Dejaron un evidente sabor a poco los anuncios domingueros de Massa, presentados como medidas para resguardar a la población de los efectos de la devaluación que él implementó al día siguiente a las Paso, tal como había pactado con el FMI y ocultado a todos hasta las elecciones.
Luego que de volviera a acelerarse la inflación, con disparadas en los precios de los alimentos y nuevos tarifazos dispuestos por el gobierno, el paquete anunciado sirve apenas para disimular que ratifica un rumbo de ajuste en medio de una crítica situación social. Como declaró Gabriel Solano, “son una tomada de pelo para los trabajadores, jubilados y una falta total de respeto al 40% de la fuerza de trabajo que está en la informalidad”. “De esta forma, Massa sólo acumula más votos para Milei”, expresó por su parte Néstor Pitrola.
Es que los anuncios para los asalariados solo contemplan un pago no remunerativo de $30.000 en los próximos dos meses para aquellos que no perciban sumas superiores a los $400.000 brutos, que como serán absorbidos por las futuras cuotas de paritarias son simplemente un adelanto de sueldo. Quienes se desempeñan bajo distintas modalidades de contrataciones precarias quedan por fuera de toda compensación salarial, más que el magro bono de $20.000 en dos cuotas que recibirán los beneficiarios del Potenciar Trabajo, cuyos ingresos seguirán debajo de la línea de indigencia; “no hay aumento del salario mínimo, solo un bono de tres kilos de carne para los planes sociales”, sentenció Pitrola, candidato a diputado nacional del Frente de Izquierda.
Para los jubilados que cobran la mínima habrá nuevos bonos que no modificarán un ápice el desfasaje respecto de la inflación, que en los primeros siete meses ya aventajó a los haberes con un índice del 60% frente a actualizaciones del 46% contando los “refuerzos”. Así, más de cuatro millones de adultos mayores percibirán en septiembre $124.000, menos de la mitad de la canasta de pobreza; y luego en diciembre la movilidad volverá a aplicarse sin contar estos bonos -porque no se incorporan al haber-, de manera que se allana el ajuste futuro sobre los jubilados. El resto que cobra sobre la mínima no tiene paliativo alguno. “Es el desplume del FMI y de quienes nos gobiernan a quienes aportaron una vida”, ahondó Pitrola.
En el caso de la Tarjeta Alimentar las medidas consisten en dos cuotas de $5.000 para familias con un hijo, $ 8.500 para las que tienen dos hijos y $ 11.500 tres hijos o más, como si no todos debieran comer por igual. Luego (es decir, pasadas las elecciones) quedará congelada, ya que el aumento del monto para noviembre se calcula sobre el valor de mayo. Mientras miles de trabajadoras y trabajadores se movilizan para exigir al gobierno que deje de recortar la entrega de alimentos a los comedores populares, este refuerza un rumbo que en el año hizo que el poder de compra de la tarjeta se desplomara, porque acumula un 36% ante una inflación para agosto podría superar el 75%. El colmo es que los beneficios anunciados para las exportaciones agrarias probablemente sumen presión a los precios de toda la industria alimenticia.
“Es una vergüenza que la CGT haya salido a apoyar estas medidas que perpetúan a los trabajadores en la pobreza”, señaló el dirigente nacional del Partido Obrero en el Frente de Izquierda, Gabriel Solano. Eso, explicó, es porque “no representan los intereses de los trabajadores sino que se alinean al gobierno de turno entregando las condiciones de vida de millones”. Reivindicó en contraste “el camino del Sutna, que con el método de asamblea y plan de lucha viene conquistando las paritarias más altas y ganándole a la inflación”.
En esa línea, Solano enfatizó que “para enfrentar a Milei es importante enfrentar el ajuste del gobierno actual, responsable de la crisis social, económica y política. Por eso impulsamos asambleas en todos los lugares de trabajo y un congreso de base con delegados de todas las organizaciones de trabajadores ocupados y desocupados”.
Iván Hirsch
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