El Isidoro niño estudió en un colegio de los Padres Esculapios de Madrid; a los trece años inició su aprendizaje tipográfico, y tomó parte en la primera gran huelga obrera del país (1882) de la historia social española y entró en contacto con los internacionalistas Desde entonces, «se convirtió, primero en discípulo leal de Pablo Iglesias y después en amigo entrañable». De 1886 a 1905, Acevedo militó en Madrid, hasta que se trasladó a Santander a reforzar el débil grupo socialista de la zona. Creó un órgano de prensa y contribuyó poderosamente a la formación de la Federación de Sociedades Obreras. Por entonces resultó muy sonada su controversia pública con el ácrata local Emilio Carral. En 1905 marchó a Bilbao para dirigir La Lucha de Clases. «Concejal y teniente de alcalde durante nuevo años (…) sembró a volea la semilla del marxismo predicando con el ejemplo, sacrificándose como el primero, (…) sufrió persecuciones, cargó sobre sus espaldas responsabilidades que a él no le incumbían, y se le condenó, por injurias al rey felón, a ocho años de prisión, que estuvo a punto de cumplir íntegramente en un penal» (Mendieta). Coincidiendo con el estallido de la “Gran Guerra”, Acevedo volvió a su tierra natal, Asturias, para encargarse de la dirección de Aurora Social, órgano de la federación asturiana de la cual fue presidente mucho tiempo. Durante la contienda, Acevedo tomó partido por la tendencia que condenó la conducta de los socialistas europeos que votaron a favor de los créditos de guerra.
Su nombre consta como el de uno de los iniciadores de la huelga general de 1917, actuando como portavoz de los obreros asturianos en las reuniones preparatorias donde defendió que había que desencadenar una intensa campaña en todo el país. Igualmente sería uno de los oradores del mitin «monstruo» de la Casa del Pueblo de Madrid que sirvió para dar a conocer el manifiesto unitario de socialistas y anarcosindicalistas. Por sus actividades resultó denunciado al fiscal del Reino y encarcelado. «La vida privada de Acevedo es la vida del Partido Socialista hasta 1921. Isidoro Acevedo está tan íntimamente ligado a la organización que es difícil, diríamos mejor imposible, señalar concretamente dónde empieza la vida particular y dónde termina la del militante activo y responsable del Partido».
Atraído por la revolución soviética profundizó la grieta que se había abierto con la opción aliadófila de la dirección, y tomó partido por los «terceristas», siempre desde unas posiciones conciliadoras con el PSOE. Cuando alguien le recordó que en el PSOE había mucho suyo, respondió: «Si hoy nos separamos, algún día volveremos a unirnos». Como delegado español, Isidoro asistió al IV y V Congreso del Komintern sin entrar en polémicas, pero mostrándose en ambos casos como un ferviente partidario de la política de frente único, desarrollada por Lenin y Trotsky en el III y IV Congresos, y que sería una de las propuestas teóricas más elaboradas de cara a romper con la fase izquierdista anterior en la que Acevedo también participó como el “abuelo” de los “niños” provenientes de las Juventudes Socialistas..
Al volver dedicó un tiempo para escribir sus “Impresiones” de un viaje a Rusia que contribuyeron por su simpleza a acrecentar su prestigio como “patria del socialismo”. Posteriormente, con su enorme aspecto de patriarca de barba blanca, jugó un papel primordialmente decorativo en al PCE. Participó en celo extremista de «tercer periodo» tal como se vislumbra en Ciencia y corazón, en la que se hace eco de su polémica sostenida con el Padre Gafo, un dominico que acabará convirtiendo al catolicismo a un desconcertado Oscar Pérez Solís…En octubre de 1935, en pleno “bienio negro”, Acevedo fue procesado y encarcelado como primer firmante de un escrito dirigido al embajador de Alemania exigiendo la libertad del comunista germano Ernest Thaelman. Justo es anotar durante el “tercer periodo” se distanció del PCE para militar en la Agrupación Comunista madrileña, próxima a las posiciones bujarinistas de entonces y animada por Luis Portela y Julián Gorkin, y que acabó siendo uno de los componentes, primero del BOC con Maurín, y más tarde, del POUM. En 1936, Acevedo se reintegró en la línea oficial en apoyo a la política del Frente Popular en la que creyó ver una reedición del esquema del frente único. Entregado a la causa de la solidaridad antifascista en España, siguió asistiendo a toda clase de reuniones con su figura venerable y su bastón. Durante la guerra civil sería enviado a la URSS donde permaneció hasta su fallecimiento, de lo que vio o dejó de ver no parece que haya quedado testimonio.
Aunque pertenecía por edad a la denominada generación del 98, Isidoro Acevedo se estrenó como novelista social cuando la generación del «Nuevo romanticismo» (la otra generación del 27) decidió sustituir la «literatura de vanguardia» por la «literatura de avanzada», como consecuencia del alto grado de conciencia histórica alcanzado por los intelectuales de entreguerras, sí bien hoy está visto como un literato naif. A anotar: Impresiones de un viaje a Rusia (1923); Ciencia y corazón. La novela de la fidelidad conyugal (1925); Los topos. La novela de la mina, (Renacimiento, Sevilla, 2020) que según opinión de Manuel Tuñón de Lara “nos deja un estupendo documento de la difícil huelga minera en la Asturias de 1927, que como historiador nos apasiona»
Pepe Gutiérrez-Álvarez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario