A los trabajadores y al pueblo de Chile
A Nuestros Militantes, Simpatizantes, y Ayudistas.
A los trabajadores y al Pueblo de Bolivia, toda la America Latina
A nuestros militantes.
Frente a la crisis interna que se vive en Bolivia y a la reunión convocada en Chile por la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) en relación a este conflicto, nuestra organización declara en forma humilde y respetuosa lo siguiente:
Frente a la profunda crisis social, política y económica provocada por el capitalismo neoliberal en Bolivia, los trabajadores, campesinos, indígenas, pobladores y una relevante fracción de las clases medias de ese país, dieron lugar durante los últimos años, a un extenso y masivo proceso de movilización social, de oposición frontal a los gobiernos de la oligarquía.
El pueblo boliviano, organizado y movilizado, sacó a los sucesivos gobiernos neoliberales de Sánchez de Losada, de Quiroga y de Mesa. De entre los muchos líderes de ese movimiento, Evo Morales, dirigente campesino de la zona cocalera del Chapare, adquirió relevancia nacional y fue presentado por su organización política como candidato a presidente de su país, de acuerdo a las reglas electorales impuestas por las clases dominantes, perdiendo la presidencia por pocos votos en la primera oportunidad, y ganándola en la segunda, cuando ya a la oligarquía boliviana se le habían acabado las opciones institucionales para seguir engañando al pueblo. Morales es el primer presidente indígena en la historia de un país cuya población mayoritariamente también lo es.
El mandato de Morales es constitucional y se ajusta a la trama legal urdida durante décadas por los dueños del poder y la riqueza. El Presidente Morales, sin alterar sustancialmente la institucionalidad boliviana, ha impulsado una política tendiente a la redistribución del ingreso, a la renacionalización de los recursos naturales, a la reivindicación del mundo indígena, y a la reforma a la carta constitucional. El gobierno de Morales es un gobierno democrático y progresista, ratificado mayoritariamente por la población en un reciente referéndum electoral.
Los grupos económicos bolivianos, las grandes familias oligarcas que han detentado históricamente el poder el Bolivia, con mucha mayor claridad política respecto a los escenarios de la lucha de clases que se abren, no han esperado medidas más profundas o de claro corte anticapitalista, radicalizando el enfrentamiento al gobierno de Morales. Buscando el colapso del Estado, llevan a su país a una situación de ingobernabilidad en las prefecturas de Santa Cruz, Beni, Pando, Tarija y Chuquisaca, la medialuna que controla gran parte de las riquezas naturales del país y donde se concentra el poderío económico de la oligarquía.
Mientras la oligarquía toma sin complejos el camino de la violencia, del asesinato y del terrorismo, ya que el régimen constitucional no les es más funcional a sus intereses, los mandos de las Fuerzas Armadas de Bolivia, a contrapelo de su tradicional intervencionismo directo en la política interna, esta vez toman palco, permitiendo que las bandas paramilitares de la oligarquía masacren al pueblo boliviano, y tratan de colocarse a sí mismas por encima de la lucha de clases en el país, lo que históricamente siempre ha sido el paso previo a que los militares se declaren como árbitros de la lucha de clases, legitimando el Golpe de Estado y la instauración de regímenes de excepción.
En una alianza tradicional en América Latina, junto a la oligarquía y los militares contra revolucionarios, nuevamente se encuentra actuando desembozadamente el intervencionismo norteamericano, que promueve y financia al golpismo en Bolivia y amenaza al conjunto de países con gobiernos antiimperialistas de la región. Al igual como en otras partes del mundo, como la ex Yugoeslavia y las ex repúblicas soviéticas, el imperialismo norteamericano no duda en usar como estrategia la destrucción de la unidad social, política y territorial de los países, promoviendo un autonomismo funcional a sus intereses y la independencia política de las regiones con mayores riquezas naturales, la guerra civil y la instauración de gobiernos títeres afectos a su política, que respaldan con su fuerza militar.
La convocatoria a la UNASUR, a un año de su creación, para respaldar el proceso constitucional en Bolivia y el gobierno de Evo Morales, es un hecho histórico en la política internacional de América Latina. Nunca los gobiernos latinoamericanos se habían autoconvocado para respaldar un proceso democrático amenazado por el golpismo de ricos y poderosos aliados al imperialismo. Históricamente, los gobiernos latinoamericanos actuaron de modo servil a los intereses norteamericanos en la región, como lo siguen haciendo en distintas medidas y por distintos motivos Colombia, Perú, Brasil y Chile. Sin embargo, la resolución de la crisis en Bolivia, pasa por la movilización y organización revolucionaria del pueblo boliviano. La oligarquía, el imperialismo, el poder económico y militar en Bolivia ya tomaron el camino de la violencia armada, del golpismo y la represión. El régimen institucional ya fue largamente superado por la dinámica de la lucha de clases, y cualquier negociación/capitulación del gobierno de Morales sólo da más tiempo a los golpistas para preparar la ofensiva sobre el pueblo boliviano, sobre sus movimientos sociales y sus organizaciones políticas.
Hoy el proceso político boliviano se encuentra ante la misma disyuntiva histórica de otros gobiernos progresistas en América Latina. Ante la misma disyuntiva del Gobierno de Allende: quedar entrampado en la legalidad de los patrones y en la política de acuerdos con las clases dominantes, de los burócratas y partidos reformistas y centristas, capitulando frente a las exigencias de la oligarquía y el imperialismo, o apoyarse en los trabajadores y el pueblo, armar a los trabajadores y el pueblo boliviano, al movimiento popular, para enfrentar y derrotar a la oligarquía, a los sectores golpistas de las Fuerzas Armadas y al imperialismo, avanzando a una reforma profunda del sistema político, social y económico de la nación, abriendo un periodo revolucionario en el país. Esto, porque el golpismo en Bolivia no busca sólo sacar a Evo Morales del gobierno. De lo que se trata principalmente es de aplastar al movimiento popular en Bolivia. Más de treinta muertos y cerca de cien campesinos desaparecidos durante los últimos enfrentamientos en Bolivia son la antesala de la represión al movimiento popular, si este movimiento no se defiende, SI ESE MOVIMIENTO POPULAR NO SE ARMA y pasa a la ofensiva.
El Pueblo de Chile ha vivido en carne propia la violencia de los dueños del poder y la riqueza y las consecuencias del intervencionismo norteamericano durante el Gobierno de la UP y los 17 años de la Dictadura Militar, con su correlato de muertos, desparecidos, torturados, presos y exiliados. El gobierno y movimiento popular de Bolivia no deben repetir los mismos errores que cometimos en Chile. El pueblo chileno debió aguantar la larga noche de la Dictadura también debido a las vacilaciones y a la capitulación de los partidos reformistas y centristas que apoyaron el gobierno de Allende y no fueron capaces de organizar la defensa de lo conquistado por el movimiento popular, aquellos que ante la inminencia del golpe prefirieron negociar con el enemigo, desarmar y reprimir al propio movimiento popular y luego desertaron dejando al pueblo inerme frente a la represión desatada por los militares.
El resultado final de todo eso han sido décadas de explotación, de empobrecimiento de los sectores populares, de saqueo de los recursos naturales, de opresión política. De pérdida de las conquistas que a lo largo de décadas de lucha los trabajadores y el pueblo habían arrancado a la clase patronal. A 35 años del Golpe Militar, los trabajadores y el conjunto del pueblo de Chile no pueden sino solidarizar con nuestros hermanos bolivianos, rechazar cualquier intento de golpe militar en Bolivia y apoyar la resistencia popular y la lucha armada contra cualquier régimen de facto, dejando de lado cualquier tipo de nacionalismo barato promovido por las clases dominantes para mantener desunidos a nuestros pueblos.
La izquierda y los revolucionarios no pueden quedarse de brazos cruzados ante la situación del pueblo de Bolivia. Con el pretexto de que los gobiernos de Chávez, Correa o Morales no han emprendido las transformaciones anticapitalistas que los revolucionarios creemos deben ser impulsadas a la brevedad, no podemos negar nuestro apoyo y solidaridad a las corrientes revolucionarias en cada uno de estos países. Precisamente ha sido la existencia de estos gobiernos lo que ha permitido desnudar las contradicciones del capitalismo en cada uno de esos países y agudizarlas, abriendo nuevas y superiores perspectivas de lucha para los revolucionarios y el pueblo. Menos, podemos dejar de apoyar a los trabajadores, campesinos, indígenas, estudiantes, al conjunto del pueblo que se moviliza en defensa del movimiento popular, de esos gobiernos y contra las agresiones imperialistas en la región. No entender eso es no entender nada y no haber aprendido nada de los últimos 40 años de la lucha de clases en nuestro país y en América Latina.
Hacemos un llamado a todos los compañeros y compañeras a solidarizar con el Pueblo Boliviano, organizando y participando en las movilizaciones de apoyo al movimiento popular, contra el golpismo y contra el intervencionismo norteamericano. Hacemos un llamado a apoyar la resistencia y la lucha armada contra la imposición de la dictadura en Bolivia.
¡¡VAYÁNSE AL CARAJO, YANKIS DE MIERDA!!
¡CONTRA LA OFENSIVA DE LA OLIGARQUÍA Y EL GOLPISMO EN BOLIVIA,
APOYAR LA OFENSIVA POPULAR!
¡ES LUCHANDO COMO AVANZA EL PUEBLO!
Santiago de Chile, 17 de Septiembre de 2008.
Por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR de Chile
http://www.chile-mir.org
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