lunes, noviembre 24, 2014

De Juanel a Juanel pasando por Camus



La Linterna sorda ha hecho una magnífica edición de los escritos españoles de Albert Camus recopilados y traducidos por Juan Manuel Molina, Juanel, mítico libertario.

En una lejana presentación de una obra sobre “Los amigos de Durruti” en la que se acusaba a la dirección de la CNT de haber “traicionado” la revolución española, uno de los compañeros presentes exclamó indignado, pero, ¿cómo se puede llamar traidor a alguien como Juanel?, una acusación que, por lo demás, se había aplicado extensamente tanto a los componentes de la CNT (como del POUM) por parte de fiscales inflexibles cuyos méritos biográficos jamás podrán compararse con la de aquellos hombres y mujeres que dieron lo mejor de sí mismo en unas circunstancias históricas tremendas. Unas circunstancias que sin duda les sobrepasó.
La referencia Juanel (Jumilla, Murcia, 1901-Barcelona, 1984), no era casual. Era representativa de una parte destacada de militantes cuya guerra no acabó hasta que la represión franquista por un lado, la decepción radical por la actuación cómplice de las democracias liberales recompuestas (la Gran Bretaña de Churchill en primer lugar), sin olvidar porque no se pueden olvidar, las ingratas divisiones internas en las que las descalificaciones sectarias eran de uso común, le apartaron de una militancia a la que no únicamente se puede acercar desde el respeto y la admiración por más que pueda discrepar en tal o cual aspecto concreto.
Ciertamente, Juanel podía haberse equivocado, en primer lugar porque estuvo allí, en segundo lugar porque nada era fácil, en tercer lugar porque no estaba preparado para todo lo que les venía encima, pero nadie podrá dudar de su categoría militante. Hablar de Juanel es hacerlo de un hombre de acción, de la primera línea como la fue su compañera, la infatigable Lola Iturbe con la que formó una pareja de luchadores con realmente mítica. Juanel ha quedado para muchos el principal exponente dentro del movimiento de las posiciones unitarias o colaboracionistas con las otras izquierdas y con la República en el exilio. Durante años llevaron adelante su combate, actuando contra el régimen militar-fascista, tomando parte en actividades en plataformas que buscaban alternativas posibles, animados por una pasión compartida en la que se distribuyeron los papeles manteniendo una prole con todo tipo de problemas de supervivencia pero en la que nunca faltó las atenciones fundamentales. Un detalle que puede parecer menor, pero, lamentablemente, la historia está llena de descendientes de grandes militantes cuyos hijos se sintieron abandonados. El caso de Zina, la hija de Trotsky, es sin duda uno de los más conocidos e ilustrados.
Militante desde los 14 años en su población natal, de cuya federación era secretario a los 16, Juanel deserta en 1922 del ejército y se instala en Barcelona donde actúa en los medios sindicales, escribe en la prensa y ocupa diversos cargos (miembro del CN de la CNT y secretario de la comisión de relaciones de los grupos anarquistas). En 1926 huye a Francia donde será secretario general de los grupos anarquistas hispanos y detenidos, pasando por diferentes prisiones hasta ser expulsado, viviendo en Bruselas (actuando en el comité de defensa anarquista internacional) hasta que en 1930 regresa a Barcelona para ocupar la secretaría de la FAI hasta 1934; publica La Voz Libertaria. Como propagandista escribe —con Santillán y Villar— La insurrección anarquista del 8 de diciembre de 1934, y publica artículos en Tierra y Libertad y Tiempos Nuevos.
Activista del grupo anarquista «Germen», figura clave de la FAI (de la que será secretario del Comité Peninsular), Juanel era de los que creía que la revolución era una utopista que llevaba en línea recta hacia el comunismo libertario, hacia el más sublime y auténtico de los ideales. Pero la revolución llegó por otra vía, como réplica a un golpe militar casi consentido que ocupó medio país arrasando todo a su paso. Llegó protagonizada por el pueblo trabajador dividido en diferentes sindicatos y partidos.
Juanel aceptó la línea de la cohabitación (hacemos la guerra juntos bajo el mismo gobierno mientras que la CN avanza en las colectivizaciones) y se compromete como representante libertario en el comité de abastos, luego, subsecretario de defensa de Cataluña (hasta mayo de 1937), rechazó el cargo de comisario del Tribunal Militar y en cambio luchó como comisario de los cuerpos X y XI del ejército; pasa a Francia con su Cuerpo de ejército. su actuación durante este tiempo fue la propia de un militante disciplinado, acepta la “tregua” de mayo del 37 para descubrir que están aceptando una 2normaliazación” republicana de la que los comunistas oficialistas encarnan la línea más dura. En lucha contra el fascismo, descubren la cara del estalinismo.
En el exilio, Juanel estuvo muy vinculado a los grupos de Pozán y trabaja con Pallarols en una labor muy importante para que muchos detenidos pudieran alcanzar Francia. Fue nombrado secretario de la CNT en Francia durante la ocupación alemana y será además colaborador del grupo de Francisco Ponzán, adscrito a la Resistencia francesa. Detenido en numerosas ocasiones es uno de los animadores de la reconstrucción de la CNT en el exilio francés y será el primer secretario general de la CNT externa; entre 1939 y 1945 el más caracterizado representante de la política de unidad con toda la oposición antifranquista y por ello, duramente criticado por los “antipoliticistas” como Esgleas. Las luchas internas le llevaron a no presentarse a la reelección en el Congreso de París de 1945 y a alinearse con la CNT “política” cuando se consumió una dolorosa escisión en la que se adivina el peso de un integrismo sectario aunque –paradójicamente- se revista de “anarquismo”.
De nuevo en la clandestinidad bajo Franco asume la secretaría del CN y un importante papel en la Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas. Detenido en abril de 1946 es condenado a quince años de los que cumple siete tal como contará en su obra Noche sobre España. Siete años en las prisiones de Franco (Ed. CNT, México, 1958, hay una reedición reciente). Permanecerá al margen de la vida confederal oficial hasta su regreso a España en 1978 cuando asistirá esperanzado al resurgimiento parcial del movimiento. Otra obra suya es El movimiento clandestino en España. 1939-1949 (Ed. Mexicanos Unidos); una exposición de sus concepciones ante la situación abierta en España en 1974 queda expuesta en su respuesta al cuestionario de Ruedo Ibérico recogido en el extra El movimiento libertario español. Estamos hablando de testimonios inexcusables para conocer la resistencia libertaria contra el franquismo. Ramón J. sender escribió sobre el último: Muchos son los libros que los compañeros han escrito contando sus experiencias en las cárceles de España. Mejor o peor, cada cual dice lo que se propone y todos esos libros juntos serán un día materia de expurgo y de tría para reunir una antología que tendrá su puesto en la historia. El libro de Juan M. Molina, militante conocido en nuestros medios como Juanel, es el último en el tiempo, pero será uno de los primeros por la valía del testimonio. Y también por las calidades de la forma, poco frecuentes entre nosotros.
Juan Manuel Molina fue uno de los amigos cenetistas del librepensador Albert Camus. Su edición de ¡España Libre! (ahora al alcance en una edición insuperable por La linterna sorda) fue el grito de esperanza durante la guerra, la barricada contra el fascismo nacional e italiano, y la ocupación nazi que hizo de España su colonia. ¡España Libre! frente a "las potencias del pasado" que "jamás se han ido", frente a la pasividad y la hipócrita No Intervención de los gobiernos internacionales.
Camus sentenció con aspereza que después del golpe de Estado nacional e internacional sufrido por el pueblo español, el franquismo representaba: "a la aristocracia de una ‘banda’, a la realeza del crimen y a la cruel señoría de la mediocridad", y hoy, la sombra de Franco sigue siendo persistente.
A toda esa ¡España Libre! está dedicada este libro excepcional de Albert Camus, con textos recopilados y traducidos por Juan Manuel Molina, exiliado libertario en Francia, y revisado para esta nueva edición por su nieta, Dalia Álvarez Molina.
Sobre todas estas cosas se hablará el próximo jueves en la Biblioteca Andreu Nin de Barcelona en un acto en el que intervendrá Ferran Aïsa, Jordi Torrens Betit, Fernando Casal y que presentará el autor de eestas líneas.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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