Según los habitantes de Dhayra, el bombardeo del pueblo el 16 de octubre duró horas y les impidió salir de sus casas hasta el día siguiente” (Haaretz, 11/12).
El fósforo blanco es una sustancia que se enciende en cuanto entra en contacto con el oxígeno y puede alcanzar temperaturas extremadamente altas. Cuando entra en contacto con la piel, puede provocar quemaduras graves, daños potencialmente mortales en los órganos internos y daños respiratorios.
Según la investigación de WP “un funcionario de defensa estadounidense dijo que estaban al tanto de los informes sobre el ataque (con fósforo) (…) A finales de octubre, Associated Press informó que Amnistía Internacional tenía pruebas de tres casos más en los que las FDI dispararon proyectiles de fósforo blanco en la zona fronteriza libanesa, pero en estos casos no había pruebas de daños a civiles” (ídem).
El 13 de octubre, Human Rights Watch acusó a Israel de utilizar municiones de fósforo blanco en sus operaciones militares en Gaza y el Líbano, que Israel negó.
Ya en 2017 el periodista israelí Gedeón Levy acusaba a los sionistas de ser “La nación de las bombas de racimo” (Haaretz, 10/8/17). Con este título Levy denunciaba que “Israel quiere matar a tanta gente inocente como sea posible... un escalofriante informe explicaba que el establishment de defensa prefirió un cañón de fabricación israelí que aún no se había probado a uno alemán, simplemente para eludir la prohibición internacional de las bombas de racimo” (ídem).
“Más de 100 estados firmaron el tratado internacional que prohíbe el uso de bombas de racimo; Israel, como siempre, no es uno de ellos” (ídem).
Norberto Malaj
13/12/2023
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