La participación electoral de este domingo llegó al 84 % luego de que se restableciera la obligatoriedad del voto. Sin embargo, el número de solicitudes para excusarse legalmente para no asistir a las urnas se triplicó en relación a las elecciones anteriores.
Este segundo proceso constitucional supone un golpe para el pinochetista y excandidato presidencial José Antonio Kast, no por su afán de cambiar la constitución de la dictadura, sino más bien por el quiebre que sufrió su fuerza política, el Partido Republicano. En principio, Kast se opuso a cualquier nuevo proceso constituyente y lideró la campaña por el Rechazo del plebiscito anterior, en un intento de reunificar a la derecha y presentarse como futuro presidenciable. Ante un inminente segundo proceso constitucional, los republicanos quedaron a cargo de la redacción de un nuevo borrador constitucional, tanto más fascista que la actual constitución.
Pero el intento de reagrupamiento de la derecha terminó por fracasar este domingo. El amplio espectro de la derecha había planificado dar una conferencia de prensa en conjunto luego de los resultados de ayer. Sin embargo, Chile Vamos, la coalición de la ‘derecha vieja’ liderada antes por Piñera, reunió a la prensa por su parte y criticó la incapacidad de los republicanos de llegar a una constitución “de consenso” reagrupando a la oposición y su electorado. Hubo un caudal de votos no insignificante para el bodrio escrito por la derecha y, sin embargo, es un caudal desorganizado y sin líderes claros.
Kast declararía más tarde que la derrota de este nuevo proyecto constitucional representaba el cansancio de la población chilena respecto del debate constitucional. “Hoy los chilenos han dicho de manera clara que prefieren continuar con la Constitución actual, cerrando esta larga discusión constitucional”, señaló en conferencia de prensa.
En sintonía con lo declarado por Kast, Boric declaró en La Moneda que entendía el desgaste de la ciudadanía respecto del proceso constituyente y que durante su mandato “se cierra el proceso constitucional (porque) las urgencias son otras”. Asimismo señaló que mandató a su gabinete para retomar lo antes posible el trámite legislativo de la reforma de pensiones y otros puntos en la agenda como la seguridad en las calles. También el diputado Gonzalo Winter, de Convergencia Social (el partido de Boric), declaró ayer para CNN-Chile que una nueva constitución ya no es necesaria. El ministro de Hacienda, Mario Marcel, no escondió su contento y festejó el cierre de los procesos plebiscitarios en favor de una menor incertidumbre para los empresarios e inversionistas.
El Partido Comunista también llama a cerrar el debate constitucional. Lautaro Carmona, presidente del PC, declaró que “es evidente que no hay ninguna posibilidad en los años que le quedan al Gobierno de seguir adelante con un proceso más cuando hay dos años consecutivos de grandes desafíos electorales a nivel país”. El PC, aunque llamó a votar en contra de la constitución de Kast, no realizó ninguna medida de reagrupamiento y movilización en favor de su posición. O lo que es lo mismo, llamó a defender la vigencia de la constitución pinochetista.
Para la Democracia Cristiana el saldo del proceso constituyente fue la división entre su ala oficial y el nuevo espacio Demócratas.
La burguesía también se apresuró a declarar el fin de una etapa. Sebastián Edwards –uno de los miembros de la poderosa familia burguesa chilena que propició el golpe militar de 1973 y que son actualmente dueños de AFP y diversos medios de comunicación–, señaló para su periódico La Tercera que se “Demuestra que hay cansancio, hastío y el reconocimiento de que las cosas no estaban tan mal como se había dicho. (...) se ratifica que la Constitución de Ricardo Lagos y Pinochet reformada no era tan mala y que todo el proceso y la historia que genera ese cuerpo legal no era tan desastroso”.
En diez meses más se llevarán adelante las elecciones municipales. Y aunque desde el Pacto por la Paz y Nueva Constitución de noviembre de 2019 todos los espacios políticos tradicionales se habían propuesto un realineamiento de fuerzas –utilizando los procesos constitucionales para mejorar su desempeño electoral–, lo cierto es que la fragmentación política de entonces sigue vigente. Hasta el domingo tanto Chile Vamos como el Partido Republicano habían estado discutiendo pactos electorales para diversas comunas e, incluso, acercar a los espacios de centro que no pudo dirigir la Democracia Cristiana. Ahora esa posibilidad queda en duda. Tampoco se ha dirimido el liderazgo de la derecha que hasta ayer se disputaba Kast, desde los republicanos Evelyn Matthei hasta Chile Vamos. La derechista Matthei había declarado para sí misma libertad de acción respecto del plebiscito, inclinándose hace unos meses por rechazar el proceso liderado por Kast y se sumó a él a último momento.
El oficialismo no está mejor. El agrupamiento de la centroizquierda en torno a Boric fue fulgor y muerte. La imagen de Boric y el oficialismo sigue cayendo en las encuestas, especialmente durante los últimos meses en que se han destapado diversos casos de corrupción. No se descarta que Boric tenga que remover a su ministro de Vivienda esta semana. A tal punto ha llegado la falta de legitimidad del mamarracho frenteamplista, que los viejos concertacionistas como Ricardo Lagos y Michelle Bachelet han querido tomar el timón desde el costado. Incluso Bachelet ha sido sugerida como futura presidenciable.
Atrás quedó el binomio Concertación-Chile Vamos, pero sus versiones renovadas, el Frente Amplio y el Partido Republicano, quienes parecían capitalizar las fuerzas de las manifestaciones populares de octubre, tanto como el abroquelamiento de la burguesía nacional, ambos han fracasado.
El desánimo por las propuestas constitucionales escritas y la ausencia de la organización de las masas por unas y otras opciones es la que el propio gobierno y oposición construyeron con el Acuerdo por la Paz y Nueva Constitución firmado en noviembre de 2019. La disputa por el poder sigue estando vigente para los trabajadores.
Javiera Sarraz
18/12/2023
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