sábado, febrero 02, 2008

¿Base militar yanqui en Colombia?


Por: Apolinar Díaz - Callejas (especial para ARGENPRESS.info)

El diario El Tiempo, fundado a inicios del siglo XX, tuvo varias etapas ideológicas en relación con Estados Unidos de Norteamérica. Eduardo Santos, notable periodista, liberal en la concepción colombiana de esa ideología, demócrata de tiempo completo, que apoyó la lucha de los republicanos españoles contra el golpe militar profascista del general Francisco Franco, en una guerra que causó decenas de miles de muertos, mantuvo durante los primeros 20 años de ese periódico entre 1913 y 1930, una posición política abierta y enérgicamente antiimperialista. En el editorial del 11 de diciembre de 1926 escribió que “es de esperar que se lleve al ministerio de relaciones exteriores a un hombre que procure darle a este país nuestro una fisonomía internacional… que se de cuenta de la importancia alcanzada ya por Colombia, y de la necesidad de que ella se manifieste no sólo por los empréstitos que solicite y por el volumen de sus presupuestos sino también por una orientación definida en América, por una personalidad que valga algo y represente algo en la vida del continente”. En el editorial del 10 de noviembre de 1927 descalificó a su amigo el Doctor Enrique Olaya Herrera para presidir la delegación de Colombia en la Conferencia Interamericana de La Habana. En diciembre primero de 1927 destacó la importancia de que “en una política común de estos países… impedir que el predominio yanqui llegue a quebrantar la autonomía política, la soberanía efectiva y la unidad de la cultura Latina en las naciones de la América no anglosajona”. En enero 23 de 1928 Santos denunció que “los Estados Unidos se han constituido en una de las más grandes potencias imperialistas, en busca todos los días de una esfera mayor de influencia”, a la vez que exaltó la valentía de Mr. Charles Evans Hughes, quien confesó las intervenciones militares gringas en América Central, en Cuba, en Santodomingo y en Haití, pese a lo cual Hughes defendió en La Habana el derecho gringo de intervención. Santos denunció que esa tesis fue aplaudida por el Presidente de la delegación de Colombia, Enrique Olaya Herrera, agregando en enero 29 de 1928 que esa conducta “contradice, violenta y ofende el sentimiento general con que el pueblo colombiano rechaza toda hipótesis de intervención yanqui en Latinoamérica”.

Pues bien. El Tiempo de Eduardo Santos, ahora en manos mayoritarias de un grupo español de ultra derecha, tiene la más alta representación política de Colombia en el gobierno de Uribe Vélez, pues el vicepresidente de la República es miembro de la familia propietaria minoritaria del periódico y el ministro de defensa es otro agresivo y ultra derechista componente de ese grupo familiar.

Por eso, cuando El Tiempo da informaciones sobre políticas de Estado, dice la verdad y no calumnia al gobierno Uribe Vélez del cual son parte principal. Es verdad cuando dice en su edición del 20 de enero de este año que “El Tiempo supo que hasta la casa de Nariño llegaron las versiones de que Estados Unidos podría estar aprovechando la coyuntura para que Colombia acepte el traslado de la base militar gringa que hoy se encuentra en Manta (Ecuador), con el pretexto de que ésta la haría menos vulnerable ante una amenaza armada”. Desde hace más de cien años nunca la soberanía colombiana estuvo más amenazada que ahora, ante la pretensión gringa y la debilidad proimperialista del gobierno Uribe Vélez de instalar en nuestro país esa base militar. A mi juicio, el Presidente Uribe Vélez es capaz de aceptar el propósito yanqui de instalar una base militar en Colombia.

Los colombianos tenemos que unirnos firmemente para impedir ese hecho que sería, ese sí, una traición a la patria. Recordemos lo que escribió Eduardo Santos el 7 de enero de 1927: Si el hecho de que un pueblo de América implante instituciones radicales o socialistas da derecho al gobierno de Washington para ocuparlo militarmente, es por que éste no reconoce la soberanía de estos países, y aspira a ejercer sobre todos nosotros algo mucho peor que la tutela.

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