1. Los resultados de las PASO del domingo reciente han creado una situación singular. El poder político ha perdido su eje de gravitación. El gobierno oficial sigue teniendo los instrumentos de la administración pública, pero su precaria orientación política se ha derrumbado. Los peores resultados los obtuvo el frente liderado por el ministro de Economía, que había desplazado del ejercicio del poder a los titulares del Poder Ejecutivo. (El derrumbe de Massa se hace patente en la victoria de Zamora en el municipio de Tigre.)
Este vaciamiento político no es un hecho infrecuente en Argentina y en el resto del mundo; en Argentina ocurrió en ocasión del adelanto del traspaso del gobierno de Alfonsín a Menem; en Francia, cuando se adelantó la asunción del gobierno por parte de Francois Mitterand. Pero como las PASO no son la antesala inmediata del cambio de gobierno, sino de las elecciones generales de octubre, los candidatos mejor posicionados todavía tienen que revalidar sus títulos.
El vaciamiento de poder tampoco obedece a que los votos se repartieron en tercios, sino a que el tercero de la terna le cayó al partido del gobierno; el segundo de la terna al bloque indicado por las elites económicas para relevar al gobierno actual. El primero, Milei, carece de estructura de gobierno, en tanto que no cuenta con ninguno de los 24 gobernadores del Estado federal; tampoco cuenta con el apoyo del capital internacional ni del FMI, opuestos a una dolarización. Al mismo tiempo, se ha producido una reversión de tendencia en diversas provincias: varios gobernadores, que habían ganado sus distritos con más de la mitad de los votos, vieron cómo sus listas sufrían un derrumbe en las PASO nacionales.
Milei ratificó el domingo el propósito de establecer una dolarización. La dolarización significaría el reemplazo del Banco Central por una sucursal de la Reserva Federal de Estados Unidos, que obviamente no se haría cargo de los 40.000 millones de deuda por las Leliq. La dolarización barrería los miles de millones de pesos de los ahorristas que han vuelto a gritar, anoche, “que se vayan todos”. En estas condiciones, las generales de octubre no ofrecen al momento ninguna perspectiva de gobierno. Esto es exactamente lo que nuestro partido, Política Obrera, advirtió el sábado previo a los comicios, cuando caracterizó que estas “elecciones reaccionarias” habían fracasado en el propósito de dar una salida a la crisis política, que habilite la aplicación a rajatablas de un ajuste violento y una desvalorización aun mayor de la fuerza de trabajo.
2. Caracterizar los resultados del domingo como “una victoria” de Javier Milei no da cuenta del escenario de disolución política que se ha creado. Aunque parezca lo mismo, pero, dicho de otro modo, lo que ocurrió fue una derrota catastrófica del peronismo y del macrismo. Han perdido caudal o densidad política para ser gobierno. A ello se añade el porcentaje excepcional de no concurrencia a la elección. Milei, por su lado, parece guardar una analogía con Trump y con Bolsonaro, pero no cuenta, como en el primer caso, con un Partido Republicano, ni, en el segundo, con el apoyo contundente de la Jefatura de las Fuerzas Armadas de Brasil, en especial del Ejército. Milei ratificó el lunes lo que había dicho en el discurso que pronunció cuando se dieron a conocer los cómputos definitivos el domingo: que rechaza “el kirchnerismo de buenos modales” de JxC, incluida Patricia Bullrich. O sea que ha elegido ir a fondo con un bolsonarismo en modo de tentativa.
3. La burguesía ha respondido al vaciamiento político con una huida de la deuda de Argentina, de las acciones de las compañías nacionales y del peso. De modo que, entre agosto y octubre, Argentina atravesará un período ultrainflacionario. Massa ha respondido a esta sacudida financiera y monetaria con una devaluación del 20 % del dólar oficial que, a esta altura de la crisis, es el primer paso de una cadena de devaluaciones sucesivas. Ningún ajuste fiscal puede poner un freno a este desboque. La crisis se “ha llevado puesta” la receta tradicional del FMI, ante la brutal atropellada de la desvalorización contra la fuerza de trabajo. El tránsito a octubre toma los rasgos de los últimos días de De la Rúa. La necesidad de un plan de estabilización de conjunto choca con el vaciamiento político del régimen presente. Más allá de la especulación acerca del impacto que tendrá la nueva situación de fuga de capitales, inflación y desvalorización de la fuerza de trabajo en la campaña electoral que comienza y en los resultados electorales próximos, la cuestión decisiva es la reacción que provocará en la clase obrera y los trabajadores en su conjunto mucho antes de la elección general. En lugar de atender a este desafío, en las redes sociales aparecen las primeras demandas, desde la vereda de los K y del FIT-U, incluso para votar a Bullrich contra Milei.
4. Desde el comienzo de la pandemia, la clase obrera atraviesa un período muy singular de apatía política. Esta es la causa principal para que desde los sectores más atrasados de las masas, incluidas las “organizaciones sociales”, haya prosperado una corriente de apoyo a Milei. Esta apatía ha contribuido a que las candidaturas de relieve se alinearan con el FMI. Está fuera de discusión cuánto han contribuido a este cuadro de apatía la burocracia sindical y la izquierda parlamentarista, enfocada en la cuestión identitaria. El derrumbe político y económico que se ha precipitado “desde arriba” cambia la situación objetiva. Es muy pronto para verificar el impacto que el desborde económico y la incertidumbre que reina en los círculos patronales va a causar en los trabajadores. De nuestra parte, no tenemos dudas de que Argentina ingresa a un período de huelgas –parciales y generales, económicas y políticas-. Se ha cerrado una etapa estrictamente electoral y se abre una nueva de características sociales (lucha de clases) y políticas. Es necesario intervenir intrépidamente en esta situación, por medio de la agitación, para que el impulso de lucha se amplíe incesantemente. En conexión íntima con el movimiento mismo, las consignas de autoconvocatorias, coordinadoras y huelga general pasan a ocupar un rol creciente y central. En cierto momento de lucha, las masas atrasadas que pusieron el voto por Milei se sumarán a las acciones clasistas. Los giros violentos de situación son un rasgo típico de un período de catástrofes capitalistas sociales y humanitarias.
Comisión ejecutiva de Política Obrera
14/08/2023
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