La cumbre de los Brics (grupo integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que se lleva a cabo en Johanesburgo anunció la incorporación al club económico de Argentina, Arabia Saudita, Emiratos Arabes, Irán, Egipto y Etiopía.
El presidente Alberto Fernández difundió un video a través de las redes sociales en que afirma que “se abre un nuevo escenario” para el país. Sin embargo, aclaró que la afiliación a los Brics “no excluye otras instancias de integración”. Con esto, buscó dejar en claro que no está en discusión el sometimiento a la agenda del FMI.
En términos concretos, Fernández señaló que con los Brics se abre una oportunidad para la Argentina gracias “no solo a la productividad del suelo sino a la potencia de la agroindustria y la biotecnología”. La expectativa se centraría, entonces, en la obtención de mayores ingresos en divisas a través de nuevas exportaciones de la oligarquía agropecuaria a los socios del club, lo cual incluso no está asegurado, debido a la desaceleración de la economía china y a la propia crisis mundial.
Adicionalmente, el planteo de Javier Milei de una ruptura de relaciones con Brasil y China en caso de llegar al poder, sumado al rechazo de Patricia Bullrich en su discurso ante el Council of the Americas, plantea la posibilidad de un veloz abandono del bloque en caso de una victoria de la oposición.
Los Brics realizaron su primer encuentro en 2009 (en el caso de Sudáfrica, se sumó en 2011) y se suele ensalzar lo que serían sus grandes potencialidades económicas, debido a que concentra más del 40% de la población mundial. A la vez, debido a que su conformación ocurrió en paralelo a un debilitamiento de la dominación global norteamericana, se lo considera como un avance hacia un mundo “multipolar”.
Pero los Brics no son un bloque homogéneo. En su seno se incuban grandes rivalidades, como la de China y la India, enfrentados en frecuentes escarceos militares en el Himalaya. Nueva Delhi forma parte del Quad, junto a Estados Unidos, Japón y Australia, un bloque que Beijing denuncia como el ensayo de una Otan asiática. Entre sus nuevos socios, los Brics han sumado a naciones con alineamientos internacionales opuestos, como Arabia Saudita e Irán.
A lo largo de sus más de diez años de existencia, los Brics no han creado un polo alternativo de desarrollo sino que se han visto envueltos también en el torbellino de la crisis mundial.
Frente a esa crisis, luchamos por la unidad internacional de los trabajadores contra el imperialismo y sus explotadores nativos.
Gustavo Montenegro
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