viernes, diciembre 14, 2018

Mao Zedong y la revolución campesina



El Partido Comunista Chino (1927-1931) Parte IV. Informe sobre una investigación del Movimiento Campesino en Hunan.

La Tragedia de Shanghai implicó el comienzo de una serie de cambios en el Partido Comunista Chino (PCCh). Si entre 1921 y 1927 el Partido había mantenido un mismo secretario general, los años subsiguientes iban a ver un constante cambio de figuras que solo se estabilizaría en 1935. Chen Duxiu, que había sido el líder máximo del Partido, fue expulsado del mismo y después de una serie de discusiones con Trotsky, participó en la formación de la Oposición de Izquierda en China, la segunda en tamaño después de Rusia.
El Partido adoptó primero como líder a Qu Qiubai, y después a Li Lisan, ambos con el apoyo de Stalin. Su dirección, putchista y aventurera, terminó destruyendo los espacios que habían sido construidos en las ciudades. La clase obrera, hasta ese momento el sostén principal de los comunistas chinos, se encontraba agotada después de derrotas que implicaron la muerte de cientos de miles de trabajadores.
Mao Zedong era un dirigente menor del Partido, que había formado parte del Departamento de Cuestiones Campesinas dentro del Frente Único con el Kuomintang. Desde esa posición, había sostenido diversas discusiones con Chen Duxiu respecto a la relación entre el Partido y el campesinado. En 1926, por ejemplo, Chen se había opuesto a la publicación de un artículo de Mao en la prensa partidaria, debido a las diferencias que mantenían en la caracterización de la dinámica revolucionaria en el campo.
La diferencia entre ambos comunistas se iba a profundizar en 1927, con la publicación del Informe sobre una investigación del Movimiento Campesino en Hunan. Este artículo de Mao fue visto como una dura crítica a la dirección del Partido, y el debate que generó en el Quinto Congreso tuvo como consecuencia una derrota de la posición maoísta.
Dado que se trata de un texto que refiere a un contexto particular, es primero necesario reconstruirlo. Luego se presentarán la críticas al Partido, y el impacto del texto a la hora de evaluar la cuestión del “sujeto revolucionario” en el pensamiento de Mao.

El campesinado chino

En la década del 20 China tenía 400 millones de habitantes, de los cuales una gran mayoría se podía etiquetar como perteneciente al campesinado. Dentro de este grupo existían grandes diferencias, tanto desde un punto de vista productivo como de ingresos. Lo más común era encontrar campesinos semi-propietarios o campesinos pobres, caracterizados por trabajar para la clase terrateniente, bajo contratos que podían ser de corta duración (en el primer caso) o que tomaban formas permanentes (en el segundo). Las condiciones estipuladas por los contratos eran draconianas, y llevaban a una baja productividad. Para poder sobrevivir, los campesinos se veían obligados a contraer deudas con sus patrones, lo que derivaba en un círculo vicioso donde se trabajaba para pagar deudas que se incrementaban todos los años.
Este sistema era ineficiente desde un punto de vista productivo, lo que tenía como consecuencia más clara la hambruna. El hambre era una presencia constante para el campesino chino. En Hungry Ghosts: China’s Secret Famine, Jasper Becker registró 1828 hambrunas importantes entre los años 108 aC y 1911 dC. Kathryn Edgerton-Tarpley, en Famine in Imperial and Modern China, basándose en un estudio previo de Xia Mingfang, afirma que entre 1912 y 1949 al menos 15 millones de personas murieron por causa del hambre. Los campesinos tenían que recurrir masivamente a la venta de sus hijos, dado que les resultaba imposible mantenerlos. Las migraciones en busca de regiones más seguras eran comunes. Las mujeres y los niños, los más golpeados por esta situación, se veían en muchos casos empujados a la prostitución y la mendicidad.
Esto tenía un impacto importante, como es posible imaginar. En Fanshen, William Hinton recoge el testimonio de Shen Fa-Liang, campesino chino, que si bien es un poco extenso muestra de forma muy clara como era experimentado el sistema por las personas que lo sufrían: “Después fui a trabajar con (el terrateniente) Wang Lai-hsun. Creía que tal vez otras familias trataban mejor a la gente pero pronto me di cuenta que todos los cuervos del mundo son negros. El hogar de Lai-hsun no era mejor. En el año de la hambruna tuve que vender mi casa para poder sobrevivir. Se la vendí a Sheng Ching-ho (otro terrateniente), pero el dinero llegó demasiado tarde como para salvar a mi esposa. Estaba tan enferma por el hambre que murió a los pocos días. El dinero no ayudó en nada. Usé un poco para enterrarla. Compramos mijo con el resto. Pero el mijo no alcanzaba para sobrevivir, por lo que tuvimos que ir al monte y cosechar hierbas, hierbas salvajes. Antes de que terminase el año lo único que había para comer eran hierbas y maleza y hojas de árboles.
Aun así, los peores días de mi vida fueron de niño. Casi nunca tenía algo para comer. En el invierno, no tenía ropa acolchada para abrigarme. Un traje de ropa acolchada tenía que durar muchos años. Se le ponían parches una y otra vez, hasta que se hacía tan fino que no era mejor que una campera de verano. ¿Cómo podíamos pasar el invierno entonces? No puedo imaginarme cómo sobrevivimos. No puedo ni siquiera recordarlo. Cuando no teníamos mijo, tomábamos agua caliente. Si teníamos dinero comprábamos carbón, pero la mayor parte del tiempo no teníamos.
¿Cuáles fueron los días más felices de mi vida? No tuve días felices. Pero si es necesario comparar, los días desde la Liberación fueron buenos”.

La situación en Hunan

La provincia de Hunan, localizada en el Sur de China, era una provincia con una gran concentración campesina. Yokoyama Suguru en The Peasant Movement in Hunan reporta que de acuerdo al Primer Congreso Campesino de Hunan, realizado en 1926, existía en la provincia una gran concentración de la tierra, y las rentas que debían pagar los campesinos pobres representaban en años de buena cosecha un 70% de lo producido, y en años de mala cosecha podían llegar hasta un 90%. Un reporte de 1934, por su parte, mostraba que el 52% de los campesinos tenía deudas que no podían pagar.
La única defensa que existía contra esta situación desesperante era la organización. Las asociaciones campesinas eran organizaciones de base que permitían a los campesinos pobres defenderse de los peores excesos de los terratenientes. Cada año de sequía o malas cosechas (y el período 1920-1927 contó al menos con 4) las asociaciones se reunían y desafiaban el poder de los terratenientes, impidiendo que se cobren deudas, o en casos extremos como en 1925 obligando a los acaparadores a repartir la comida que vendían a precios desorbitantes.
Si en principio las asociaciones habían tenido un rol defensivo, en 1926 en el contexto de la Expedición al Norte, el PCCh empieza a participar reorganizando las asociaciones, buscando otorgarles un carácter más político. En 1927, año en el que se escribe el Informe… la situación daría un salto, y millones de campesinos se unirían a la lucha contra los terratenientes.

El huracán que todo lo destruirá

“El actual ascenso del movimiento campesino es un acontecimiento grandioso. Dentro de poco, centenares de millones de campesinos en las provincias del centro, el Sur y el Norte de China se levantarán como una tempestad, un huracán, con una fuerza tan impetuosa y violenta que nada, por poderoso que sea, los podrá contener. Romperán todas las trabas y se lanzarán por el camino de la liberación. Sepultarán a todos los imperialistas, caudillos militares, funcionarios corruptos, déspotas locales y shenshi (绅士, terratenientes) malvados. Todos los partidos y camaradas revolucionarios serán sometidos a prueba ante los campesinos y tendrán que decidir a qué lado colocarse. ¿Ponerse al frente de ellos y dirigirlos? ¿Quedarse a su zaga gesticulando y criticándolos? ¿Salirles al paso y combatirlos?”
Este párrafo, que se encuentra al inicio del Informe, concentra de forma concisa los dos puntos que quiere desarrollar Mao en el texto. El primero es la caracterización del ascenso campesino como una tempestad, una visión que se concentra en el entusiasmo y la espontaneidad del movimiento. El segundo se encuentra constituido por las tres vías que propone como alternativas ante este hecho.
Su propuesta, por supuesto, va a ser la primera, de ponerse al frente de los campesinos y dirigirlos. A su vez, consideraba que una gran mayoría del PCCh se identificaba con la segunda pregunta, mientras que el Kuomintang era representado por la tercera.
Mao va a atribuir la posición de la mayoría del Partido a una asimilación de los valores pacifistas de la pequeño-burguesía intelectual: “Incluso personas bastante revolucionarias, cerrando los ojos e imaginándose lo que pasa en el campo, se sienten desmoralizadas e incapaces de negar que aquello va ‘mal’. Incluso gente muy progresista se limita a decir: ‘Aunque va mal, resulta inevitable en el curso de la revolución.’ En resumen, a nadie le parece posible negar rotundamente la palabra ‘mal’.”
A esta postura, Mao le va a oponer una defensa de la violencia revolucionaria de los campesinos, algo que expresa con la siguiente frase: “la revolución no es ofrecer un banquete, ni escribir una obra, ni pintar un cuadro o hacer un bordado; no puede ser tan elegante, tan tranquila y delicada, tan apacible, amable, cortés, moderada y magnánima. Una revolución es una insurrección, es un acto de violencia mediante el cual una clase derroca a otra.”
El Informe, entonces, va a tener como argumentos centrales una defensa de la fuerza del movimiento campesino, una crítica a la política de alianza con el Kuomintang, y un ataque hacia posturas pacifistas que buscaban la conciliación de clases en el campo. De forma adicional, como ha demostrado Stuart Schram en On the Nature of Mao Tse-Tung ‘Deviation’ in 1927, la postura de Mao en esos años incluía la de “Confiscar toda la tierra, incluso la de los pequeños propietarios y los propietarios campesinos, convertirla en propiedad colectiva, y distribuirla equitativamente a todos los de cada aldea que quieran tierra”.

El sujeto revolucionario

El Informe…, y en general los textos producidos por Mao en el período 1925-1931, han sido objeto de grandes disputas intelectuales en torno a su interpretación. Para algunos, como Benjamin Schwartz o Maurice Meisner, en el Informe… se pueden rastrear los inicios de las tendencias populistas y voluntaristas de Mao, que identificaría en esos años al campesinado con el sujeto revolucionario. Esto tiene cierta evidencia textual. Mao, como afirma Philip C.C. Huang, pensaba que “la organización del campesinado debe ser prioritaria en el momento revolucionario actual”.
Esta posición, sin embargo, ha encontrado una diversa oposición. Nick Knight, en Rethinking Mao, recopila una gran cantidad de evidencia, basada en artículos, discursos y comunicados de esos años, generando la imagen de un Mao que consideraría que la cuestión campesina tendría prioridad por sobre los reclamos del proletariado, pero que sin el liderazgo de esta última clase, no sería posible la revolución en China. Un análisis superficial de esta evidencia podría llevar a pensar, siguiendo la tesis de Isaac Deutscher, que “Mao era una especie de Monsieur Jourdain trotskista, ignorante del tipo de prosa que empleaba”. En otras palabras, que al establecer el liderazgo del proletariado, Mao rechazaba la política oficial del Partido (y, por derivación, del estalinismo).
La cuestión es un poco más compleja, y la clave de la misma debe buscarse en las nociones de “prioridad” y “liderazgo”. Mao suponía que dado que el problema en China era la revolución nacional, las tareas de la misma debían ser resueltas por el campesinado. Esto es expresado claramente en su texto de 1926 La Revolución Nacional y el Movimiento Campesino, en el que declara: “aunque sabemos que trabajadores, estudiantes y pequeños y medianos propietarios en las ciudades deberían atacar ferozmente a los capitalistas y resistir de forma directa al imperialismo, y aunque sabemos que la clase trabajadora progresista es, en particular, la clase dirigente en la Revolución, si los campesinos no se rebelan y luchan en los pueblos para destruir los privilegios de la clase terrateniente feudal-patriarcal, el poder de los Señores de la Guerra y el Imperialismo nunca podrá ser cortado de raíz”.
Es interesante comparar este fragmento con el siguiente párrafo de La cuestión china después del VI Congreso, de Trotsky: “[el] desarrollo ulterior de la revolución china sólo puede efectuarse por medio de la lucha del proletariado chino, arrastrando a cientos de millones de campesinos pobres a la conquista del poder”.
La diferencia es clara: mientras que para Mao la lucha central es de los campesinos y la lucha de los trabajadores se encuentra subordinada (por lo que su rol en la Revolución es solo el de dirigirla), Trotsky concibe la lucha del proletariado como un motor que permitiría sumar al campesinado a la conquista del poder.
Mao al analizar la situación sigue preso de la concepción de la revolución por etapas. En esto se acerca a Stalin, que postulaba que la revolución agraria era precondición de la revolución contra el imperialismo. Trotsky, en cambio, al incorporar al problema su visión de la Revolución Permanente, rompe con el esquema etapista y puede entender la lucha de forma combinada.
En otras palabras, las diferencias entre Trotsky y Mao en este período no provienen de consideraciones distintas acerca del “sujeto revolucionario” pensado en abstracto, sino que se trata de visiones contrapuestas sobre las tareas y prioridades del movimiento revolucionario.

Una sola chispa...

Debido al poco control que la dirección del PCCh (instalada en Shanghai) podía ejercer sobre las regiones campesinas, los sectores dirigidos por Mao pudieron escapar de los peores efectos de la aventura izquierdista de Li Lisan. Con la progresiva desaparición del Partido en las ciudades, el centro de poder iba a empezar a desplazarse progresivamente al ámbito rural.
El PCCh empezaba entonces una nueva etapa, en la que se le iban a plantear como grandes dilemas el rol de las armas y el problema de la administración de los territorios “rojos”.
El próximo artículo de esta serie, entonces, se dedicará al análisis de la formación del Ejército Rojo (红军) y del “soviet” en la región montañosa de Jiangxi-Fujian (中央革命根據地) y a las propuestas de Mao al respecto en su texto clásico Una sola chispa puede incendiar la pradera.

Nicolás Torino

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