sábado, septiembre 20, 2008

El chapucero informe de HRW sobre Venezuela

Señores (por llamarlos de algún modo) de Human Rights Watch, ¿de esta forma tan ridícula pretenden desacreditar el gobierno venezolano? ¿este “informe” es todo lo que dan de sí? Qué triste. No creo exagerar si afirmo que un estudiante de secundaria, incluso uno español, podría fabricar algo más solvente y menos evidente que el reciente “informe sobre derechos humanos” de HRW.
Mirándolo sólo por encima puede uno ver tanta deshonestidad como incompetencia y tanta falta de rigor como de escrúpulos. La simple portada, con Chávez asomado al balcón ante un auditorio del cual se ven unos puños levantados en primer plano, ya provoca el sonrojo. La imagen del “populista” que hipnotiza las masas, allá a lo alto, consciente de su poder, hipnotizando y fanatizando al pueblo que le sigue y le idolatra. Ésa es la imagen que han diseñado los publicistas de los medios de comunicación, es su producto, el logo de Chávez. Porque en Venezuela no existe un gobierno ni una administración, ni mucho menos un pueblo que vota y ha votado repetidas veces y que sabe lo que quiere (y sobre todo lo que no quiere). No, en Venezuela sólo está Chávez, de ahí el título del informe, “una década de Chávez”.
En el interior del informe encontramos un montón de datos, un montón de testimonios y un montón de referencias. Documentadísimo, que dirá la oposición, y por tanto inapelable, concluirán fácilmente, ¡pero qué fácil es hacer un informe “documentadísimo” que “demuestre” lo que a uno le venga en gana! Porque lo importante no es la cantidad sino la relevancia, la representatividad, y sobre eso no encontramos ni una palabra en el informe. Lo que sí vemos es la aplicación de tres principios básicos de la propaganda:
1) Principio del enemigo único. Concéntrese toda la atención y todos los ataques en un único enemigo, Chávez.
2) Principio de la exageración. Lo que es habitual en los demás países, magnifíquese en el caso de Venezuela.
3) Principio de la silenciación. Ignórese y ocúltese aquello que no favorece las tesis que se quieren defender, en este caso los avances sociales en Venezuela.
Comencemos por lo evidente. ¿Hay corrupción en “la Venezuela de Chávez”? Sin duda. ¿Intenta el gobierno influir en los altos tribunales? Seguramente. ¿Los canales del Estado favorecen al gobierno? Por supuesto. ¿Se violan los derechos humanos en Venezuela? ¡Claro! Y así podríamos seguir haciendo preguntas y contestando con más obviedades … de validez universal. ¿O es que algún alma cándida cree que en su país, sea el que sea, no existe la corrupción, los medios públicos son imparciales, el gobierno no influye en la justicia y los derechos humanos se respetan por doquier? Lo importante, es necesario insistir en ello, no es si todo eso ocurre, que ocurre siempre y en todas partes, sino en qué medida ocurre. Y para saberlo hay que tomar una referencia y comparar, tanto con otros países como con otras épocas. Nada de esto encontramos en el informe de HRW, por lo que su valor científico es nulo.
Más allá de esto sólo encontramos una apelación a las emociones. Porque si uno expone varios testimonios de "víctimas", uno tras otro y sin ahorrar detalles, la impresión en el lector es brutal. Y sin embargo eso se puede hacer con cualquier país o gobierno. Escoja usted de su país una lista de casos de corrupción, de amenazas, de sobornos, de discriminación, lo que quiera, y expóngalos tranquilamente en su tribuna. El efecto será el mismo. Lo que ocurre es que esas tribunas privilegiadas sólo se reservan para unos casos concretos, especialmente malvados o pertenecientes a ciertos ejes malignos. Veamos qué diferente actitud se reserva para los buenos de la película.
Dice HRW, a propósito de Guantánamo, que “su cierre ayudaría a restaurar la autoridad moral que Estados Unidos necesita para combatir eficazmente el terrorismo y promover el imperio de la ley” (1) Resulta que Estados Unidos tiene o tenía “autoridad moral”. Es algo que no se cuestiona, que forma parte de la esencia de Estados Unidos, y en el peor de los casos, de pérdida o extravío, lo que hay que hacer es “restaurar” tal autoridad. Tampoco se cuestiona que el gobierno usamericano tenga un interés sincero en combatir el terrorismo (¡como si ellos mismos no fueran los principales terroristas del mundo!) o en promover el “imperio de la ley”. ¿No habrá sido un lapsus y se refería más bien a la “ley del imperio”? Porque, ¿cuál es la ley que ha permitido a Estados Unidos masacrar poblaciones, poner y quitar dirigentes, estrangular economías, etc.? La ley del imperio.
Otro ejemplo, sobre Colombia. “Los recientes asesinatos y amenazas contra representantes de víctimas en el proceso de desmovilización paramilitar afectan la credibilidad de ese proceso”, dice HRW al tiempo que insta a que se destinen “recursos adecuados a la pronta y plena investigación de estos casos y a la protección efectiva de víctimas y testigos” (2) En Venezuela no hay nada ni remotamente comparable a los continuos asesinatos de opositores, sindicalistas y periodistas que ocurrren en Colombia con casi absoluta impunidad. Sin embargo, HRW no tiene problemas en afirmar que “el gobierno del Presidente Chávez ha tolerado, alentado y participado en una amplia variedad de actos discriminatorios contra opositores políticos y críticos“ o que “el gobierno del Presidente Chávez ha logrado, en la práctica, neutralizar al poder judicial como un poder independiente”. Una diferencia sensible.
En el caso de Colombia, una situación mucho más grave sólo puede “afectar a la credibilidad” de un “proceso” que lleva a cabo el gobierno. En el caso de Venezuela, se apunta directamente al gobierno y se asume la maldad fundamental de sus intenciones. En Colombia es una cuestión de ineficacia o de recursos, no de principios. En Venezuela todo se explica con la sed de poder de Chávez. Dos pesos, dos medidas.
Pero si el análisis tendencioso de HRW ya muestra su deshonestidad, sus contradicciones internas nos revelan su incompetencia. Veamos dos ejemplos.
Tras un buen número de páginas hablando de discriminación política, se reconoce en el informe lo siguiente,
“En la mayoría de los casos, fue imposible probar que hubiera existido discriminación política—salvo raras excepciones, no se informaba a los ciudadanos los motivos por los cuales se tomaban las medidas—, si bien a muchas personas se les decía informalmente que perdían sus trabajos, contratos o servicios por haber firmado la petición de referendo.”
Si no hay pruebas, ¿de qué demonios hablan? ¿realmente pretenden que nos tomemos esto en serio? Además, primero se dice que “salvo raras excepciones, no se informaba a los ciudadanos” de los motivos, y luego se afirma que “a muchas personas” sí se les dice “informalmente”. ¿En qué quedamos, se les dice o no se les dice? Esto huele al típico mal estudiante al que suspenden siempre “porque el profe le tiene manía”. No digo que en algunos casos no pueda ocurrir (tanto la discriminación como la manía), pero seamos sensatos, en un país cuyo desempleo se ha reducido a la mitad no puede ser que el 40% de la población opositora a Chávez esté siendo despedida masivamente. Al contrario, muchos de ellos han encontrado trabajo en los últimos diez años.
Más flagrante aún es el caso de RCTV. Analizado y documentado hasta la saciedad en su momento, parece increíble que se sigan repitiendo las mismas mentiras. Afirma HRW que no se renovó la licencia de RCTV “ante su obstinada negativa a moderar su línea editorial”, que incluye, entre otras cosas, el apoyo al golpe de estado en 2002. Ese hecho documentado y reconocido (3) pero que HRW, que por cierto no condenó el golpe, minimiza presentándolo como si fuera una cuestión de opiniones o interpretaciones, ¿acaso no justificaría el cierre inmediato del canal? ¿no habría actuado así cualquier otro país, el estado español por ejemplo? Pues aun así no se hizo sino que se esperó 5 años a que venciera la concesión. Y luego se revocó como se revocan rutinariamente en muchos otros países sin que nadie se rasgue las vestiduras (4)
Dice HRW por un lado que “el Presidente Chávez y sus partidarios en la Asamblea Nacional han socavado la libertad de expresión”, y por otro reconoce que “en Venezuela aún existe un dinámico debate público, en el cual los medios opositores al gobierno pueden hacer oír sus críticas y aquellos afines a Chávez expresan su defensa del gobierno, y ambos lo hacen enérgicamente.” ¿Cómo puede haberse socavado la libertad de expresión y al mismo tiempo que exista un “dinámico debate” en el cual los medios opositores expresan sus críticas “enérgicamente”? Podemos pensar que se trata de una contradicción o simplemente un ejemplo ilustrativo del concepto elitista de “libertad”.
Efectivamente, HRW reconoce que
“Durante los primeros años del gobierno de Chávez, cuatro canales de televisión privados—Radio Caracas Televisión (RCTV), Venevisión, Televen y Globovisión— dominaron el espectro radioeléctrico. Hasta 2004, los cuatro canales estaban alineados abiertamente con la oposición y brindaban una cobertura de noticias y comentarios uniformemente partidista y contraria a Chávez.”
Pero ocurrió que después de 2004 “el gobierno amplió la cantidad de medios de comunicación estatales”, y eso es precisamente lo que “socava” la libertad de expresión. En otras palabras, si el panorama mediático está dominado por intereses privados opuestos al gobierno, vivimos en el paraíso de la libertad de expresión, pero si el gobierno crea canales estatales y la cosa se equilibra, la libertad queda “socavada”. Concepto elitista de libertad.
Vista la tendencia de este informe, sólo queda señalar que su presentación ahora no hace más que continuar la misma estrategia de siempre, la intoxicación cuando se avecinan elecciones (5) Y como no puede ser de otro modo, ahí tenemos a los coristas mediáticos, asintiendo sobre la seriedad del informe y como éste ha demostrado al mundo la cara monstruosa del gobierno de Chávez. Así, el diario El País dedica dos páginas enteras a divulgar el informe de HRW y un artículo de Jorge Castañeda, que confiesa “orgullosamente” ser miembro de la Junta Directiva de HRW (6) O un editorial del ABC, que no tiene problemas en calificar de “régimen totalitario” al gobierno del “caudillo” Chávez, que al parecer “cada día está más solo y con más miedo” (7)
Afortunadamente, la realidad venezolana no depende de informes tendenciosos ni de esperpénticos artículos periodísticos. Los defectos del gobierno y los problemas del pueblo, bien los saben los propios venezolanos y así expresan sus críticas en los diferentes medios que tienen a su alcance. Igual puede decirse de las virtudes del gobierno y de los avances sociales en Venezuela, no siendo casualidad que, según el Latinobarómetro de 2007, los venezolanos sean los más satisfechos del continente con su situación económica y los segundos más satisfechos con su democracia (8) Un dato incompatible con las conclusiones del informe de Human Rights Watch y que, por tanto, se ignora. Obviamente, los intereses de esta organización están en otra parte.

Notas:

(1)http://hrw.org/spanish/docs/2007/06/22/usdom16250.htm

(2)http://www.hrw.org/spanish/docs/2007/02/01/colomb15247.htm

(3)http://www.rebelion.org/noticia.php?id=52678

(4)http://www.ceps.es/actividades/investigacion/venezuela/Informe_sobre_revocacion_RCTV.pdf

(5)http://www.rebelion.org/noticia.php?id=72966&titular=human-rights-watch-acostumbra-emitir-informes-contra-venezuela-a-dos-meses-de-las-elecciones-

(6)El País, 19/9/08

(7)ABC, 20/9/08

(8)http://www.rebelion.org/noticia.php?id=61875


Javier Adler en Kaos en la Red

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