Tanto en la ONU, en la CELAC y en la Exposición Rural del Prado, donde los dueños del campo hacen sus demostraciones y mucho lobby agropecuario, el primer mandatario cumplió a pie juntillas los designios de la oligarquía local y de los organismos internacionales, alineado con la derecha más reaccionaria del continente.
El raid de Lacalle Pou se inició en la Expo Prado. Allí lo esperaban los directivos de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), el embajador de Israel y varios dirigentes y militantes del Partido Nacional. Se mostró complaciente con el sector agropecuario, sector en el que su partido es bastión y que, además, gobierna 15 de 19 departamentos.
Durante la VI Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), Lacalle Pou confrontó con Cuba, Venezuela y Nicaragua al afirmar que en estos países no se respetaban los derechos humanos.
La puesta en escena de Lacalle Pou logró su cometido: ser tendencia en redes sociales, aparecer en varios medios de comunicación latinoamericanos y mundiales, y enviar un mensaje claro a los Estados Unidos, “estoy con ustedes”.
A su coro se sumo Mario Abdo, presidente de Paraguay, que justamente estuvo reunido con Lacalle Pou y el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el estdaodunidense Claver-Carone días antes de la cumbre. A su vez, el cabecilla del BID declaró que “Uruguay es uno de los laboratorios de reinversión para América Latina”:
¿Sorprenden las declaraciones de Lacalle Pou en la CELAC? Para nada. En su asunción como presidente, Lacalle no invitó a los mandatarios de los países a los que confrontó en la CELAC y cada vez que puede dice que Cuba y Venezuela son una dictadura.
La jugada de Lacalle demuestra tres cosas. Primero, lo deja en evidencia por la planificación de su disputa, incluso citando un fragmento de la canción de la gusanera de Miami “Patria y vida”.
La segunda, le puede volver como búmeran. Uruguay no se caracteriza por ser un país con grandes tragedias ni violaciones a los derechos humanos como sucedieron en las manifestaciones de Chile y Colombia, pero bastó con abrir las puertas de la cárcel para descubrir que a un presidario lo tuvieron secuestrado dentro de la misma por casi 50 días y los resultados son escalofriantes, al estilo de campo de concentración.
La tercera, demuestra la hipocresía y la doble vara con la que se maneja Lacalle Pou. Silencio ante lo que ocurre en China porque es el primer socio comercial, y lleva una gran relación con Iván Duque de Colombia y con Mario Abdo de Paraguay, quienes, obviamente, no se caracterizan por ser paladines de los derechos humanos y la democracia.
Este miércoles 22 dio su discurso en la 76ª Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU). Desde Cancillería se afirmó que “el discurso es un gran secreto del Presidente” y desde el diario oficialista El País, que “las palabras del Presidente no iban a pasar desapercibidas.”
Bueno, todo lo contrario. Fue un discurso anodino, sin ningún tipo de profundidad y que pasará a la historia sin pena ni gloria. Volvió a reiterar lo de los derechos humanos sin nombrar a ningún país en específico, pero se entiende que va en la tónica de confrontación contra Venezuela, Cuba y Nicaragua.
¿Quizá también se refería a Israel por sus ataques a Palestina, a Arabia Saudita, a Qatar por su vejación a los trabajadores que están construyendo los estadios para el Mundial de Fútbol de 2022, al magnicidio de Haití o solo a los gobiernos que no le son afines ideológicamente?
Se reunió con el CEO de la organización judía B’nai B’rith, Dan Mariaschin, quien comentó desde Nueva York a El País, que la reunión con el presidente Lacalle Pou “fue excelente”.
“Cubrimos varios temas en los que compartimos interés, incluida la situación en el Medio Oriente. Hablamos de votar en las Naciones Unidas sobre temas relacionados con los problemas de Oriente Medio”, comentó, agregando que compartieron la preocupación por las amenazas del terrorismo a nivel mundial, pero también especialmente en América Latina.
Tras la reunión con Mariaschin, Lacalle Pou, comunicó personalmente al embajador israelí en Montevideo, Yoed Magen, que el país no asistirá a la conferencia de Naciones Unidas, conocida como Durban IV. La primera conferencia de Durban, celebrada del 31 de agosto al 8 de septiembre de 2001, estuvo marcada por profundas divisiones sobre los temas del antisemitismo, el colonialismo y la esclavitud y Estados Unidos y varios países europeos siguieron los pasos de Israel, no participando de ella. Uruguay será el primer país de la región que no asistirá.
La agenda del presidente continuó con una reunión con el enviado especial de Estados Unidos para el cambio climático, John Kerry y luego una bilateral con el presidente de Colombia, Iván Duque, con quien tiene una relación personal desde hace largo tiempo.
Además de estas reuniones, en Nueva York Lacalle se reunió con directivos de 30 fondos de inversión “para vender a Uruguay” (Lacalle Pou dixit), como si el país fuera un producto.
El camino de Lacalle Pou es claro: dinamitar el Mercosur, plantear pleitos en la CELAC y defender a la OEA, alinearse con los gobiernos afines al Departamento de Estado de EEUU y, a la interna, liberalizar a Uruguay a través de Tratados de Libre Comercio (TLC), desmantelar el Estado, quizá de manera no tan brutal como otrora lo hiciera su padre Luis Alberto Lacalle Herrera.
Nicolás Centurión. Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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