Centenares de miles de gimnasios están a rebosar. Toda aldea que se precie tiene su superpolideportivo aunque no tenga biblioteca alguna. Pero las pocas bibliotecas que existen en España están tan vaciadas como la España vaciada.
Por ejemplo, la más importante biblioteca de España, la Biblioteca Nacional, situada en Madrid junto a la famosa estatua de Colón, esta vacía, según puede verse en la imagen adjunta. Mientras en sus afueras se acumulan con frecuencia las ignorantes masas del trifachito.
¿Pero es cierto que son buenos los gimnasios y el culto al cuerpo? El espíritu deportivo se encuentra completamente identificado con la competitividad más feroz y omnipresente en todas las esferas de nuestras vidas. Un espíritu inducido por los del crecimiento económico oligárquico porque ve, con cierto temor, el citado anuncio de euronews: “El sedentarismo afecta directamente al rendimiento del trabajador y a la productividad de las empresas”.
Para que el crecimiento económico oligárquico se acelere (que es lo que obsesivamente buscan estos señores), es necesario que todos trabajen deprisa, que no se sedimenten, que no dejen de estar frenéticamente activos. Les es necesario que estén imbuidos del espíritu competitivo y “deportivo”. Que no cese esa dinámica del hábito de ver quién es el que más produce, el que más consume o el que más corre en el gimnasio, en la factoría, que esta idea de psicópatas con prisa no abandonen su cerebro. Por eso, por ejemplo, cuando un político, lacayo del suprapoder económico (el que le aupó en la carrera electoral) llega a ser alcalde, lo primero que se le ocurre es instalar un polideportivo en su pueblo que a buen seguro carece de biblioteca. En este sentido emergen como dos enclaves indispensables en cada pueblo, la existencia de una iglesia y la de un polideportivo, en ambos casos se trata de distraer y alejarse del ejercicio de la mente.
Por otra parte el culto al cuerpo o culturismo, además de potenciar éste lucrativo negocio del “espíritu deportivo competitivo”, forma parte de una verdadera religión, la religión“del gimnasio diario”,que nos anula la mente, el pensamiento, y a causa de ello tenemos dificultades para el sano deporte de pensar, que nos permitiría ver que nos están esclavizando con tantas prisas y con tanta actividad, ya hecha congénita. Para evitar estas perjudícales influencias, debemos mantener al menos unas posiciones mínimas:
Ver que hay que tener menos prisa, mucha menos. Por ejemplo, que hay que rebajar el valor del footing o de los masivos maratones, que no son tan sanos como dice esta moda. O dejar de usar el auto siempre que se pueda, que deberá ser sustituido por el sano deporte de la bicicleta. En resumen, hacer una sana vida sedentaria (aunque esté de moda decir lo contrario), que será sana siempre y cuando se realice de forma mesurada y no de modo extremado de quietud. En su lugar, el ejercicio debería consistir en paseos muy largos reflexionando en grupo y bajo frondosos árboles de un bosque inmenso repleto de manantiales naturales o por ejemplo practicando el sano senderismo no competitivo.
Para conseguir esto habrá que trabajar mucho menos, muchas menos horas de trabajo asalariado-enajenado y además repartir estas horas entre todos. Habrá que dedicar muchas menos horas a los gimnasios para disponer de más horas para la libertad de poder pensar y más horas para la lectura y el recreo de la adquisición de cultura. En este sentido, José Luis Sampedro nos dice “La libertad de expresión no sirve de nada si no hay libertad de pensamiento”, esto quiere decir que es indispensable tener tiempo libre para poder pensar y poder leer, y por supuesto bibliotecas. Habrá que consumir mucho menos, lo estrictamente necesario, para conseguirlo será preciso producir muchas menos mercancías y sobre todo muchas menos plusvalías y ganancias financieras. Además, así extraeremos muchos menos recursos naturales y dañaremos mucho menos a la naturaleza que nos da vida para todos y no sólo para unos pocos privilegiados. Al estar más sedentarios y dejar de movernos en un tráfico frenético, reduciremos mucho las emisiones de los gases de efecto invernadero (GEI) como pueden ser el dióxido de carbono (CO2),el metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFC), etc. y gracias a ello el aire se volverá mucho más transparente y sano.
En conclusión, habrá que dedicar muchas menos horas de culto al gimnasio y muchas más horas constructivas y de recreo a las bibliotecas. O dicho de otra forma, llenar las bibliotecas y adquirir por otros medios textos de lectura que fueron vaciadas por el furor productivista-deportivo, potenciado por los señores del crecimiento económico oligárquico.
Julio García Camarero, doctor en Geografía por la Universidad de Valencia, ingeniero técnico forestal por la Universidad Politécnica de Madrid, exfuncionario del Departamento de Ecología del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias y miembro fundador de la primera asociación ecologista de Valencia, AVIAT.
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