Las semanas que siguieron a las elecciones PASO se han convertido en un torneo de acusaciones recíprocas entre los tres candidatos del podio. Es que la crisis se ha agravado después de la primaria. Cristina Kirchner, la partera de la “Unión Patriótica”, continúa sin abrir la boca. Los representantes parlamentarios del ´tercio´ nacional y popular han dejado pasar en Diputados una reforma de la ley de alquileres, muy dañina para los inquilinos.
El acuerdo con el FMI es un ancla perdida – lo sabotean unos y otros. La “hiper” está en las entrañas del acuerdo fondomonetarista. Para el FMI los aumentos de tarifas no son inflacionarios; los de salarios, sí. En definitiva, la inflación licúa el gasto social, los salarios públicos y las jubilaciones, mientras aumenta la recaudación de los impuestos que gravan el consumo y los precios (IVA). Milei y Bullrich, por su parte, le dieron la venia al FMI. Los adicionales que anunció Massa para los jubilados sólo alcanzaran para los de la mínima. Los otros bonos, los salariales, son casi una ficción: para los trabajadores conveniados, serán absorbidos por las paritarias. Y los que están bajo cualquier variante de trabajo precario, sencillamente no lo cobrarán. Por las dudas, los lobbies empresarios que se mueven bajo el rótulo de Pymes (CAME y otras) amenazan con no pagar este bono – reclaman a cambio nuevas exenciones impositivas y mayor libertad para la remarcación de precios. Lejos de restaurar un “equilibrio de ingresos”, el “plan platita” es otra fase de la hiper y de la confiscación social.
Dolarizadores
En medio de este desmadre, aparecen los candidatos, fingiendo la presentación de “planes económicos”. Milei continúa agitando la dolarización, junto a la destrucción del derecho laboral, el previsional y ciudadano. Ahora, la bandera dolarizadora fue recogida por Patricia Bullrich, que alquiló a Melconian, de la Fundación Mediterránea, financiada por los popes de la burguesía argentina. Melconian quiere un régimen “bimonetario” (pesos y dólares) para contratos y colocaciones financieras. Pero para ello debe proceder a una mega devaluación. Melconian promete, él también, una reforma laboral y previsional, liquidación de empresas públicas y refinanciamiento de deudas con la garantía del patrimonio público. En un documento publicado hace dos meses, la Mediterránea reclama una “transición (electoral) colaborativa”, donde se “alineen precios, tarifas públicas y salarios” (sic). Es el rodrigazo que Sergio Massa está ejecutando, en consenso con el FMI. Mientras tanto, los economistas y funcionarios del gobierno despotrican contra los “males de la dolarización” y apoyan el trabajo de demolición de la moneda – que es, en definitiva, una demolición de los salarios, jubilaciones y gastos sociales. El tándem Massa-Pesce emite dinero a mansalva para recomprar títulos de deuda del Tesoro en poder de bonistas.
La discusión acerca del régimen monetario es, a esta altura, una gigantesca impostura; dolarizadores y desdolarizadores son complementarios, porque la desvalorización hiperinflacionaria del peso -y de los salarios- prepara el camino de los dolarizadores. En materia de condiciones laborales, la burocracia sindical se declara “abierta” a discutir los cambios en el régimen del trabajo – el fin de la ultraactividad y de las indemnizaciones. Y se reúnen con los asesores de los tres candidatos con ese fin.
La clase obrera
El convulsivo escenario post PASO revela que las elecciones no han servido para salir de la crisis política. Los analistas pronostican que este impasse continuará después de las generales, de las que podría emerger, incluso, una mayor fragmentación política. Después de muchas versiones y especulaciones, un editorialista de Clarín -Santiago Fioriti- se animó a asociar los recientes saqueos con la penuria que azota a las barriadas en medio de la “híper”. Las burocracias sindicales y las patronales se han apresurado a cerrar paritarias ´renovadas´, a sabiendas de que volverán a correr por atrás de los aumentos en espiral, y para gambetear cualquier iniciativa de conjunto de los trabajadores. La situación habitacional, por su parte, se ha tornado desesperante.
La lucha contra el paquete hiperinflacionario y antiobrero que ejecutan Massa y los Fernández, con la venia de los Bullrich y Milei no puede ser electoral – sólo puede ser mediante la acción directa, movilizaciones, huelgas, autoconvocatorias y coordinadoras. El FITU se presenta, sin haber logrado pasar las PASO en 11 provincias, sin un programa de lucha, apenas como otra opción electoral. Es necesario forjar, bajo la presión de esta crisis, una dirección obrera revolucionaria.
Marcelo Ramal
29/08/2023
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