miércoles, diciembre 13, 2023

El “plan motosierra” es un mazazo contra el pueblo


Vamos por un paro activo nacional ya para enfrentarlo. 

 Los anuncios de Caputo representan un golpe sin atenuantes contra la clase obrera y todo el pueblo. Con una devaluación del 54%, el costo del dólar se fijó en $ 800 (118% de aumento), lo que constituye un golpe inflacionario brutal contra los salarios y las jubilaciones, que no contarán con ningún tipo de aumento especial. El dólar para importación se va a $ 940, y eso es un aumento de impuestos, al igual que el aumento de retenciones y la pretensión de volver a cobrar ganancias a los salarios, desmintiendo la idea de un gobierno que no iba a subir impuestos. Este golpe viene reforzado por el aumento de las tarifas de luz, gas y transporte, producto de la eliminación de los subsidios que se anuncia, y que todavía no está claro como se implementará. Además, se anuncian miles y miles de despidos por la parálisis de la obra pública en todo el país. Es un golpe fenomenal a la construcción y a todas las industrias conexas. Afecta, además, el ya limitadísimo desarrollo de obras para los barrios o viviendas, golpeando a la población más empobrecida. 
 La reducción de los adelantos a las provincias, por otro lado, va a impactar fuertemente en los salarios provinciales, la educación y la salud. Milei apunta a rediscutir los regímenes jubilatorios provinciales, a partir de reducir las transferencias desde las Anses a las cajas provinciales. La no renovación de los contratos laborales del último año de la administración estatal plantea una ola de despidos en el Estado. Por último, hay un fuerte ataque a la población más empobrecida a través del congelamiento del programa Potenciar Trabajo en el presupuesto de 2023, que implica que no haya aumentos en el marco de un cuadro fuertemente inflacionario. La suba de la AUH no va siquiera a compensar el golpe inflacionario.
 Milei aplica este programa de guerra contra todo el pueblo, incluidos sus propios votantes, sin tocar a la “casta” política, a la que llama a sumarse a su gobierno. La promesa de campaña de que el ajuste lo pagaría “la política” va a parar a la larga lista de promesas incumplidas de los políticos patronales. Con sus anuncios, Milei quiere condenar al pueblo argentino a una navidad de hambre. Por eso, es fundamental que la clase trabajadora se ponga de pie para enfrentarlo, comenzando por un paro activo nacional que debieran convocar las centrales obreras para plantear la indexación de salarios y jubilaciones, para que frenar los despidos y para oponerse en las calles a este plan de ajuste. 
 En esa línea, ganaremos las calles el 20 de diciembre junto al Frente de Lucha Piquetero, al Plenario del Sindicalismo Combativo y a todas las organizaciones populares para rechazar este plan motosierra contra los trabajadores. Es la línea opuesta a la burocracia sindical, que en todas sus variantes (desde la centroizquierda de la CTA hasta los “gordos” y la CGT) milita el derrotismo y la parálisis. 
 Resulta paradójico que uno de los grandes artífices del endeudamiento usurario y fraudulento en la Argentina (Luis Caputo) salga abiertamente por TV sosteniendo que la “deuda es hija del déficit”, como si la deuda y los problemas del país fueran el resultado de abultados salarios estatales o del exceso de obras públicas. La trayectoria de Caputo refuta integralmente esta mentira. El megaendeudamiento suscripto por este delincuente que fue llamado el “Messi de las finanzas” por Macri, bajo el gobierno de Juntos por el Cambio, fue integralmente a financiar la fuga de capitales, ni un peso a resolver las necesidades populares. Por eso, el país terminó en las garras del FMI, cuyo préstamo también fue a financiar la fuga al servicio del capital financiero.
 La insolvencia de la Argentina y su deuda es un resultado de la política serial de rescate al capital con fondos públicos, de la cual se alimentan los parásitos del capital financiero desde siempre. No es casualidad que se inició con el maestro de Caputo y Milei (Cavallo) nacionalizando las deudas del capital privado en 1982. Y que siguió con otro que para Milei fue un “coloso de las finanzas” (Sturzenegger) con un incremento monumental de la deuda bajo los curros del “blindaje” y el “mega canje”, por los cuales debería estar preso.
 Esta banda de saqueadores fue reciclada bajo todos los gobiernos, incluidos los gobiernos kirchneristas que reconocieron esta deuda fraudulenta, pagaron taka taka al Fondo Monetario y culminaron vaciando al Estado para subsidiar al capital. La política de Milei es cargarle al empobrecido pueblo argentino la factura íntegra de toda esta política que llevó al país a la bancarrota. El peronismo residual que repite la tesis de Alberto Fernández de que no hay crisis alguna, simplemente esconde su propia responsabilidad en la bomba económica que fue destruyendo salarios y jubilaciones estos años y que ahora Milei finalmente termina de hacer explotar reventando los ingresos populares. 
 Incluso con estas medidas, sin embargo, no se llega al famoso “déficit cero”. Y menos aún se va a llegar porque una política recesiva golpea la recaudación impositiva. El intento de sacrificar los puestos de trabajo, la obra pública, los salarios y las jubilaciones en el altar fiscal, mientras se mantienen subsidios y privilegios para los sectores patronales que gozan de exenciones impositivas, lleva a un ajuste sin fin que está muy lejos de apuntar a estabilizar la situación inflacionaria, como se dice. 
 En realidad, el paquete es en sí mismo fuertemente inflacionario. No hay solamente, a partir de hoy, una “inflación heredada”. La inflación es un arma de ajuste de Milei, como antes lo fue de Alberto Fernández y de Macri. Para llevar a fondo este recurso está en carpeta la modificación de una fórmula jubilatoria que ya de por sí condena al hambre a millones de jubilados. Luego los “reacomodamientos de precios” (o sea, el aumento de precios relativos para los empresarios de servicios públicos, las petroleras y el agro) van a plantear nuevas devaluaciones que a su vez alimentarán la inflación. La inflación de Milei no es un mal trago pasajero, llegó para quedarse.
 Los anuncios desmienten una afirmación más: la de que “no hay plata”. Esto por el sencillo motivo de que plantean una megatransferencia de ingresos desde los trabajadores hacia los bolsillos de los capitalistas, que van a lucrar con la devaluación con los naftazos y tarifazos. Como todo plan de ajuste, busca recomponer la tasa de beneficio de los sectores “mimados” por el gatito Milei: el agro, la minería, las petroleras o las empresas de servicios públicos, a costa del bolsillo popular. Tampoco se anuncian aún las medidas para abordar la famosa crisis de las Leliqs. Este golpe sin atenuantes contra la clase trabajadora agrava el peso del endeudamiento, gran parte del cual está en dólares. La sangre, sudor y lágrimas que se le exige a los trabajadores no nos va a acercar un milímetro a resolver los enormes problemas nacionales.
 El peronismo arrancó la etapa de gobierno de Milei militando la resignación en nombre de la “democracia” (después de haber dicho en la campaña electoral que Milei era el fascismo) y la colaboración política con el plan “motosierra”. Sin ir más lejos, le votaron las autoridades en el Congreso Nacional, con Martín Menem a la cabeza, cuando La libertad Avanza es una clara minoría legislativa. Una gestión de la Cámara que viene a implementar un paquete de reformas que son un golpe monumental contra el pueblo. Los gobernadores de Salta, Neuquén, Río Negro y Misiones ya armaron un bloque propio para negociar mejor con Milei. Los gobernadores, inclusive Kicillof, marchan a un plan de ajuste (y endeudamiento) en sus provincias. 
 Por eso la reacción contra este programa hay que organizarla desde los barrios, los lugares de trabajo y de estudio. Una campaña militante para llenar la Plaza de Mayo el 20 de diciembre junto al Frente de Lucha Piquetero y el sindicalismo combativo es un primer paso. Hay que organizar asambleas, explicar lo que está en juego y comenzar a organizar las medidas para frenar este enorme golpe contra el pueblo. El Frente de Izquierda debe aportar a este proceso y convocar con fuerza la movilización del 20, que será encabezada por las organizaciones de lucha que tomaron la iniciativa para convocarla. 
 La crisis la deben pagar los capitalistas. Planteamos un salario mínimo de emergencia de $500.000, la reapertura de todas las paritarias y la indexación por inflación de salarios y jubilaciones. Contra los tarifazos, la apertura al control popular y la nacionalización del conjunto de las privatizadas de servicios públicos. Al saqueo nacional para el pago de la deuda le oponemos la ruptura con el FMI, la investigación y el no pago de la deuda por su carácter usurario y fraudulento. Contra el saqueo de la Anses y las jubilaciones de miseria planteamos la restitución de los aportes patronales, el control por parte de trabajadores y jubilados y el 82% móvil.
 La CGT emitió un comunicado titulado “no es la casta, el ajuste lo paga el pueblo”, en el que critica la política del gobierno nacional pero no llama a enfrentarla. Un saludo a la bandera. Los cuatro párrafos del texto están recargados de demagogia y pusilanimidad. Después de afirmar que el plan oficial “generará una fuerte aceleración del proceso inflacionario que dinamitará el poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores”, la central reclamó al gobierno “una convocatoria al diálogo” porque “sigue siendo nuestra vocación contribuir a la gobernabilidad”.
 ¿Asambleas en los lugares de trabajo para discutir cómo hacer para derrotar el Rodrigazo de Milei y la clase capitalista? ¿Para evitar que pasen los despidos en el ámbito estatal y en el sector privado? Nada de eso. La CGT y las CTAs deben romper con la pasividad y convocar a un paro activo nacional con urgencia para quebrar este plan antiobrero.

 Juan García

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