En una declaración redactada en términos escrupulosamente escogidos, que difunde con una extraordinaria discreción, la USAID confiesa públicamente haber dilapidado el dinero del contribuyente en su guerra sucia contra Cuba. Lo hizo frente a las amonestaciones de unos congresistas escandalizados y las embarazosas revelaciones surgidas de las auditorías de algunos de los grupos contrarrevolucionarios a los cuales regala decenas de millones de su enorme presupuesto.
La USAID es esta misma agencia federal norteamericana encargada de engrasar a golpe de decenas de millones la subversión y el espionaje en Cuba que el gobierno Bush acaba de proponer a la Isla como interlocutor en una hipotética y reducida oferta de ayuda humanitaria después de los huracanes Gustav e Ike.
Con un candor inusual, cuidadosamente calibrado por sus asesores jurídicos, la llamada Agencias para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos reconoce por fin que sucesivas auditorias de su Programa Cuba por el Government Accountability Office (GAO) en 2006 y de su propio Buró del Inspector General (OIG) en 2007 "señalaron problemas con la gestión de los subsidios".
El documento de la USAID fechado del 18 de julio y firmado por el Ayudante del Adjunto administrativo Stephen Driesler, confirma todo el cinismo de este aparato privilegiado de la guerra sucia llevada por la administración norteamericana no solo contra Cuba sino contra el conjunto de América Latina.
Mientras reconoce su total irresponsabilidad en el manejo de fondos públicos supuestamente consagrados a la ayuda humanitaria internacional, intenta encubrir las actividades delictivas de unos de los numerosos operativos de la CIA que patrocina como directores de proyectos.
El documento expresa "para generalizar" que las auditorías "encontraron que existían problemas de control interno a la vez en la gestión de los subsidios por la USAID y la capacidad de los subsidiados" (sic).
Por supuesto, no recuerda que el escándalo de los sucesivos casos de corrupción en esta organización - el solo Frank Calzón del Center for a Free Cuba "desapareció" a 500 000 dólares – fue tan grande que provocó el año pasado la salida intempestiva del más alto funcionario para América Latina, el bien llamado Adolfo Franco, y de su brazo derecho para Cuba, David Mutchler, ambos implicados hasta el cuello en el fraude.
Al señalar como el Grupo de Apoyo a la Democracia (GAD) acaba de reconocer como uno de sus empleados empleaba una tarjeta de crédito de esta seudo ONG para realizar unas compras personales, la declaración intenta minimizar la extensión del fraude atribuido a este beneficiario de sus bondades.
De la misma forma que evita toda referencia a Freedom House, uno de sus subsidiarios más estratégicos, que educó a Calzón en el arte de desaparecer fondos. Fachada de la CIA y del Departamento de Estado, Freedom House es famosa por haber sostenido durante años en Centroamérica, operaciones encubiertas contra el gobierno sandinista de Nicaragua y apoyado al partido ARENA en El Salvador y sus escuadrones de la muerte.
No sólo en Cuba sino a toda América Latina
La confesión pública de la USAID, emitida por temor a un ataque de nervios de algún congresista escrupuloso, lleva a observar, siempre con más atención, como esta agencia conyugue en toda América Latina sus acciones con el resto de la red imperial de injerencia.
Decenas de sus agentes se mueven en la sombra de las organizaciones de derecha, inventadas según las circunstancias, y patrocinadas por el Instituto Republicano Internacional (IRI), el Instituto Democrático Nacional (NDI), la propia Freedom House, y unas cuantas fachadas más - siempre bajo las orientaciones de la CIA.
Creada en 1961 con fines aparentemente legítimos, la USAID depende oficialmente del Departamento de Estado con un presupuesto de 850 millones de dólares anuales.
Posee en la actualidad agentes en 16 países de América Latina y del Caribe donde realiza acciones - además de sus numerosas otras operaciones estratégicas en distintas partes del mundo.
En Haiti, la USAID se encuentra entre las agencias norteamericanas que han organizado, orientado y financiado varias de las organizaciones políticas haitianas que han provocado el secuestro y la grotesca evicción del presidente Jean-Bertrand Aristide.
En Venezuela, la agencia fue escandalosamente activa en el apoyo y el financiamiento a los sectores que realizaron el golpe del 11 de abril del 2002.
El ininterrumpido derroche de fondos de la USAID y sus filiales con operaciones de inspiración golpista ya ha sobrepasado los quince millones de dólares a través del financiamiento de cientos de grupos y grupúsculos alineados con la Embajada norteamericana.
En Bolivia, el programa de la USAID se concentra en la balcanización del país y en el financiamiento de acciones violentas en contra de la autoridad del presidente. Hace unas semanas, varias federaciones de agricultores y los cinco municipios de la región de Cochabamba expulsaron a los agentes de esta organización al denunciar su involucramiento en la preparación de un golpe de Estado.
La USAID, cueva de asesinos
La USAID tiene en el país andino una larguísima historia que ilustra toda la falsedad de sus pretensiones "humanitarias".
En 1971, la CIA organizó un intento de asesinato contra el Presidente Fidel Castro, aprovechando un viaje del líder cubano a Chile. Encargó con este proyecto criminal a un viejo socio, Antonio Veciana.
Este terrorista de Alpha 66, cómplice del complot contra Kennedy, trabajaba entonces en… Bolivia, en la Embajada estadounidense donde se encontraba como funcionario de la USAID.
Entre las paginas más asquerosas de la historia del organismo yanqui en América Latina, hace falta recordar también como Dan Anthony Mitrione, instructor norteamericano en técnicas de tortura, se apareció en Uruguay credencial de la USAID, a finales de los 70, para adiestrar a policías, en un programa secreto de destrucción de las fuerzas de izquierda en toda América Latina.
Al confesar que ha perdido desde rato el control de sus finanzas, la USAID encubre el carácter odioso del conjunto de sus actividades. Fiel ejecutante de los planes de la CIA, ferviente colaboradora de los propósitos secretos del Departamento de Estado, la Agencia para el desarrollo de los Estados Unidos es una de las principales armas del imperio para mantener su dominio sobre lo que acostumbró a designar como su patio trasero.
Hasta que los pueblos del continente, como en Cochabamba, determinan que ya se acabaron los tiempos de la injerencia.
Jean Guy Allard
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