Sin embargo, la analogía no es completa. El kirchnerismo no tiene ninguna posibilidad de hacerse del gobierno sin provocar una crisis aun mayor a la actual. No cuenta con el aval ni de la mayoría de los gobernadores ni tampoco de la burocracia sindical. Un giro más intervencionista traería aparejado un golpe de mercado, acelerando la fuga de capitales y la devaluación monetaria. Hay evidencia abrumadora que el kirchnerismo ante este tipo de escenario pone el violín en bolsa y recula aceptando las condiciones del capital financiero. Por eso la gran pregunta es qué papel va a jugar Massa en este replanteo. Varios comentaristas afirman que las renuncias fueron pactadas entre Cristina Kirchner, su hijo y el actual presidente de la Cámara de Diputados. El acuerdo incorporaría la designación de Massa como una especie de superministro, que tome bajo su control el área económica y también política. El tigrense parece negar estas versiones, pero conociendo su duplicidad la negativa quizás deba ser tomada como una confirmación.
Quienes advierten sobre un giro populista del gobierno podrían quedar refutados a la brevedad. Massa hace solo semanas hizo su propia gira por los EE.UU. donde realizó reuniones en el Departamento de Estado y con grupos económicos. Su posición sobre América Latina es además conocida, ya que milita en el extremo derechista de la coalición oficial, sea plegándose a las campañas de la derecha venezolana o anticastrista. Un ingreso de Massa al gabinete representaría el intento de lograr el acuerdo con el FMI a una velocidad más rápida que el propio Guzmán, y evitar que se consume un giro de los capitalistas a la oposición patronal que acaba de ganar las elecciones. Massa tiene vínculos directos con Morales de Jujuy y es amigo-socio de Larreta. Sin embargo Wado de Pedro acaba de hacer declaraciones contrarias al acuerdo con el FMI, al menos en los términos que Guzmán estaba negociando. Por lo tanto no pueden excluirse escenarios de mayores choques o una seguidilla de crisis de gabinete hasta que se alcance un punto de equilibrio precario.
La crisis abierta muestra que quienes llaman a fortalecer el ala popular del gobierno o no saben de qué hablan o actúan conscientemente para bloquear el giro a la izquierda que las recientes elecciones han dejado planteada para al menos un sector importante de la base del kirchnerismo. Nuestra respuesta a esta crisis es reforzar la construcción de una alternativa política de los trabajadores y la izquierda independiente del gobierno y sus distintas fracciones.
Gabriel Solano
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