Las empresas tecnológicas han despedido en lo que va de enero a casi 70.000 trabajadores, como parte de un plan de ajuste internacional.
El grupo Meta, de Mark Zuckerberg, al que pertenecen Facebook, Instagram y Whatsapp, se desprendió de 11.000 trabajadores; Salesforce, la compañía estadounidense de software, despidió a 7.000; la empresa matriz de Google, Alphabet, a 12.000; la multinacional Microsoft cesanteó a 10.000; Amazon a 8.000, e IBM a 3.900.
Este proceso no representa una novedad. La oleada de despidos tuvo su origen en 2022, año en el cual las grandes tecnológicas echaron aproximadamente a 160 mil empleados.
Los pulpos del sector se beneficiaron durante la pandemia concentrando negocios, gracias al crecimiento del comercio electrónico. Frente al reflujo de esa modalidad de compra, comenzaron a reducir personal.
Otras compañías se han embarcado en un proceso de reestructuración; por ejemplo, la alemana SAP, que también ha despedido trabajadores, busca centrarse en el rubro de los servicios informáticos en la nube. Amazon decidió cerrar su centro logístico de Martorelles, un municipio catalán, y abrir dos plantas en Zaragoza y Figueres.
La patronal de Amazon pretende que los empleados se trasladen a las nuevas fábricas (que estarán situadas a cientos de kilómetros de la planta de Martorelles), donde serían contratados bajo convenios colectivos cuyos salarios son más bajos. Frente a esto, los trabajadores fueron a la huelga, y realizaron piquetes que mantuvieron paralizada buena parte de la actividad de la empresa. Las reestructuraciones son un mecanismo utilizado por la clase capitalista para recomponer su tasa de ganancia, sobre la base de una mayor explotación laboral.
La suba de las tasas de interés que los principales bancos centrales del mundo vienen implementando está afectando particularmente a las compañías de la industria tecnológica, que se han apoyado en créditos a tasas bajas (o negativas) para apalancar sus negocios y avanzar en procesos de concentración de capital. A su vez, la posibilidad de que la economía mundial asista a una recesión, algo que dislocaría brutalmente el mercado, alimenta la incertidumbre de las empresas y los inversores.
En este marco, asimismo, las ganancias de las compañías han estado disminuyendo. En 2022, IBM registró beneficios por 1.500 millones de euros, un 67% menos que en 2021. Los beneficios de Microsoft, por su parte, se redujeron un 13,5% con respeto a los que obtuvo el año pasado. En 2022, SAP vio caer los suyos en un 56%.
Para la clase trabajadora, enfrentar esta ofensiva patronal es clave.
Nazareno Kotzev
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