lo hicieron. Atacaron a los sindicatos, cayó la participación salarial. Pero esto más que elevar, estabilizó la tasa de ganancia, o la mejoró moderadamente. Lo otro que hicieron fue bajar las tasas de interés. La brecha entre la tasa de ganancia y la tasa de interés aumentó, y eso estimuló la acumulación.
El problema de la menor tasa de interés es que se apila más deuda. El problema de que el Estado interviniera para proteger compañías que estaban fallando es que esto trabó el mecanismo de reseteo del capitalismo por sí mismo. Este ocurre a través de los fracasos de empresas, bancos, etc., porque eso limpia el bosque de deudas, para que los que sobreviven crezcan más rápido. Preservaron toda esta deuda ficticia, contable, y parece como que a todos les va bien pero es una estructura construida cada vez más sobre una base muy débil. Y es inestable, cualquier cosa puede desequilibrarla y se derrumba. Eso es lo que ocurrió en 2008 y creo que es lo que podría ocurrir de vuelta, porque no se libraron del capital ficticio acumulado, que no se basa en ganancia real.
La respuesta fue hacer más o menos lo mismo que había generado la crisis en primer lugar, pero en mayor escala.
Sí, la respuesta de política se baso además en pensar que el sistema financiero había ocasionado la crisis. Pero ese era solo el síntoma. Hay que distinguir entre los disparadores y las causas subyacentes. Si impedimos el desencadenante, no atacamos la causa subyacente, solo la posponemos. Eso puede ser algo bueno, si tenés un corazón débil no querés que se desencadene un ataque al corazón, pero en el caso de la economía la prevención tiene un costo. El capitalismo está afligido por la deuda, y si a esa deuda se la valuara con criterios de mercado (marked to market), muchos entrarían en bancarrota, entonces utilizan el Estado para imprimir dinero para sostener las deudas. Obama lo hizo, para evitar la perspectiva de una depresión. Pero el resultado es que las mismas compañías siguen sentadas sobre una montaña de deuda. No se si eso volverá a producir un quiebre, pero claramente es una posibilidad.
En tu libro señalás que sería posible estimular la economía más de lo que se hizo después de la crisis de Lehman, pero que esto no se lleva a cabo porque significaría “subordinar la meta de la ganancia a objetivos sociales", lo que para la clase capitalista sería visto como una amenaza a su orden de dominio y a la agenda neoliberal. Pero considerando esta situación de gran endeudamiento que apuntás ¿puede realmente el Estado encarar ese tipo de políticas expansivas?
Yo intento hacer una distinción entre endeudamiento del Estado con la nación y endeudamiento con extranjeros. Podés imprimir dinero y saldar tus deudas en tu propia moneda, pero tenés menos capacidad para hacer eso con extranjeros, porque devaluás sus activos. En qué medida te podés salir con la tuya depende de la proporción entre deuda interna y deuda externa. Muchos economistas que hablan de imprimir dinero, asumen que toda es interna. Pero sabemos que no es así, sobre todo para los países en desarrollo; la restricción externa es muy grande. No se puede imprimir dinero para pagarle por ejemplo al FMI. Eso es una restricción también para cualquier estímulo.
De todos modos, el estímulo puede crear empleo. Lo sabemos, lo hemos visto muchas veces, pero de esto no se deduce que lo pueda hacer sin límites. Debemos decir cuáles son estos límites. Uno de ellos es que el estímulo reduce el desempleo y se contrae el ejército de reserva de fuerza de trabajo. Entonces las puertas que aquietan a este ejército de reserva se abren. Los capitalistas pueden traer fuerza de trabajo de zonas rurales a las ciudades, pueden estimular que se reduzca el trabajo doméstico no remunerado para aumentar el trabajo asalariado, etc. También pueden traer trabajo del extranjero o enviar capitales al extranjero, que en últimas es lo mismo, van a donde está el ejército de reserva. Todo esto vuelve a incrementar al ejército de reserva. Tercero, la tasa de ganancia cae, si los salarios aumentan más rápido que la productividad. Por lo tanto cae la tasa de acumulación y hay menor crecimiento económico, eso también es un límite para cualquier estímulo.
Esto lo señala Marx en el capítulo 23 del Tomo I de El capital, y esto tiene que ver con dos motivos. El primero, es que muestra que la política económica no puede apuntar a un objetivo de desempleo deseado y lograrlo, porque el sistema tiene sus mecanismos para acrecentar el ejército de reserva. El segundo, es mostrar que no es la disponibilidad de trabajo el límite del sistema. Tanto la ortodoxia como la heterodoxia hoy piensan que la fuerza de trabajo como una cosa fija o dada. Pero el límite del sistema no es ese, sino otro: la rentabilidad. La mayor tasa de crecimiento que puede tener la economía, está dada por la tasa de ganancia, porque si volcás todo el plusvalor a la producción crecés. Eso está en el Tomo 2 de El capital, en los esquemas de reproducción.
Cuanto más se acerca la tasa de acumulación a la tasa de ganancia, más estrecheces hay. Y cuando estimulás una economía en estas condiciones, hay inflación. Pero no tiene nada que ver con una escasez de fuerza de trabajo.
En los últimos años el comercio crece menos que la economía, y lo mismo ocurre con la inversión extranjera, y vemos el ascenso de nacionalismos de derecha en EE. UU., Europa, etc. Esto hace que muchos hablen de “desglobalización”. ¿Qué perspectiva ves?
La integración se prometió sobre la base de que sería buena para los países. Pero la integración no es buena para los países, lo es para las ganancias. Entonces la discrepancia entre lo que es bueno para los países y lo que es bueno para las ganancias es una fuente de desintegración. Los capitalistas no están revelándose contra la integración, son los trabajadores y las clases medias que dicen “miren lo que pasó con nuestros empleos y condiciones de trabajo”, y se rebelan contra ello. Y en mi opinión tienen razón en afirmar que “libre comercio” no es buen comercio o que integración no significa buenos trabajos, sino que puede significar desintegración de su comunidad local. Por supuesto que hay capitalistas locales que también rechazan como una amenaza la competencia internacional, así que hay una división también en la clase capitalista. La pregunta es cómo se va a desarrollar esta batalla entre los intereses del capital global y el resto. El capitalismo va a desintegrar muchas comunidades, es lo que siempre ha hecho. Tal vez podemos limitarlo o retrasarlo, pero si querés participar del comercio global no podes sustraerte a las leyes del mercado.
Observás que después de la crisis pasamos a un desempleo global de 360 millones de personas, pero ya antes de la misma se contabilizaban 195 millones. La débil recuperación y el crecimiento de la productividad actúan de conjunto para privar a un importante sector de la fuerza de trabajo mundial siquiera del privilegio de ser explotada. Hoy se habla mucho del “fin del trabajo” como algo inminente, con la robotización. ¿Vos qué panorama ves?
Soy muy pesimista. El capitalismo siempre desplazó trabajadores, desde el comienzo. La maquinaria como la conocemos fue inventada por el capitalismo en la revolución industrial. Siempre erosionó algunos trabajos y algunas naciones. Pero como el capitalismo era relativamente pequeño y estaba en expansión, había países exitosos que podían beneficiarse. Pero ahora el capitalismo está completamente extendido en el planeta. La pregunta es cómo puede hacer ambas cosas. Ya no se expande en el mundo, sino en un país a expensas de otro. Si China se apodera de tu mercado eso no crea una nueva área, ellos ganan vos perdés, y la contradicción se vuelve más evidente. No veo cómo se va a resolver.
Esteban Mercatante
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