A contados días de la culminación del mandato presidencial de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que deja un saldo de 40,1% de pobreza, una inflación calamitosa y un ajuste profundo contra los trabajadores, la CGT está por batir un récord desde la vuelta de la democracia, sin realizar ningún paro general bajo el gobierno del Frente de Todos y el FMI.
Los Fernández y Massa se retiran del gobierno con un país en llamas, allanándole el camino a nuevos ataques contra los trabajadores –ahora con Javier Milei- y tras haber asumido con el compromiso de priorizar a los “más vulnerables” por sobre los banqueros y el capital financiero, cuando sucedió todo lo contrario.
Alberto Fernández se va con casi 19 millones de pobres y 4,3 millones de indigentes –con una estadística subvaluada- y con los salarios y jubilaciones por los pisos, lo que hubiera ameritado alguna medida concreta de las centrales obreras.
Cuando este gobierno asumió el salario promedio de los trabajadores estables (Ripte) rondaba los $49.574. Para el mes de octubre del 2023 (último dato actualizado) la cifra ascendió un 749% llegando a $420.706. Alentador, si se omite que la Canasta Básica Total ascendió 876% (de $38.960 a $345.295) y la Canasta Básica Alimentaria lo hizo en 930% (de $15.584 a $160.602).
Los trabajadores asalariados estables -aquellos que dicen representar desde la burocracia sindical al frente de las tres centrales obreras (CGT, CTA T y CTA A)- han sufrido una pérdida significativa en el poder adquisitivo de sus salarios como resultado de la política de ajuste del gobierno nacional, con devaluaciones, inflación e intervención en las paritarias.
El daño se extiende más allá del umbral de los trabajadores registrados, haciendo estragos entre precarizados y jubilados. El salario mínimo pasó de $16.875 al asumir Alberto a $132.000 en octubre del 2023 (+682%, por debajo de las canastas para el mismo periodo) y recién llegó a $156.000 en diciembre.
Mientras que las jubilaciones, considerando la mínima, pasaron de $14.068 a $105.713 actuales: es decir un aumento del 651% considerando todo el mandato del Frente de Todos, siendo el sector más perdidoso… “los más vulnerables”.
Todo esto hubiera ameritado alguna medida de acción directa de las centrales obreras, pero esto no ocurrió debido a que las direcciones de estas cerraron filas con el gobierno nacional del ajuste, entregando a los trabajadores, en un hecho único en los últimos 40 años de democracia: no hacer ni un paro en defensa de los trabajadores.
El legado de Alberto Fernández y el Frente de Todos es de ajuste sobre los bolsillos de trabajadores y jubilados, y de complicidad de la burocracia sindical con los ajustadores, lo que permite sacar las lecciones necesarias para la próxima etapa, cuando Milei prepara un ataque en regla contra la Ley de Contrato de Trabajo y los convenios colectivos.
Se trata de la misma burocracia sindical que realizó cinco paros generales domingueros (en días feriados) bajo el gobierno de Mauricio Macri, y solo a instancias de lo arrancado por los trabajadores, que llegaron a tomar posesión del atril de la CGT ante las dilaciones permanentes en la convocatoria a medidas de acción.
No podemos depositar ninguna expectativa en esta dirección sindical comprometida con el ajuste y las patronales, lo que demanda reforzar la organización independiente de los trabajadores en los lugares de trabajo y distintos sindicatos, recuperando cuerpos de delegados, seccionales y gremios para ponerlos en la órbita de la lucha contra la ofensiva antiobrera que prepara Milei.
Marcelo Mache
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