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jueves, diciembre 27, 2018
Un millón y medio de niños y niñas pasan hambre en Argentina
Según un relevamiento de la UCA, la cantidad de niños, niñas y adolescentes con inseguridad alimentaria severa creció un 3,4 % el último año.
El 2018 se termina y con él llegan a término las terceras cuartas partes del mandato de Mauricio Macri. Los motores que vienen preparándose hace tiempo, se calientan de cara a la carrera electoral del 2019.
Con el fin de este duro año par, se cristalizan las consecuencias de las políticas implementadas en su curso, del avance del ajuste y se puede ver el hambre y la miseria que se extendieron en los hogares a lo largo y ancho del país.
El informe de avance 2018 del Observatorio de la Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica Argentina (UCA), indagó sobre un aspecto que permite ver con claridad el costo del ajuste: la cantidad de niños y niñas de hasta 17 años que comen menos que antes o pasan hambre en Argentina.
El diario La Nación publicó algunos datos arrojados por el relevamiento que se difundirá este jueves.
El concepto de “inseguridad alimentaria severa” da cuenta de la situación de los hogares donde niños y adolescentes experimentan hambre. Este indicador pasó de 9,6 % a 13 % entre 2017 y 2018, lo que equivale a un aumento de 3,4 puntos.
Se trata de un universo que se elevó de 1.116.160 a 1.573.000 niños, niñas y adolescentes de hasta 17 años que viven en ciudades. En limpio: en los últimos doce meses hubo 456.840 niños y niñas más que pasaron hambre.
Con “inseguridad alimentaria” el informe se refiere a la situación de las casas en las que hay dificultades para acceder a los alimentos en cantidad y calidad por problemas económicos.
Este registro experimentó una suba de 7,6 % en el último año. Pasó de 21,7 % a 29,3 %. Hoy esta estadística representa la realidad en la mesa de 3.5 millones de chicos y chicas, mientras que hasta el año pasado alcanzaba la de 2,6 millones.
Días atrás la misma UCA había dado a conocer su cálculo sobre la cantidad de personas de hasta 17 años que viven en la pobreza. Entre 2017 y 2018 este índice se incrementó de un 44 % a un 51,7 %. Esto quiere decir que más de la mitad de la infancia del país es pobre y enfrenta dificultades para vestirse, transportarse y, lógicamente, alimentarse.
En números, son nada más y nada menos que 6.255.700 chicos y chicas pobres. En un año entraron en la condena de la pobreza, a engrosar esos márgenes de lo que dicen que imposible de erradicar, 931.700 niños y niñas. Es casi casi un millón más.
Sin embargo, esto no implica que la infancia que vive en esas familias pase hambre. Hay todo un sector dentro de esa generalidad a la que se denomina “pobres”, que la pasa peor aún que el resto. Previamente es probable que los padres o adultos de la casa pasaran hambre, para poder alimentar mejor a niños y niñas.
La realidad más cruda se constata en aquellos hogares donde son directamente los menores quienes ven disminuida la porción de comida servida en su propio plato.
Como para que sobrevivan algunos
La UCA estima que entre 2017 y 2018 se mantuvo estable el porcentaje de niños, niñas y adolescentes beneficiarios de asistencia alimentaria en comedores escolares, comedores no escolares, que viven en hogares o que reciben caja o bolsón de alimentos. La variación de este índice fue poco significativa, de un 36,1 % a 36,6 %.
La proporción alcanzada por alguna forma de asistencia social subió de 38,7 % a 40 %. Sin embargo, que la cantidad de beneficiarios y beneficiarias de ayuda para comer no haya variado mucho, no quiere decir que no haya incrementado la cantidad de chicos y chicas que comenzaron a enfrentar problemas para alimentarse.
Se estima que alrededor del 18,1 % de la infancia vulnerable en términos del acceso a la comida, carece de protección social.
De acuerdo a lo relevado por la UCA, la asistencia alimentaria directa cubre solo el 54 % de la población infantil con inseguridad alimentaria.
Entre la población más afectada, la ayuda para poder comer algo alcanza a un 60,6 %. Los investigadores señalaron además que en este segmento, el más hambriento de todos, se registró un incremento de la asistencia de 12,4 %.
Parece que los “esfuerzos” de los programas asistenciales del Gobierno estuvieron focalizados en evitar que los sectores sometidos a la realidad más dura mueran de hambre. Sin embargo, queda un 39,4 % de la infancia con inseguridad alimentaria severa que no recibe ningún tipo de ayuda alimentaria.
Cambiemos ya no puede hablar de "pobreza cero" e intenta mostrarse sensible a estas problemáticas. Asegura que el pacto con el FMI contempla políticas para contener a los más vulnerables. Pero ¿qué les espera a estas personas de cara al futuro, gobernado por Christine Lagarde y el Fondo?
No es imposible
“Me quiero comprometer frente a ustedes para que trabajemos juntos para que a partir del 10 de diciembre, codo a codo, junto al mejor equipo de los últimos 50 años que yo me comprometo a formar llamando a los mejores de Santiago del Estero también, para qué, para qué, para lograr una Argentina y una Santiago ¡con pobreza cero! ¡Pobreza cero!”.
No hace falta recordar de qué boca salió el fragmento de discurso precedente. Fue una de las promesas de campaña de Cambiemos y Macri, así como lo hizo en Santiago del Estero, prometió en más de un lugar que trabajaría por el objetivo de la pobreza cero. Una vez en el poder bajó un cambio y dijo que “pobreza cero” es un slogan, una expresión de deseo, pero que es algo imposible.
Nicolás Dujovne sostuvo, en uno de esos pasajes increíbles del discurso público del oficialismo de este año tan “tormentoso”, que nunca se había podido aplicar tamaño ajuste como el que impulsa Cambiemos, sin que cayera el gobierno.
Y mientras ellos se jactan de seguir administrando el poder sin caer a pesar de la catástrofe social a la que someten a millones, fue subiendo la inflación y cayendo el poder adquisitivo del salario.
El gabinete de los CEO sabe los apoyos con los que cuenta para llevar adelante su plan de ajuste, diseñado por el FMI. Esta gobernabilidad a prueba de hambre existe gracias a la colaboración de la mal llamada oposición política del peronismo en el Congreso, de los gobernadores y de la dirigencia sindical que no mueve un dedo mientras millones caen en la miseria.
En la contracumbre del G20 organizada por Clacso, Cristina Fernández de Kirchner se preguntó cómo puede ser que la gente aguante tanto, cómo puede ser que la gente soporte el avance del plan de ajuste neoliberal. Como explicación, la expresidenta habló del "colchón" social, de ese tejido supuestamente recompuesto gracias a su gestión en la década ganada que hoy hace que Cambiemos ajuste y la gente tenga algo para aguantar.
Pero no hay que olvidar que la misma Cristina Kirchner se retiró de la Casa Rosada dejando un 30 % de pobres, una de cada tres personas que habitan el territorio argentino. ¿Nunca menos?
Hablar de estas caídas y subidas es fácil. Difícil es remarla día a día, dejando de comer uno primero, para que el pibe o la piba se vaya a dormir con algo en la panza.
Difícil es constatar que ya no alcanza para que el pibe o la piba coma todos los días aunque el plato propio quede completamente vacío.
Difícil es sentir que ya no hay plato de dónde sacar para que haya pan para los hijos. En esa situación cayeron las personas responsables de alimentar a casi un millón de nuevas bocas de niños y niñas en el último año.
Esta es la pobreza que Macri opina imposible de eliminar, muy convenientemente para él y los empresarios para los que gobierna.
Esta es la pobreza mal llamada "estructural", como si fuese una parte necesaria de un armado. Es la pobreza que el gobierno anterior se jacta de haber paliado con una asistencia de miseria que dejaba afuera a millones, a los que ahora se suman nuevos millones.
No hay que aguantar. Hay muchos otros platos de los que se puede sacar.
Juana Galarraga
@Juana_Galarraga
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