Tiempos de arduo esfuerzo viven los cubanos ante los efectos de la crisis financiera internacional, con la depreciación de cotizaciones de algunos de sus principales productos de exportación, y por el recrudecimiento del bloqueo estadounidense y el impacto de tres huracanes, pero las arcas del Estado no se desentienden de los programas sociales.
En el 2008, transformado en uno de los más espinosos del llamado período especial, se hizo visible el efecto de la progresiva curva especulativa en los precios de las principales importaciones del país.
Sólo en el caso de los alimentos el alza de los precios fue del 53% en relación con el 2007, con el agravante de que el gobierno se vio obligado a hacer compras no previstas, para amortiguar el declive agrícola a causa del paso de los ciclones.
La crisis financiera global, surgida a partir del desastre hipotecario en Estados Unidos, y el bloqueo aplicado por la administración de ese país contra Cuba, diseñaron un escenario de incertidumbre proveniente del Norte.
Finalmente, el Producto Interno Bruto creció 4,3%, un indicador positivo, aunque por debajo del ocho por ciento planificado, descenso comprensible ante los factores expuestos hace unos instantes.
Como una evidencia de que los cubanos no se amilanan ante las adversidades, salta a la vista que se trazaran para el 2009 una nueva cota de crecimiento económico, en este caso del seis por ciento.
Las pautas de progreso no radican en los sectores destinados a engrosar lujos y comodidades de minorías, sino en programas de amplia repercusión social.
En efecto, las asignaciones a las esferas sociales representan el 43,6% del total de los gastos incluidos en el presupuesto cubano para el año actual y 30,2% del Producto Interno Bruto a precios corrientes para el 2009.
También se asignan recursos cardinales a aseguramientos que repercuten directamente en la calidad de vida de la población y el desarrollo de la economía y de la sociedad, entre ellos el arte y la cultura, deporte, servicios comunales, ciencia, tecnología y medio ambiente.
De manera que Cuba destinará una porción fundamental de sus recursos en el 2009 a financiar los requerimientos de educación, salud, seguridad y asistencia social, cuyas gratuidades se mantendrán como hasta ahora.
Se trata de protecciones que surgen de fondos estatales que reducen los gastos y los adecuan a los ingresos, después de aplazar inversiones y otros egresos no imprescindibles.
Hay confianza en que con el trabajo creador, en todos los órdenes, pero en especial en la agricultura, la mayor de las Antillas comience a dar un vuelco imprescindible a la producción de alimentos y a mediano plazo pueda reducir sus hoy onerosas compras en el mercado externo.
Por esa vía pueden quedarse en el país importantes ingresos que, a su vez, se revertirán a la postre en nuevos programas sociales, una prioridad indeclinable de la Revolución Cubana
Roberto Morejón
(10-1-09)
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