La indignación general que despertó la revelación del vacunatorio VIP de funcionarios públicos y sus allegados tiene raíces mucho más profundas que la propia crisis sanitaria. En un país sumido en la pobreza, este golpe demoledor a la autoridad de un gobierno que ya venía a los tumbos y que no logra concretar un rumbo, reaviva las tensiones sociales acumuladas.
En medio de una rotunda crisis de gabinete, Alberto Fernández ensayó una defensa del abordaje de la pandemia durante el período que Ginés González García fue ministro. Es una autoexculpación por los terribles niveles de contagios y muertes, y a su vez una defensa de un régimen de privilegios que tuvo como beneficiarios principales a los laboratorios y los empresarios de la medicina privada -incluido el clero. La maniobra incluye el ascenso de la hasta ahora vice Carla Vizzotti al cargo de ministra, es decir la preservación de todos los altos rangos del vacunatorio VIP.
Como sostiene en su editorial Néstor Pitrola, este vacunagate -con versiones en varios países- refleja la esencia de todo un régimen político y social. Salpica como beneficiarios a personeros del Frente de Todos, Juntos por el Cambio y todos los partidos patronales, de las más diversas provincias. Lo clarifica además la privatización del sistema de vacunación del gobierno porteño, mediante la entrega de dosis a hospitales privados por convenios con prepagas y obras sociales, lo cual rompe el registro único de vacunación privilegiando a un sector de la población por encima de quienes no tiene cobertura de salud paga, lo cual atenta contra los criterios del orden oficial.
Todo esto sucede cuando aún resta mucho para inmunizar a los trabajadores de la salud (incluso dentro de uno de los epicentros de la vacunación VIP como el Hospital Posadas), y ni hablar de la docencia que es empujada a regresar a escuelas sin condiciones elementales de seguridad. De hecho, si la provisión de las vacunas contra el Covid-19 plantea ya muchas inquietudes, el vergonzoso ritmo de inoculación merece la exasperación popular. Frente a esta realidad, es categórica la declaración emitida por el Frente de Izquierda – Unidad reclamando un plan de vacunación gratuito y universal, la liberación de las patentes, y convocando a enfrentar a todo este entramado de contratos confidenciales que tejieron los grandes laboratorios y los Estados imperialistas que acaparan las dosis.
Es un llamado a la lucha, que contrasta con la vía muerta adoptada por un centenar de países que han presentado una solicitud en la Organización Mundial de Comercio (OMC) para suspender parcialmente las patentes. Pero quebrar de verdad el acaparamiento de las vacunas requiere de revertir todo un sistema de opresión nacional, empezando por el desconocimiento de las deudas externas, la anulación de las patentes de la industria farmacéutica y la centralización de los sistemas sanitarios bajo control de los trabajadores. Contra las ilusiones en estas entidades apéndices de las potencias imperialistas, es concluyente el bombardeo yanqui de Siria ordenado por Joe Biden cuando apenas lleva un mes en la Casa Blanca, retratando que la agudización de la crisis capitalista alimenta las aventuras militaristas y las masacres de los pueblos.
En lo que respecta a la Argentina, el sometimiento colonial es la premisa de todo el régimen de hambre y saqueo de los que gobernaron los últimas décadas. Un ejemplo claro es la decisión del gobierno de Alberto Fernández de pisar el acelerador con la nueva concesión de la Hidrovía a algún pulpo multinacional (presumiblemente chino), perpetuando la entrega menemista de la arteria estratégica por donde sale el 80% de las exportaciones del país.
Más aún, la gira presidencial por México tuvo como eje principal un pedido de apoyo al presidente Andrés Manuel López Obrador ante el FMI, cuando las negociaciones están empantanadas. Al organismo no le cierran las contradicciones de la política económica criolla, cuando arrecia una espiral inflacionaria sin que hayan todavía decretado el monto de los tarifazos en los servicios públicos -un tema que preocupa en especial el Fondo. En estas condiciones, para lograr un acuerdo que prolongue la precaria pax cambiaria y evite un default ante el Club de París, las exigencias de ajuste y ataques a las masas serán leoninas.
Por eso cobra una importancia general el plenario piquetero que reunió a 3.000 delegados de distintas organizaciones en Parque Lezama, el pasado jueves 25. Este imponente reagrupamiento, independiente de las agrupaciones que fueron cooptadas por el Estado, forjado al calor de la lucha de los desocupados a lo largo y ancho de todo el país, votó un programa y un plan de acción recuperando la mejor tradición de deliberación del movimiento piquetero. Con las reivindicaciones de trabajo genuino, universalización y aumento de los programas sociales, seguro al desocupado de $53.000 sin contraprestación laboral, alimentos para los comedores, tierra y vivienda; pero también con consignas como el no al pago de la deuda externa y al FMI; se resolvió un sendero de cortes de ruta y acampes desde el 4 de marzo.
Ha emergido además con mucha fuerza la lucha docente a escala nacional. Con eje en la defensa del salario y contra el regreso obligado a aulas sin condiciones, proliferan asambleas, plenarios y medidas de fuerza por todos los puntos cardinales. La próxima semana registrará paros en la Ciudad de Buenos Aires -donde ya se cuentan contagios de coronavirus en 88 «burbujas»- impulsado por Ademys en continuidad de la medida de 72 horas; en la provincia de Buenos Aires, donde fue votada una huelga de 48 horas por un plenario provincial de 600 delegados de la Lista Multicolor de Suteba; de cinco días en Neuquén, como resolvieron las asambleas de Aten; o las de la docencia de Mendoza, que parará el 1 y 2 de marzo. Tribuna Docente interviene como impulsora de este proceso armada con las conclusiones de su congreso nacional anual.
Este cuadro de deliberación es el que abre una perspectiva para la población trabajadora, contra este régimen de privilegios que beneficia a los que hunden y saquean al país.
Buen domingo.
Iván Hirsch
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